25: Al final de los problemas

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La luz del amanecer entró tras el muro de cristal que se extendía a un costado de la cama de Wesley, algo que logró despertar a Aiden solo para darse cuenta que compartía la cama con él.

Su rostro estaba limpio, y llevaba puesto un pijama de Denver Broncos que parecía enorme en su propio cuerpo.

Wesley estaba a un costado, con una bata de viscosa azul marino, y aún seguía durmiendo...

La mañana de domingo parecía sumamente tranquila, ideal para tomar un respiro acerca de todo lo que estaba ocurriendo en la vida de ambos.

Aiden se detuvo a observar la pantalla bloqueada de su teléfono, inquieto por hablar con alguien...

Quizá con Genevieve, a quien llevaba semanas ignorando, igual que al resto de sus conocidos en París.

Después, dejó el teléfono a un lado admirando el techo, y luego alrededor...

Había vuelto a un sitio conocido y poco memorable, con la persona que más deseaba en este mundo.

El chico parisino podía contemplar a Wesley dormir sin aburrirse de contemplar su semblante genuinamente tranquilo...

Pocos segundos después recordó su plática en el baño, algunos recuerdos vividos de anoche y la forma en la que Wesley le descubrió fuera de la casa de los Andrews...

La tranquilidad duró muy poco, eran las 9:00 a.m. El día era perfecto para asistir a la iglesia, tomar helado y hacer un picnic familiar en Central Park...

Era una pena que Aiden tuviese que pensar en sus labores del colegio e idear la manera de deshacerse de Cathrina para poder superar el incidente en el cual se había involucrado.

La alarma del teléfono sonó muy fuerte, provocando que Wesley bostezara y se irguiera para despertar sin muchas ganas de abandonar las sabanas.

Luego, una sonrisa se dibujó en su semblante al recordar que Aiden estaba a su lado.

—Buenos días ¿Cómo has pasado la noche?

Aiden le devolvió el gesto algo tímido encogiéndose de hombros antes de erguirse igualmente. —Creo que bien, solo espero que tus padres no exploten cuando sepan que me he quedado a dormir...

Charlotte y Kenneth Goldman podrían estar tomando el desayuno, y no quería ser inoportuno un domingo en la mañana.

—Descuida. —Wesley se acomodó el cabello hacia atrás. —Ellos acostumbran ir a sus clases de yoga, les ayuda a canalizar el estrés acumulado en la semana. — respondió besando su mejilla.

—Ho...

Aiden arqueó ambas cejas sin buscar ninguna otra explicación. Al parecer la familia Goldman era bastante funcional a comparación de la suya...

— ¿Quieres desayunar? — Ofreció Wesley poniéndose de pie al fin.

—Algo de té sería suficiente. — respondió Aiden antes de hacer lo mismo.

<<Claro>>. Wesley asintió indicando que pasara primero para bajar a la cocina. —Bien, puedes servirte, debo hacer una llamada para reorganizar mi agenda...

En ese instante Aiden imaginó que sería para una shooting de una revista o nuevas fotografías para su portafolio.

Una pequeña parte de él estaba feliz de haber dejado ese pasatiempo atrás. A veces la presión lo envolvía como una soga al cuello.

Nunca entendió el entusiasmo que Genevieve sentía al tener un régimen tan estricto.

Y al mismo tiempo, que Gia se viera desinteresada por la agencia de modelaje que lideraba su padre.

Entre sus dos mejores amigas, el solo quedaba en medio de ambas opiniones, ni muy apasionado, ni muy indiferente.

Aiden amaba las pasarelas, no por la exposición social, sino por el puro placer de ver las colecciones...

Él amaba diseñar.

—Después de eso, me acompañaras a la comisaria, así que al terminar tu té puedes bañarte, te prestare algo de ropa, necesito que lo de Virginia sea un tema del pasado y Cathrina sirva como señuelo.

Wesley continuó hablando, y sus palabras lo devolvieron a la realidad.

—Sí, claro, te veo en un segundo. — Aiden asintió y abandono la habitación después de tomar su teléfono y bajar cauteloso a la solitaria sala principal, sintiendo bajo sus pies el helado mármol negro que se extendía liquido bajo los refinados muebles sobre el mismo.

La fascinante vista de la iglesia de Saint-Patrick capturó su atención por un instante apreciando la arquitectura neogótica que se extendía por toda la calle, desde Madison hasta la Quinta avenida.

De algún modo pudo sentirse afortunado al apreciarlo desde aquel ángulo.

La sensación de poder ver hacia abajo, le otorgaba una sensación de empoderamiento que no sabía cómo explicarse así mismo.

Su teléfono vibró. Sebastian y Kai no paraban de enviar y subir fotografías de la noche anterior, y entre tanto un mensaje de Elise sobresalió del resto.

Aiden frunció el ceño, era domingo por la mañana y no existía razón alguna para que Elise le recordara que iban a cenar o a hacer la tarea de alguna clase en específico.

Al abrirlo pudo percatarse de que era una nota de voz que desencadenaría el miedo y su ansiedad al extremo.

Kalena había despertado del coma, y los chicos irían a visitarla cuanto antes.

Solo bastaron segundos para que el teléfono se resbalara entre sus manos y se estrellara duro contra el suelo.

Atónito, se mantuvo en shock un par de segundos que se prolongaron lo suficiente para sentir que le helaba la sangre.

— ¡Wes!

Lo llamó el castaño sin perder más tiempo en subir a su habitación.

Wesley mantenía el teléfono apegado a su oreja conversando con alguien, hasta que el castaño irrumpió en su privacidad.

—Un momento porfavor...

El chico de cabello negro miró a Aiden algo molesto, sin embargo, suavizó su semblante apenas divisó el horror que emanaba de sus ojos. — Aiden ¿Qué sucede?

El joven parisino quería hablar, pero tenía las palabras atoradas en la garganta.

Desesperado, intento tranquilizarse para poder hablar...

—Kalena, ha despertado del coma...

En ese instante Wesley retomó la llamada tan solo para indicar que tenía un asunto personal que debía atender, antes de colgar.

—Tranquilo, necesitamos guardar la calma o todo caerá por su propio peso. — Wesley se acercó a Aiden para disminuir la tensión.

— ¿Calmarme? Tuvimos una discusión a muerte en la residencia, ella sabe todo acerca de la muerte de Virginia. — Aiden sentía que las lágrimas amenazaban son salir.

No importa cuánto intentes huir de los problemas, al final siempre existirá algo que nos deje una carga sobre los hombros...

Los minutos comenzaban a sentirse lentos e inquietantes, la paranoia se apoderaba de sus cabezas a cada segundo y solo tenían una oportunidad para remediarlo.

—Vamos a tener que actuar por nuestra cuenta, tu iras rumbo al hospital, y yo a la policía, será más fácil así.

Wesley indicó manteniendo la vista fija en los ojos de Aiden. —Solo necesitas mentir, así como todos hemos negado lo que paso con Virginia.

Aiden intentó controlar su respiración una vez más, asintiendo y llevándose ambas manos a los ojos para limpiarse las lágrimas.

—Bien, yo, seguiré el plan...


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