Cap 12

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Desperté porque los rayos de luz iluminaban toda la habitación.

—Hola preciosa. —Deje un corto beso en su frente.

—Hola. —Sonrió un poco adormilada.

—¿Lista para hoy?

—Si, todo listo. —Se levantó.

—¿Por qué te levantas?

—Tenemos un gran día por delante, son las 7:00 am, así hay que aprovecharlo.

—Cariño, es temprano.

—¿Podemos ir a correr a la playa?

—Si, luego desayunamos algo y volvemos a la playa.

—Genial plan Leatherwood.

Me levanté, me vestí con un pantalón corto, hacia mucho calor para ponerme una playera. Kiernan se puso unos shorts y un top.

—Oye. —Me fulminó con la mirada.

—¿Qué pasa?

—¿Sin playera enserio?

—Amor tu vas con top y short extremadamente corto.

—Me queda bajo los glúteos y el top...—Comenzó a sonreír.

—¿Es broma?

—Te ves muy sexy, no te voy a soltar nunca. —Se apoderó de mis labios.

—Si quieres nos podemos quedar un rato más en el hotel. —Corte todo contacto con ella.

—Me encantaría pero no, dejemos lo que estés pensando para la noche o para mañana, nos quedan dos días aquí, apenas es viernes.

—Bien...

—¿Por qué te me quedas viendo así? —Preguntó alzando una ceja, se veía demasiado tierna.

—Estoy pensando en como voy a deshacerme de ese top más tarde.

—¡Gavin! Eres un sucio.

—Tú eres una dramática.

—¿Vamos a irnos o que? —Rió.

La tome de la mano y salimos de la habitación, corrimos casi por veinte minutos, y ya habíamos dejado muy atrás donde se encontraba el hotel.

Estuvimos un poco en el lugar al que habiamos llegado, luego caminamos en dirección al hotel para desayunar, optamos por panqueques, fruta y jugo de naranja.

—¿Por qué Hawai, en Los Angeles también tenemos playa?  —Preguntó.

—Este lugar tiene un significado sentimental, ¿sabes?

—¿Si?

—Cada verano mi familia y yo solíamos viajar aquí, tiene mucho que no vengo para acá ya qué cuando falleció mi abuelo dejamos de hacerlo, porque pensábamos qué nos haría sentir tristes, pero ahora que estoy aquí contigo me siento bien, veo la playa y veo a mi abuelo jugando con mi hermana, sentandos aquí recuerdo los pésimos chistes qué contaba a la hora de la comida.

—Lo siento mucho Gavin. ¿De él aprendiste a ser pésimo contando chistes?

—Eso creo. —Reímos.

—Gracias por contarlo.

—No tienes que agradecer, me encanta contarte cosas.

—Te amo.

Luego de desayunar fuimos a la habitación por las cosas de playa y cabe mencionar que nos tardamos un poco en volver a la playa porque realmente fue difícil deshacerme de ese estorboso top. Ya se imaginan lo que paso no hace falta mencionar o describir.

—Vamos Gav.

—No me quiero levantar.

—Venimos a la playa, no a hacer cosas sucias en el hotel todo el día.

—¿Cosas sucias ah?

—Si, tú especialidad por cierto. —Me guiño el ojo, mientras se metió al baño a ponerse el bikini.

—Sin comentarios. —Reí.

Tomando y perdiendo el control Donde viven las historias. Descúbrelo ahora