Ser el primer amor •●Crink●•

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Algunas veces cuando estaban juntos, habían momentos en qué se formaba un silencio de la nada luego de pasar horas hablando de algo que les pasó durante la semana.

—¿Ink, crees que somos raros? —Pregunto de repente el monocromático.

—Uh, no... —Hundió levemente su cuerpo en las sábanas— ¿Por?

—Nada, solo...

—¡Ah, ya sé por qué lo dices! —Dejó de ver hacia techo para dirigir su mirada a su pareja— ¿Es por qué todavía no nos damos un beso, no? 

—Sí, eso.

—¿Y si lo hacemos ahora?

—¿Ahora?

Cross lo pensó un poco y realmente no se sentía preparado para eso, había algo que...

—¿Uh, q-qué haces? —Se tensó al ver como Ink dejó de estar echado en la cama para subirse encima de él, por tal acción se tuvo que sentar para no ponerse nervioso pero aún así Ink seguía sobre sus piernas.

—No sé —Respondió, otra vez había actuado de forma repentina— Solo quiero que dejes de sentirte raro.

—Sabes que no es necesario —Dijo para que alguna manera la situación no se volviera más incómoda— Además todavía no me acostumbró a esto...

—¿Quieres conversar de ello?

—No... 

Ink aprovechó la cercanía para estrechar en sus brazos al menor y brindarle apoyo sobre su decisión.

—Yo tampoco me siento preparado para esto, tengo miedo...

Quiso ser sincero aunque sea por un momento, pero no estaba preparado para la siguiente pregunta, aún no.

—¿Ink, algunas vez has lastimado a alguien que amabas?

—¿Por qué preguntas eso ahora? —Su alma empezó a latir con mucha fuerza, dolía recordar.

—¿Eso es un sí?

El de orbes multiformes se separó un poco del contrario y lo observó con lágrimas en sus cuencas antes de responder.

—Sí, Cross... —El mencionado procedió a limpiar sus lágrimas y con gusto aceptó tal gesto— ¿Qué p-pasa si te lastimó a ti también?

—No los vas a hacer.

—¿En serio lo crees? —Pregunto sonriendo al más alto.

—Claro que sí.

Dudando, Cross sujetó los hombros de Ink y le dio un leve choque de dientes, su rostro estaba completamente ruborizado por hacer aquello.

—Pfft, eres un tonto.

Tomó entre sus manos el rostro del contrario y acortó otra vez la distancia entre ellos dos.

A pesar del ambiente tan íntimo que formaron en unos minutos, ninguno sobrepasó esa línea tan delgada que existía en ese momento.

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