Capítulo 1

345 28 4
                                    

                  

|Narra Devonne|

Pasar cinco horas sentada en el sillón de un coche me está desesperando, y todavía no estoy segura del tiempo que falte por llegar. Normalmente, cuando una persona hace un viaje tan largo, hace paradas cada dos horas, pero al parecer, mi padre tiene prisa por llegar. Dicen que es un traslado del trabajo, pero siento que no es del todo cierto, hay algo más que les preocupa.

-¿Estás bien? -No sonrío, tampoco respondo, simplemente me encojo de hombros mientras escucho a mi madre suspirar.

-Hay algo que debes saber -Frunzo el ceño y miro directamente a mi padre, que parece cansado de tanto conducir -Hemos conseguido una plaza en el mejor colegio de Seattle, no ha sido fácil porque las clases ya han empezado, pero gracias a tus notas y a tus matrículas de honor pasadas han accedido ha darte una oportunidad -Suspiro y asiento mientras vuelvo la vista al paisaje que pasa junto a la ventana.

-Dev, hay una residencia...

-Un momento -Interrumpo a mi madre sorprendida -¿Quiéres decir que no voy a vivir con vosotros?

-Es más cómodo para ti -Murmura, ignorando mi pregunta -Nuestra casa está más o menos a una hora del instituto, supongo que no quieres desplazarte constantemente.

No vuelvo a formular ni una palabra en lo que queda de camino, ya he discutido bastante con ellos antes de salir de casa. Me duele tener que dejar todo lo que amo atrás. Mis amigos, mi familia...

El coche se detiene media hora después frente a un gran edificio. Más que un instituto, parece una maldita cárcel.

Camino junto a ellos, y el gran guardia de seguridad nos mira de arriba a bajo. Mi padre sonríe y le da su nombre al segurata, éste nos deja pasar y nos indica que camino debemos seguir. Paramos frente al despacho del director, su secretaria sonríe y nos anuncia nada más llegar. Entramos, nos presentamos y volvemos a salir. La directora me ha dejado un papel con las normas junto a las llaves de mi habitación y mi taquilla. Es viernes, así que tendré que aprovechar para inspeccionar un poco el lugar.

Mis padres desaparecen minutos después, prometiendo llamar en cuanto lleguen a su nuevo hogar. No tengo que preocuparme por mis maletas, pues según la directora, el gran segurata se encargará de dejarlas en mi habitación cuando termine su turno de trabajo.

Recorro cada espacio del lugar, demasiado grande y blanco. Me agobia ver tan poco color a mi alrededor. Hay pistas de deportes, piscina climatizada, y un gran césped donde poder descansar. Los grandes muros que lo rodean no me dejan ver el exterior, y si no fuera por la naturaleza que hay a los  alrededores me estaría muriendo de amargura.

Son casi las nueve de la noche cuando miro el reloj, se me ha ido el día volando. Entro en el gran recinto y busco mi habitación. Entro y me sorprendo al no encontrar nadie en ella, tenía entendido que aquí se hospedaban dos chicas más.

Mis maletas descansan junto a una de las camas, la subo a ella y empiezo a deshacerla, mientras hablo con mis padres por teléfono. Tomo una ducha cuando termino y decido sentarme a leer la hoja con las normas que me ha dejado la directora. Las habitaciones no son muy grandes, pero tampoco pequeñas, gracias a Dios cuentan con un baño, no tengo que salir de la habitación para poder ducharme.

Las normas me sorprenden. Hay algunas que son evidentes, como que esté prohibido cambiar de habitación en plena noche, o que haya un horario para las clases. Pero otras no me las esperaba. Las luces deben estar apagadas antes de las once, no se puede estudiar en las habitaciones, sobre todo si estás acompañada de un chico o viceversa, está prohibido vagar por los pasillos durante las mañanas, a no ser que hayas olvidado algo en la habitación, en ese caso, un guardia de seguridad o el encargado de revisar los pasillos tendrá que acompañarte a recuperarlo, entre otras muchas que prefiero no mencionar.

Pasada la media noche la puerta se abre y me deja ver a dos hermosas chicas entrar por ella. Me sonríen, e inmediatamente se presentan. Parecen agradables, se portan muy bien conmigo y prometen ayudarme a adaptarme en la mañana.

El día ha sido eterno, estoy cansadísima, y no tardo ni un segundo en caer en los brazos de Morfeo. Esa noche sueño con mi padre, y temo que las pesadillas vuelvan después de tanto tiempo.

1. En el Corazón no se Manda (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora