Capítulo 25

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|Justin|

Es inútil hacerse ilusiones frente a algo que ya sabemos no tiene solución. Pensar que Salazar iba a ser posible de buscar un remedio a mi enfermedad ha sido una gran equivocación. Ahora está todo perdido, toda esperanza que podría haber habitado en mí se ha esfumado.

No entiendo por qué Dios pone pruebas imposibles de superar en nuestro camino. Maldigo una y mil veces mi existencia, porque no sé como actuar ante tal desfachatez.

Creí, que ver a Devonne iba a apaciguar un poco el sufrimiento, pero no sé como presentarme ante ella sin derrumbarme y de paso hacerla sufrir por algo que no tiene nada que ver con ella.

No entiendo, para que hacer que nuestros destinos se crucen si es imposible permanecer juntos, no puedo simplemente amarrarla a una vida de amargura y sufrimiento.

Me duele dejar a un lado a la única persona capaz de calmar mi interior. Me duele porque amo a Devonne más de lo que podría haber imaginado y es por este amor que debo dejarla ir.

—Justin, habla, ¿qué está pasando?

No es hasta que escucho a Ryan hablar, que me doy cuenta de donde me encuentro. El cómo y el por qué no sabría describirlo, porque no sé en que momento hemos llegado al instituto, me he despedido de mis padres y he subido a mi habitación con maleta incluida. Pero lo que sí puedo asegurar es que necesitaba enormemente este abrazo que sin darme cuenta he llegado a obtener de mi amigo.

—Se acabó Ryan... No hay posibilidad, no hay nada más que hacer —Y tras soltar dichas duras palabras me permito derramar aquellas lágrimas que al parecer llevaba horas conteniendo.

|Devonne|

Tras lo ocurrido hace tres años en aquel espantoso y oscuro lugar, juré por mi propia vida, lo único valioso en ese entonces, no caer ni dejarme engañar por personas ruines o del sexo opuesto.

El miedo, la angustia, el asco y el shock que aquel acontecimiento sembró en mí, limitó muchas de mis acciones y sentimientos para con la familia.
Estuve encerrada en la habitación un mes completo. Mantenía la puerta y ventana cerradas y no dejaba si quiera que la luz del sol entrara e iluminara mis días.

Día tras día, sufrí la insistencia de mis padres. ''Hija, por favor, abre la puerta'' ''No puedes tirarte la vida entera ahí encerrada, habla con nosotros, ¿qué te pasa? ¿Qué puede ser tan grave para que no quieras salir de ahí?'' ''Tienes que comer Devonne, no queremos que te enfermes'', fueron muchas de sus plegarias.

Agradecía a Nick, la persona que hasta ahora ha cuidado de nosotras, un verdadero padre, por dejarme utilizar una de las habitaciones con baño incluido. Llegué a ducharme hasta tres veces todos los días, deseando quitar el asco y sensaciones que aún conservaba.

Saturada, enferma, extasiada... Así me encontraba cuando por fin tuve el valor de confesar lo que había sucedido. Mis padres fueron un gran apoyo y juntos logramos, no superarlo, pero al menos sobrellevarlo. Nick dejó su trabajo en el hospital para centrarse cien por ciento en nosotras, me cuidaba y mimaba aún sabiendo que nada podría borrar aquel espantoso suceso. Aún así, allí permaneció. Asistió a cada cita médica y psiquiátrica necesaria, y no nos abandonó ni si quiera en los peores momentos, como había hecho mi padre biológico.

Tres años pensando que esa palabra llamada amor no estaba echa para mí, simplemente porque yo no quería permitirlo. Y aquí me encuentro, agradeciendo a Dios y sus ángeles el haber puesto a Justin en mi camino.
Con él me siento segura, mis miedos se disipan y la idea que tengo hacia los hombres desaparece. ''No todos somos iguales cariño'', llegó a decirme una vez Nick, y qué razón tenía...

1. En el Corazón no se Manda (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora