11. Mi historia

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Aunque Dumbledore estaba muerto, Voldemort estaba enojado de que Draco no lo hubiera hecho, por lo que enfrente de algunos de los Slytherin entre ellos Blaise lo torturó hasta casi matarlo, el cuerpo de Draco casi quedó inerte, lo mismo que los corazones de sus amigos que imponentes tenían que ver.

Después de eso Voldemort los mandó con varios de sus mortifagos para ver cómo se mata y los obligaran también, a Blaise le tocó estar con Dolohov, un sádico con los muggles y torturador, le tocó ver mucha maldad.

Voldemort casi no estaba, desde la mansión de los Malfoy se llevaban a cabo las reuniones, al cabo de la última no se sabían más noticias de Potter, solo que el padre de Nymphandora Tonks lo habían matado y uno de sus antiguos compañeros, un sangre sucia murió de igual manera. Aquel día en cuanto acabó la reunión, Dolovoh lo llevó al mundo muggle donde tenía ganas de matar.

La noche fue su cómplice, la luna en su esplendor les alumbró. Cuando aparecieron como serpientes de humo negro llegando a la calle desierta y tranquila, todas las casas pintadas de colores neutros mostrando una aparente tranquilidad, las flores en sus patios meciéndose con el aire, el murmullo del viento susurrando en su oído. Estaba seguro que su acompañante no lo escuchaba, su rostro mostrando esa mascara de plata y la capa ondeada con el aire, caminaba con paso decidido hasta detenerse en una puerta café, lanzó una bombarda a la puerta y parte de la pared desapareció, gritos se escucharon, siguió a su acompañante hasta la segunda planta donde un hombre en pijama con algo en mano los miraba horrorizado, su cara denotó dolor y un sufrimiento mayor mientras la maldición del crucio entraba en su cuerpo, inerte quedó en el suelo. Después fueron la mujer y dos niños quienes le siguieron en gritos junto a las risas de su acompañante, era aterrador, pero él no debía moverse, tenía que estar ahí, al final Dolovoh se fue. Tanto el hombre como la mujer sangraban, sus cuerpos estaban rotos y murieron después de un suspiro, era deprimente, el pequeño murió no resistió, pero la mirada de la niña fue un golpe en su corazón.

La luz de la luna entró por las cortinas mostrando dos hermosos ojos azules bañados en lágrimas, no había más gritos, solo un murmullo lastimero, la voz ya no salía. Él sabía que ella también moriría solo que lentamente, ese era el juego de Dolovoh la muerte lenta, se quitó su máscara hincándose al lado de ella, secó una lágrima de la mejilla de ella.

-Mátame por favor. -suplicó esa voz infantil, lágrimas de su rostro cayeron sobre ella, muchas más personas había visto morir y hacerlas sufrir pero esos ojos le dolió verlos agonizar, levantó su varita y apuntó a su pecho donde el rayo verde impacto.

Salió de la casa, la luna se ocultó detrás de una nube negra, ella también estaba vestida de luto, la lluvia golpeó su cuerpo y rostro enjuagando sus lágrimas, pero no el dolor de su corazón. Buscó a su acompañante, solo siguió los nuevos gritos que se escuchaban en cuanto entró en la casa, lanzó un rayo verde.

- ¿Por qué lo hiciste? -Dolovoh le gritó molesto.

-Déjate de juegos. -Blaise le contestó- Llévame por favor.

- ¿Juegos? Vaya con que el niño quiere sentirse grande. -Dolovoh reía.

-Son juegos, no quieres que nuestro señor se entere que solo vienes a jugar con los muggles en vez de buscar a Harry Potter.

-A nuestro señor le gusta que matemos a los muggles.

-Por eso eres tan mediocre.-Blaise dio media vuelta saliendo de la casa, él otro le siguió. Desde entonces Blaise si tenía que matar lo hacía, pero no torturaba, no jugaba, para él solo hacía lo que le habían dicho.

Él vio a Harry Potter ahí en medio del gran comedor, pero todos le protegían, también él deseó hacerlo, ya no quería estar más esta guerra, ya no quería ver más muertes. Al final salió con todos sus compañeros rumbo a Hosmegade, deseó con el alma que Harry Potter ganara.

