33:Eternos

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2 horas más tarde...

Durante el camino el sol se posó en lo más alto del cielo despejado.

Los Goldman pararon por gasolina y helado para aguantar el resto del camino.

Era la primera vez en mucho tiempo que Aiden sentía que los conocía de forma genuina, sin tener que guardar las apariencias, y es que aun siendo ellos mismos parecían la familia perfecta del lado este de Manhattan.

A veces hablando de libros, de la economía global, y sobre algunas cosas que Aiden dominaba mejor como su vida personal.

Hasta que aparcaron en una hermosa casa de campo de concreto y cristal.

— ¿Y? ¿Qué opinas? — Kenneth observó a Aiden por el retrovisor esperando una reacción positiva.

Lo cierto es que esa casa era un sueño, con el jardín principal lleno de flores tropicales recibiéndoles.

—Es asombroso, gracias por la invitación. — Aiden respondió antes de pasar la vista a su alrededor.

—A penas desempaquen deberían ir a la playa, a olvidar la ciudad por un rato. — Charlotte miró a ambos y se detuvo a observar a Wesley. — hagan amigos...

—Mamá...

Wesley evitó sonrojarse antes de ver a Aiden de reojo. —Sera mejor que te muestre tu habitación, vamos...

—Espera...

El joven parisino se retiró la cazadora de cuero antes de abandonar el auto, tomar sus pertenencias y seguir a Wesley apreciando la vista que ya tenía en frente.

— ¿Qué pasa? — el joven azabache se detuvo al instante, luego reparo en que Aiden estaba algo sofocado así que fue ligeramente más lento mientras sus padres abrían la puerta de la casa para recibirlos.

Por dentro la casa era mucho más acogedora con grandes obras de arte abstracto en los muros y un enorme librero que se extendía sobre la sala principal.

Kenneth tenía un pequeño despacho para seguir atendiendo asuntos sobre la bolsa de valores, y un salón de entretenimiento, donde tenían un televisor casi tan grande como una persona.

Subiendo al segundo piso girando a la derecha, en una puerta que dividía el corredor Wesley se detuvo. — Esta es la habitación de huéspedes, espero que te guste...

Al girar el picaporte Wesley le dedicó una sonrisa a Aiden.

La habitación era amplia, con una ventana que daba vista al jardín trasero con flores de Hibiscos de la casa, que tenía una pequeña piscina con Jacuzzi.

—Es perfecta. — Aiden le devolvió el gesto entrando con sus cosas antes de girar y volver a Wesley para tomarle de ambas manos, mirándole a los ojos como si fuera a decir algo de suma importancia.

—Llamare a mi padre, a Gia y Genevieve, les quiero dar la noticia de que estaré de vuelta en Paris para la semana de la moda...

—Espera ¿Qué? — Wesley cuestionó entre la sorpresa y la ingenuidad. — Significa que abandonaras Norteamérica en Agosto...

—Quise mencionarlo desde anoche, pero comprendí que necesitabas tomar un descanso por las cosas que haces ahora que te has graduado. — Aiden se encogió de hombros esbozando una media sonrisa.

—Vaya, felicitaciones. — Wesley respondió en automático, como si estuviera asimilando aun la posibilidad de que Aiden se marchara y posiblemente no volviera a verle.

Era una idea ridícula, y al mismo tiempo una posibilidad tan real.

—Gracias. — Aiden se mordió el labio sintiendo una ligera sensación de incomodidad.

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