Poemario: Con letras y versos. ©

Señorita.

Escritos.

La primera vez que la vi, le llamé cómo una chica diferente y única, pero después de que de usted me enamoré, todo cambio, le llamé señorita, le gustó que le dijera así, su sonrisa pícara y coqueta le delato, además de llevar un vestido con la flor favorita mía, un vestido blanco decorado con girasoles, usted se veía reluciente y preciosa, era la señorita que quería tener en mi vida, la señorita que quería, que fuera mi único gran amor, le invite en aquella tarde a nuestra primera cita, un lugar admirable con una vista de ensueño, un pequeño restaurante en donde nos servían la mejor comida italiana, un ambiente cálido cómo agradable, señorita, cada vez que le decía así, sus mejillas se sonrojaban, no podía dejar de mirarle, me atrapaba su incomparable hermosura, con esa digna belleza convertida en arte, apreciaba desde la punta de su cabello rizado hasta la punta de sus pies delicados, señorita, no tenía palabras para querer decirle cuánto la quería, cuánto la amaba, cuánto quería ganarme sus sentimientos, cuánto quería ser el caballero que la lleve por caminos seguros cómo arriesgados, señorita, anhelaba ser el hombre que buscaba, anhelaba ser el chico de sus expectativas, no sería perfecto, no tendría un rostro de príncipe, pero poseía un corazón humilde lleno de verdaderos sentimientos, tenía un manantial para dárselo a usted, si así lo quería, tenía un corazón que latiría por usted todas las noches, le brindaría consuelo y en las madrugadas calladas la cuidaría, señorita, tenía sentimientos que por usted serian vistos a cada hora, a cada minuto, sentimientos que por usted, dejaría a flor de piel, señorita, después de esa cena y de esa plática en donde le deje hacerle saber lo que sentía por su persona, quería preguntarle, si deseaba ser mi pareja, si deseaba ser mi eterna acompañante, si deseaba ser, mi girasol vivo y alegre, mi lucero radiante y deslumbrante, señorita, ¿Quiere usted ser, mi damisela?