18. Ginevra Weasley

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Meses pasaron de la batalla donde murió Voldemort y su hermano, aun así, agradecía estar viva y que la mayoría de las personas amadas lo estuvieran, en especial Harry, tanto tiempo lejos y ahora solo sería para ella. Lo malo era su último año en Hogwarts y no podía estar mucho tiempo con su novio, tenía tantos deberes que pocas veces le escribió a Harry una carta, también el trabajo de él absorbía mucho, escribirse fue un lujo.

Feliz estaba que terminaba la escuela, por fin los deberes se acabaron, estaría en casa y lógicamente tendría tiempo para su novio, una semana antes de salir de vacaciones una carta le llegó invitándola a ser parte del equipo de las Arpías Holyhead, esa era la mejor noticia que pudo recibir. Tendría el trabajo de sus sueños, el problema es que requerían de inmediato su presencia en la temporada que empezaba.

Después de ganar tres de cuatro partidos que jugó como buscadora, firmó el mejor contrato, era una suma considerable lo que se llevaría y tendría trabajo por tres temporadas.

Si las cosas te salen mal, se pueden poner peor. Los entrenamientos le dejaban poco tiempo para Harry, casi no lo veía, todo podía ser soportable al nuevo dueño del equipo Theodore Nott, ese infeliz que se salvó de ir a Azkaban, después de la batalla apareció en San Mungo. Alguien lo derribó y su varita no fue encontrada por lo que no pudieron imputarle nada, solo que llevara la marca de ex mortifago, pero la mayoría de los Slytherin la tenía, al igual que los padres, vaya que para ellas era una maldición que ese mortifago no esté en Azkaban, se estaba volviendo exigente con el equipo, pero más con ella.

-Desquiten su sueldo. -Theo les gritaba.

-Llevamos cuatro horas soportando el sol. -Ginny le gritó desde arriba.

-Serán más si no juegan bien.

-Maldita sea, acabamos como las mejores en siglos la temporada pasada.

-Tuvieron suerte.

- ¿Suerte, infeliz?

-Sí, suerte.

-No hemos descansado nada desde que acabó la temporada.

-Ni descansarán ya les dije.

Ginny ya había bajado de la escoba para discutir por milésima ocasión contra el dueño del equipo, aquel tipo no les había dado vacaciones desde que terminó la temporada y los entrenamientos eran muy extenuantes.

-Yo me largo.

-Tú de aquí no te mueves.

-Estoy cansada y soy la mejor.

-No eres nada.

- ¿Te lo demuestro nuevamente? -Ginny le miraba enojada, se acercó a su oído- O tienes miedo serpiente rastrera.

-Maldita. -susurró Theo- Esta vez te arrepentirás.

Como cada día cansada Ginny provocaba a la serpiente para terminar ambos sobre las escobas atrapando la snicht, y ese era el momento en que los demás salían corriendo, durante 20 minutos todos desaparecían, cuando el dueño era apaleado por la pelirroja salía hecho una furia y solo esa mujer era capaz de enfrentar su enojo por eso todos salían corriendo.

El viento le daba en la cara, un abanico de fuego vio pasar a su lado, nuevamente ese perfume de flores silvestres le golpeaba al estar cerca de ella, ese aroma de viento estremecía su cuerpo provocando que ella le ganará, cómo no iba a enojarse si no lograba controlar su cuerpo cuando esa pelirroja estaba a centímetros de él.

Bajó nuevamente enojado, su impotencia era algo que le perturbaba, a él un Nott que enfrentó lo peor frente a una mujer se estremecía y no podía hacer nada, su cerebro podía gritar, ignorarla, pero su maldito cuerpo reaccionaba distinto, esperaba que después de unos días se acostumbraba, por eso no las había dejado tener vacaciones, pero cada día empeoraba.

Se sirvió un vaso con Whisky de fuego, ni siquiera lo saboreaba solo sentía como ardía en su garganta, se paseó por su despacho que parecía que tenía ganas de hacerle un hoyo, tres vasos más de Whisky de fuego entraron en su cuerpo.

Tomó sus cosas, pretendía salir de ahí como cada día, pero antes tomó un nuevo vaso, pero la entrada de una lechuza a su  oficina provocó que se lo tirara encima, maldijo su suerte dejando el pergamino entre sus cosas y se dirigió a uno de los baños de varones, solo pretendía cambiarse, pero se le antojó bañarse, dejó sus cosas dentro de un casillero abierto, el agua tibia relajaba sus músculos y dejó que el agua se llevara todos sus pensamientos y sensaciones.

Cansada y feliz, nuevamente le había dado una paliza a la serpiente rastrera pero aun el infeliz las agotó otro día más, esperaba no tener que renunciar, ser buscadora era su sueño. Amaba jugar al Quiddicht, pero si seguía con esos entrenamientos necesitaría unas vacaciones con urgencia, caminaba rumbo a la salida con una enorme sonrisa en sus labios cuando escuchó agua cayendo en los baños de varones, nadie más quedaba, solo la serpiente, pero esa no usaba los baños, tal vez alguien descuidado dejó la llave del agua abierta. Entró con la intención de cerrarla, no encontró ningún artículo personal fuera de los casilleros así que creyó estar sola.

Se maldijo todo el camino de regreso, después de una cena rápida y un mal descanso llegó al entrenamiento, deseó con toda su alma que no apareciera ese hombre hoy, que sus múltiples negocios lo hubieran retrasado o adquirido en otra parte, pero lo vio venir con ese andar tan sigiloso.

¿Por qué tenía que usar trajes a la medida? Recordó esa espalda ancha marcada y como el agua caía en ella.

No te quites el saco, por favor, deseó con todas sus fuerzas, pero lo vio quitárselo suavemente y dejarlo a un costado, lo dobló de lado para evitar futuras arrugas, esa maldita camisa azul marcaba esos brazos tan perfectos, sentía que sus ojos eran rayos X, no veía la tela solo recordaba esa piel blanca, ese perfecto trasero, las piernas marcadas y fuertes, su respiración se aceleró. Lo único bueno es que solo lo vio de espaldas, pero esa imagen no salía por nada.

Malfoy y yo ¿juntos?... Es una maldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora