Poemario: Con letras y versos. ©

TRANQUILO, ASBIEL, TRANQUILO.

> Salía de mi casa con los rayos del sol iluminar las hojas de los árboles, estas secas por la sofocante llegada del verano, me fui en bicicleta a hacer mi recorrido diario, aquel que realizaba el día más tranquilo de la semana, pasaba por la cafetería en donde tomaba mi café todos los viernes, sin pensarlo me di un fuerte golpe del cual caí de la bicicleta tambaleándome, sin poder recordar algo más, mi memoria se iba oscureciendo hasta no oír ni ver lo que estaba a mi alrededor, lo único que pude escuchar a medias fue una voz angelical diciéndome, "tranquilo, Asbiel, tranquilo."

> Me desperté en un hospital escuchando la radio a unos pocos metros de mi sonando, aquella voz que recuerdo haberla escuchado estaba ahí, acariciándome con sus manos de seda dejándome sentir una inexplicable paz en mí, su rostro era suave cómo delicado, en sus ojos ese tono azul cielo se dejaba ver con claridad, le pregunté, ¿Cómo había llegado aquí? Me respondió con una sonrisa pícara y coqueta, "te caíste cómo un tomate redondo sobre un pequeño hueco en el pavimento" me lleve las manos al rostro sintiendo cómo la pena me inundaba, sentí por primera vez cómo la vergüenza se asomaba en mí.

> Abrí mis ojos cómo lunas llenas, sintiendo un pequeño dolor de cabeza hacerse notar, mi cuerpo me dolía cómo si en un ring de boxeo me hubieran dejado noqueado, aquella mujer de blusa con figuras de bengala me seguía acariciando cómo si fuera una madre cuidando de su hijo, era tranquila cómo pacífica, solo me veía con ternura cómo si la conociera de toda la vida, estaba ahí en todo momento y en las noches frías en aquel hospital no se despegaba de mi cuidándome, arropándome sin dejarme sentir frío, aquella mujer fue quien estuvo allí, se acercó cariñosamente y un beso en la frente me dio, me siguió acariciando con sus manos de seda mientras me decía, "todo estará bien, tranquilo, Asbiel, tranquilo."