Meses tenía la muerte de Voldemort, pero él seguía teniendo pesadillas, despertaba bañado en sudor, su corazón desbocado, su cuerpo rígido. Lo peor es que no recordaba sus sueños, cada noche era igual, para él era normal solo dormir unas cuantas horas.

-Llévame por favor. -Blaise suplicaba.

-No es viaje de placer. -Rolf le decía.

-Lo sé, pero te prometo no dar la lata.

-No te va a gustar, es en medio de la selva.

-No me quejaré.

-Serán tres meses en medio de la nada.

-Ni me notarás.

-Nada de civilización y poca magia.

-Te haré caso en lo que digas. -Blaise le miraba como borreguito a medio morir.

-Ok. -Rolf no entendía que pretendía Blaise acompañándolo.

- ¿A qué hora salimos? -en cuanto se enteró que el abuelo de Rolf lo mandó de viaje a México para encontrar una nueva especie que creían desaparecida, unos nuevos avistamientos los pusieron alertas pero su abuelo estaba enfermo y no podía hacer un viaje tan largo, por lo que mandó a su nieto, el cual también tenía conocimientos sobre el tema.

Blaise quería salir de Londres y qué mejor que la nada, estar en medio de la selva, tal vez encuentre un poco de paz. Desde la muerte de Voldemort casi no hacía magia, era tomar su varita y le hacía recordar sus atrocidades. El ministerio quería procesarlo por la marca, pero en las memorias de los mortifagos vivos se mostró que era obligado, Dolovoh murió en la batalla así que al final su madre pagó una fortuna para restablecer su apellido.

Ahora con dos maletas en mano acompañaba a su amigo Rolf en aquella búsqueda, el viaje fue muy largo. En cuanto llegaron tuvieron que desplazarse inmediatamente a la selva, entraron a un pequeño hotel donde les dieron indicaciones, Blaise se fue al cuarto y lo último que escuchó fue que mañana partirían rumbo al lugar donde tenían que acampar. Se dio un baño y quedó dormido hasta que Rolf lo movió despertándole.

- ¿Qué pasa? -Blaise se restregaba sus ojos.

-Ya es hora de irnos.

-Tan temprano, todavía no amanece.

-Es lo mejor así llegaremos temprano al campamento.

-Ok.

Durante el trayecto Blaise se iba arrepintiendo, solo había montañas a los costados del camino, la magia en ese lugar casi no servía, el ambiente estaba lleno de mucho misticismo así que los trasladadores no funcionaban del todo, lo mismo que las varitas. Tuvieron que usar el transporte muggle, el camión todo destartalado no era algo que a Blaise le gustara, todo lo contrario, brincaba en cada hoyo, se estaba mareando de tanto movimiento.

Llegar fue lo mejor para él, fue el primero en tocar tierra, ya despacio bajó sus maletas y ayudó a Rolf a levantar su tienda de campaña, era un departamento cómodo con una habitación.

La aurora daba su bienvenida regalando rayos rojos sobre las nubes mostrando el sol naranja que bañaba las copas de los árboles de un cobrizo, las flores abriendo sus pétalos de colores mostrándose en un saludo al sol, la brisa del viento con agua de una cascada le bañaba su rostro. Una sensación de paz y pureza se coló en su cuerpo, el agua del río mostrándose cristalina dejaba ver a los peces de colores jugando.

-Wow, es un lugar hermoso.-Blaise miraba maravillado el lugar.

-Sí, es de los pocos lugares que queda lejos de los muggles, aquí es donde han visto al Fénix de cola azul, se cree que era el más poderoso que el fénix rojo. Sus lágrimas no solo curaban, sino que eran utilizadas para reforzar algunas armas, también eran mortíferas uniéndolas con otras sustancias, por ese motivo se extinguió, sus plumas eran tan duras como la piel del dragón y aumentaban el poder mágico, pero su reproducción era muy lenta. Ellos también renacen de las cenizas pero tardan 5 años, hay que conservar las cenizas entre el fuego, pero los magos impacientes no cuidaban de sus cenizas y las dejaban esparcirse, cuando nacía el polluelo tenía debilidades, murieron muchos. Aquí cerca hay un volcán donde creen que algunas cenizas se mantuvieron y los fénix se están reproduciendo lentamente.

-No puede ser.-Blaise espetó.

Malfoy y yo ¿juntos?... Es una maldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora