23. Virus

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Sorpresa se llevó al enterarse que su hermana se casaría con un Weasley, no entendía el porqué de esa actitud, dentro de unos días se celebraría el juicio de su padre, aunque tenía ciertas dudas no quiso decir más.

Feliz estaba: mi padre libre, nuestro apellido restablecido y claro que nuestras pertenencias regresaban a nuestras manos, pero no podía dejar de lado al que ayudó mucho a mi hermana fuera la prometida de Percival, la mano derecha del primer ministro. Aun después de que volviéramos a ser unas personas respetables, mi hermana se casaba con un Weasley, pensé que sería interés de ella, una buena vida seguiría teniendo y claro que fama, su marido siempre estaría en boca de todos, pero verla preparar la boda con entusiasmo, pero ante todo ver como miraba al pelirrojo sentía que había algo más.

La boda fue majestuosa, mi padre enojado y enfurruñado tuvo que aguantarse, aun a él le convenía ese matrimonio, nuestro apellido estaba teniendo fuerza y que en la boda de su hija estuviera el primer ministro, el trío dorado, la orden del fénix y algunas celebridades, claro que ayudaba.

- ¿Estás bien? -le pregunté a Winy mi elfina, que salió rápido de la cocina con una charola, al pasar a su lado la tiré y de inmediato la miré esperando que no estuviera lastimara.

-Winy torpe señorita, disculpe. -la elfina se inclinaba.

-No Winy, fue mi culpa, dime ¿estás bien?

-Winy bien, disculpe Winy descuidada.

 -No, ya te dije que fue mi culpa, vamos te ayudo. -me levanté con cuidado, para mi suerte el tacón no se había roto, con la varita levanté el tiradero y entregué la charola a Winy, la vi alejarse.

-Parece que las zapatillas no son para ti. -su voz me asustó, miré a un lado y vi esos ojos verdes.

-Así parece, con permiso. -intenté alejarme de él medio cojeando.

-Gracias.

- ¿Gracias de qué? -le miraba intrigada.

-Gracias por intentar cambiar.

-No lo hice por ti.

- ¿A no?

-Si no te das cuenta, hay mucha prensa y mi padre acaba de salir, mi apellido tengo que cuidar.

-Ok. -lo vi alejarse, di unos pasos, pero el tobillo se dobló, antes de caer Harry me sostenía nuevamente, me levantó entre sus brazos.

- ¿Dónde está tu habitación?

-Puedo hacerlo sola.

-¿Dónde?

-Arriba, tercera a la izquierda.-subió conmigo en sus brazos, ese aroma nuevamente me golpeó sentía como se adentraba en mi, era algo tan extraño, quería quedarme en esos brazos. Había una calidez que me envolvía, al llegar me depositaba lentamente en la cama, no podía dejar de ver esos ojos de color esmeralda, vi acercarse sus labios y cerré los ojos, su beso encendió en mí algo, adrenalina corría en mi cuerpo, en un momento estaba en un beso tan suave y tierno, después pasamos a uno más apasionado. No quería soltarlo, ese sabor era tan dulce, ambos nos alejamos para poder respirar, en cuanto nos dimos cuenta de la situación, él salió por la puerta.

Maldecía todos los días a Harry, pero más en las noches era mi tortura personal, no bastaba con soñar con él, sino que todo me lo recordaba. ¿Por qué demonios el infeliz tenía los ojos verdes, el mismo color que Slytherin? Y la decoración de la casa prevalecía ese color, era una tortura lenta y agonizante, sin contar que todos los días llegaba una caja de chocolates, siempre quería rechazarlos o tirarlos, pero estaban tan ricos que era imposible.

Deseé con toda mi alma no verlo jamás en mi vida, pero el idiota de Blaise se casaba con Lovegood, y aquel día con traje blanco, camisa verde olivo resaltando esos ojos, se veía tan guapo, como lo maldecía.

¿Cómo demonios le haría para estar lejos? Si otro idiota me complicaba las cosas era Rolf que en dos semanas se casaba con Brown, ¿qué demonios les pasaba?¿Será algún virus?

Estuve todo el tiempo con mis amigos, aunque notaba un poco raro a Theo, antes de que desapareciera se excusó de que se sentía mal, tal vez se enfermaría, pobre mi amigo.

Ya casi no había nadie en la recepción, caminé un poco antes de aparecer en mi casa, sin mi hermana y mi padre de viaje, no daban muchas ganas de llegar a casa. Lo vi recargado en un árbol antes de que me viera, di media vuelta, pero mi maldita suerte, otra zapatilla me fallaba y provocaba una caída un tanto dolorosa.

-¿Dejarás de usar esas zapatillas?

-Me gusta cómo se ven.

-Pero terminarás sin tobillos.-me agaché, levanté un poco su vestido quería que no se hubiera lastimado nuevamente, parecía que no pero aun así la revisé, sentí una corriente en mi piel cuando la toqué, de reojo la vi y tenía esas mejillas sonrojadas. Me acerqué a sus labios sin dejar de acariciar esas piernas perfectas, ese beso provocó una corriente en mi cuerpo, la tomé en brazos sin dejar de besarla.

Aparecimos en mi casa y subí con ella en brazos, no dejaba de besarla y ella mientras me quitaba la corbata que quedó en alguna parte, desabrochó mi camisa sentir sus caricias en mi torso era tan placentero. La dejé sobre la cama y me quité la camisa, ella se levantó dejándome desvestirla mientras la besaba, su piel era suave y tan deliciosa, sobre todo esos pechos que mi boca gustosa jugó con ellos, mis manos acariciaban su cuerpo, bajé a su entrepierna sintiéndola tan húmeda que me provocó de sobremanera, bajé a besar ese par de piernas largas.

Como disfruté jugar con mi boca y dedos en su entrepierna, lo mejor fue beber su éxtasis, seguir besando su piel mientras me adentré en ella, vaya que fue maravilloso, estar dentro y sentir como apretaba sus paredes mi pene. No iba a aguantar más, mis embestidas tuve que acelerar, ambos llegamos a ese orgasmo tan buscado, me acosté al lado de ella y abracé su cuerpo.

Aquel fin de semana no la dejé irse de mi casa, no quería dejar de besarla y seguir probando su piel, lo mismo que su cuerpo fuera mío de mil maneras, fue el fin de semana más placentero que tuve, el domingo la llevé a su casa donde me quedé a dormir.

El lunes temprano tuve que regresar a casa y cambiarme, en mis labios seguía sintiendo esos besos y ese sabor de ella, me gustaba mucho esa mujer, no podía evitar pensar solo en ella.

Un infarto me estaba dando y no fui el único, ver a Ginny con esa serpiente mortifaga, era de querer matarlo con mis propias manos, tuve que contenerme ya que después de seis hermanos, unos padres, Luna, Hermione y tres cuñadas (la otra no contaba), pasaran primero a amenazar a la lombriz, ya no había mucho que decir.

Malfoy y yo ¿juntos?... Es una maldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora