8: El chico nuevo

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Por mucho que desees cambiar, nunca puedes olvidar la persona que fuiste antes de llegar hasta donde estas.

Harper Lewis se encontraba en su habitación mirando fotografías viejas y reflexionando acerca de sus decisiones, de su familia, de sus amistades, y su transición.

Una parte de él se sentía satisfecha por haber sido fiel a sí mismo, y por otra parte, no podía dejar de sentir que había sido injusto y egoísta sin haber consultado a Bastian acerca de su decisión

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Una parte de él se sentía satisfecha por haber sido fiel a sí mismo, y por otra parte, no podía dejar de sentir que había sido injusto y egoísta sin haber consultado a Bastian acerca de su decisión.

— ¿Todo en orden?— Dante entro con el pijama puesto a la habitación mientras sostenía un plato de cereal a medio comer.

—En realidad no

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—En realidad no.— confeso Harper sin dejar de observar a la chica que sonreía a lado de Sebastian durante su primer aniversario como pareja en Ibiza.

—Deja de atormentarte.— Dante le retiro el álbum y lo dejo a un lado, antes de ver a Harper a los ojos. - Bastian Bissett ha sido el peor ser humano que haya aparecido en tu vida, no merece que lo sigas lamentando de esa manera.

—Supongo que fue demasiado para él, y ha intentado lidiar con eso a su propio modo, no puedo obligarlo a simplemente aceptar que su ex novia se ha ido.— Harper frunció el ceño.

—Eso no le da ningún derecho de llamarte Milly, tu eres Harper , siempre has sido Harper .— Dante le dio un leve puño en el hombro. —el mismo campeón de equitación que llena de orgullo a los Lewis en Ensenada, y a mí, tu mejor amigo.

Harper sonrió sin muchas ganas, pero enternecido ante las palabras de su amigo. —las amigas de ese tal Aiden se veían hermosas anoche.

—Pude notar tu interés en la chica rubia.— Dante esbozo una media sonrisa.

—¿Crees que sería buena idea invitarla a salir mañana?— Harper frunció ligeramente el ceño. Nunca estaba completamente seguro acerca de la posibilidad de salir con una chica.

—No tengo idea.— Dante se puso de pie para caminar hacia su cama. — ¿Quieres que le pregunte por ti?— bromeo al respecto.

—Que tonto.— musitó Harper poniendo la mirada en blanco, intentando que todo sonara a modo de broma, pero no podía negar que era una buena idea después de todo, luego de su relación amorosa con Sebastian Bissett, la idea de ser él quien después de toda una vida tuviera la intención de invitar a salir a cualquier chica era un reto que lo sobrepasaba.

Aun después del tratamiento hormonal, el amor de su familia y el propio, una parte suya no dejaba de sentirse incapaz de intentar aquello que tanto deseaba cumplir.

Era como ser el chico nuevo en el instituto, pero a diferencia de un desconocido, todos en la universidad sabían que Milly había hecho de Sebastian un blanco perfecto para las críticas.

Había costado tanto que ambos dejaran de lado los rumores de que a pesar de todo, tenían la idea de permanecer juntos, y Harper temía que pretender a una chica fuera el pretexto idóneo para volver al infierno de antes.

No quería volver a ver mal a Sebastian solo por su culpa.

Hubo unos instantes en los que se permitió descansar de los recuerdos que venían a su mente como regresiones constantes a cabeza.

Tan lucidas, tan crueles.

El timbre sonó obligándole a ponerse de pie de mala gana, atravesando el vestíbulo principal para llegar a la puerta y mirar por el ojal de la puerta hacia el corredor del edifico, donde un chico castaño de ojos turquesas se asomaba esperando a no verse equivocado.

Harper intento sonreír en un gesto de cortesía, no sabía que más hacer después de encontrarse cara a cara con el curioso amigo europeo de Weasley. —¿Si?

—Ho, lo siento, me equivoque por un piso. —Aiden arqueo ambas cejas pero intento devolverle el gesto al ex de Sebastian.

—No hay problema ¿Quieres pasar?— El chico de ojos azules miró las bolsas de sus compras y no pudo evitar bufar. - Primer día de universidad, y primer día de compras por la quinta avenida.

— ¿Cómo sabes que fui al lado este de Manhattan?— Aiden pareció reaccionar como si la acusación no le hubiese molestado en lo absoluto.

—Tranquilo, no es difícil adivinar comprando ropa como esa.— Harper hizo un leve movimiento de cabeza para señalar el nombre de Tom Ford en la bolsa donde venía el nuevo blasser del chico parisino.

—Sí, bueno, lo siento.— Aiden aparto la vista sintiéndose un poco incómodo antes de volver a prestarle atención. - fue un buen pretexto para usar el metro y conocer un poco de la ciudad a pie.

—¿Planeas hacer algo mañana?— Harper soltó sin más. Necesitaba cualquier excusa que lo acercara a las amigas de Aiden, y si debía usar al chico como un escalón donde tomar impulso, no dudaría en ello.

—En realidad sí.— Aiden respondió inmediatamente. Quiza porque ver a Harper después de su charla con Sebastian era un poco abrumador para su segundo día en Nueva York. - mañana asistiré con Weasley al brunch que su madre organiza ocasionalmente.

Harper aparto la mirada pensativo antes de agrandar la vista como si recordara algo sumamente importante. —Ya veo.— volvió a sonreír, y esta vez parecía poco más entusiasmado. —¿Podrías decirle a tus amigas si quieren ir mañana a una fiesta de fraternidad?

Hubo una pausa antes de que Aiden arqueara una ceja encogiéndose de hombros. —Supongo que sí.

—Genial, espero tu respuesta.— Harper le dedico un giño antes de que el chico parisino se diera la vuelta para retomar el paso a su departamento, olvidando un pequeño e importante detalle, que obligó al chico de ojos azules a retenerle un último instante. -espera, olvide darte mi número.

Aiden paró en seco y volvió los ojos en blanco antes de darse media vuelta para encarar a Harper con una sonrisa perfectamente disimulada. — Claro.— desbloqueo su teléfono y lo extendió hacia el contrario para que el amigo de Weasley pudiese registrarse entre sus contactos.

Ningún otro instante fue tan incómodo para Aiden en muchos sentidos.

Ser el chico nuevo puede resultar como algo maravilloso, o una terrible catástrofe, y el chico parisino estaba justo en medio de lo que podía resultar una gran aventura, o un inminente y absoluto caos.

—Espero tu respuesta.— Harper le devolvió el teléfono y le vio marcharse hasta que su silueta se desvaneció entre las puertas del ascensor.


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