Los chicos se alejaron del escenario acercándose a los jóvenes que faltaban nuevamente empezaron con sus discusiones, estaban reticentes a moverse no querían acercarse al centro del escenario, el comedor tenía una tensión palpable, pero la voz de una dama los hizo detener la pelea.
-Vamos Draco. -Narcisa habló, desde que comenzó las presentaciones se mantuvo alejada de la situación, pero ya estaba cansada.
-No mamá, déjame estar un rato más. -Draco miraba a su madre con emoción en su voz.
-Draco no veo para que tengamos que quedarnos. -Narcisa se cruzó de brazos.
-Mamá esto ha sido muy divertido.
- ¿Divertido? -Narcisa levantó una ceja, haciendo el mismo gesto que Draco al cuestionar algo.
-Si mucho, ver a Blaise con Lovegood. -Draco vio a los chicos arriba del escenario- A Theo y a Pansy con los leones ha sido lo más divertido que he visto en días.
-Draco esto es un circo, vámonos.
-No mamá quiero divertirme un poco más, por favor. -Narcisa veía las mejillas sonrojadas de su hijo.
Sabía que desde que tenía la marca y se le impuso la misión de matar a Dumbledore, su hijo no sonreía, ella se destrozó cuando vio a su hijo cruzar las puertas del Gran Comedor. Tenía su piel cetrina, unas ojeras debajo de sus ojos grises sin vida, estaba más delgado, su pelo ya no tenía ese brillo único, sentía tener un muerto viviente. Era madre de ese hombre y le dolió saber que fue culpa del hombre que un día amó, por culpa de él estaba matando a cuentagotas a quien era su vida y adoración, su hijo Draco.
No solo fue su padre ella también era culpable, esa maldita sumisión en que fue educada, los malditos principios con los que creció.
Todo era perfecto para Narcisa Malfoy, la joven soñadora y amante de las buenas costumbres, una Black en toda extensión de la palabra, hija modelo, estudiante perfecta, esposa ideal, solo esperaba ser la mejor madre, pero desde que vio a Tom Riddle o como se hacía llamar Lord Voldemort, un escalofrío recorrió su columna. Tuvo la sensación de que esto era algo malo, aunque ese hombre hablaba con voz melodiosa, diciendo de la manera más dulce los ideales con los que ella creía, pero tenía en brazos a su bebe y una punzada en su corazón le advirtió, solo que nunca se había sentido de esa manera y no supo ver las señales, ahora estaba en el filo de la daga y la daga apuntaba a milímetros el corazón de su hijo.
-Está bien Draco. -seguir viendo esas mejillas sonrojadas, una sonrisa en sus labios a costa de la desgracia de sus amigos, lo dejaría.
-Perfecto, ¿quién sigue? -Draco dijo con emoción dirigiéndose a los chicos que estaban arriba del escenario.
-Tú. -un chico caminó hasta el centro del escenario, su mano de piel nívea lo señalo.
- ¿Qué? -preguntó Draco todos miraban al príncipe de Slytherin, que en ese momento perdió el color de sus mejillas.
-Buenas noches padre. -el chico se inclinó levemente, después se llevó su mano al botón de la túnica lo quitó y la dejó caer por completo, los suspiros y halagos comenzaron, un chico alto de piel nívea, blanca perfecta como la porcelana, el cabello rubio platinado y las facciones perfectas, como los dioses griegos. Los labios rojos, la nariz perfilada, la mandíbula ligeramente cuadrada y esos ojos grises, sin contar el cuerpo una combinación perfecta para ese rostro.
Si a Draco se le infló el pecho de orgullo y arrogancia, Narcisa estaba boquiabierta, orgullo, placer, emoción, tantas cosas su cuerpo sentía, su hijo viviría y ante todo tendría un nieto tan perfecto como su hijo y lágrimas querían salir, pero el orgullo de una Black no las dejaría, solo la sonrisa de lado lo mostraba.
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Malfoy y yo ¿juntos?... Es una maldición
Fanfiction- ¡¡¡¿Otra vez?!!! -alguien de Slytherin -Si, otra vez alguien del futuro, viene a decirte que es tu hijo. -alguien del futuro -Ya pase por esto muchas veces, ya se que tendré hijos, que fastidio. -alguien de Slytherin -Haaa... De haberlo sabido, no...