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—¿Qué dices?

—Que tengo un hijo... —Dijo abrazando sus piernas un poco triste, hace mucho que no decía esa palabra— ¿Recuerdas que un día estábamos en la heladería y me fui de repente?

—Ah, sí...

—Entró a ese lugar y realmente no sabía qué hacer, así que solo me fui...

—Vaya, no esperaba que me dijeras tal cosa.

—Pftt... ¿Solo vas a decir eso?

—Bueno, me tomaste muy desprevenido.

—¿El hecho que tenga un hijo cambiar algo entre nosotros?

—Uhmm... —Miró al contrario de reojo— Creo que no, te sigo queriendo, Ink, aún quiero estar a tu lado ¿Sientes lo mismo?

—¡Claro que sí! —Exclamó feliz al escuchar las palabras del menor.

—¿Y... me vas contar como fue que pasó?

Ink alzó su mirada y soltó un hondo suspiro.

Luego de un año, un día simplemente le dije a Error que me gustaba.

Él me miró como si estuviera diciendo algo muy tonto, entonces le empece a insistir que mis sentimientos eran de verdad, que no había perdido la cabeza ni nada.

Estuvo unos meses en duda de mi confesión pero al final me aceptó.

Era genial al principio, era como un sueño del cual nunca me hubiera gustado despertar.

Sin embargo, pasó el tiempo y dejamos de ser unos niños.

Ya no eramos tan ingenuos ni inocentes como antes, una tarde la curiosidad nos ganó y tuvimos sexo por primera vez.

Después de eso como que no nos preocupamos mucho de lo que podría ocasionar tener relaciones sin protección y pasó lo inevitable.

Cuando se lo dije, él no ni idea de lo que teníamos que hacer.

Tener un hijo a nuestra edad no cabía en ningún lado de nuestras vidas, no sabíamos si decirle algo a alguien, así que el tiempo fue transcurriendo.

Mis tíos se enteraron, me dijeron que era una vergüenza para la familia y que mi madre no me había criado bien, bla, bla...

Aaah, ellos estaban tan decepcionados de mí, tanto que no querían que pusiera un pie en la casa de nuevo, además que a partir de ahora yo iba a encargarme del problema por mí mismo.

 Por suerte, la señora Crayon fue amable y me dio cobijo en su casa, aunque igualmente nos regañó muy feo a mí y a Error, nos dijo que eramos unos irresponsables, que el colegio, que cuidar a un bebé no es fácil, bla, bla, pero ella iba a estar ahí para ayudarnos de igual manera.

Todo parecía arreglado, seguimos con los estudios, mas no podía faltar lo que pensaban los demás, empezaron a hablar mal de nosotros y otras cosas.

Cuando cumplí siete meses, me decidí que lo mejor sería ponerlo en adopción, no podríamos hacernos cargo de otro ser, yo todavía era un chico inmaduro e infantil, igual Error pero no tanto como yo.

El primero de octubre nació Paper Jam y ahí estaba su nueva madre esperándolo, la cual obviamente no era yo.

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Ser el primer amor •●Crink●•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora