15: Inconsistencias

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Un par de semanas después...

Nada es más impactante que presenciar un hecho mortal.

Eran muchas las personas las que habían presenciado a Aiden a punto del colapso, y a una chica siendo arrojada por el concreto por un auto que no había alcanzado a frenar.

Y nadie se imaginaba la historia detrás de un hecho tan turbio como el de aquella noche.

Para su suerte, uno de los porteros del edificio llamó una ambulancia. Wesley, Dante y Elise habían abandonado la fiesta en cuanto supieron que dos de sus amigos se mantenían en un estado crítico.

Harper se había enterado de la noticia minutos antes de llegar al edificio, gracias a los demás.

Eran las 10:00 de la mañana cuando Aiden despertó con una sensación de culpa que no lo había dejado dormir muy bien desde que recibió la noticia de que Kalena había quedado en un estado de coma por un fuerte golpe en la cabeza.

Por otro lado, él había sufrido un pre infarto, culpa del agotamiento que le causaba el exceso de actividad y la minúscula ingesta de alimentos.

Wesley fue el primero en enterarse de su situación, viéndose obligado a llamar a Alfred LeClair para informarle acerca de la salud de su hijo más joven, únicamente para enterarse de que no podía abandonar Paris por asuntos personales.

Como era su costumbre.

Sin embargo, Elise intentaba ayudar pasando la hora del desayuno a su lado, sin exigirle demasiado. Un té verde, una taza de fruta y un huevo duro.

Las clases se habían vuelto eternas. Coser, cortar, leer...

Cathrina y Kai a veces especulaban en clase y volteaban a su dirección como si intentaran descifrar alguna especie de acertijo que ellos mismos se habían imaginado en su cabeza.

Aiden intentaba no darle tanta importancia, pero lo cierto es que estar lejos de casa, sin sus amigas, y sin saber qué pasaría si Kalena despertaba con el último pensamiento que tenía acerca de él. Un criminal.

Y para su sorpresa, fue el chico asiático quien se puso de pie solo para saludar. —Hey, espero que te encuentres mejor Aiden.

—Gracias Kai. — Aiden volteo con una suave sonrisa sosa en los labios. Sabía que aquel chico de ropa holgada y joyería refinada no era del todo sincero. En todo el curso no habían intercambiado nada más que gestos y pequeñas frases.

—Quería invitarte a mi fiesta de cumpleaños, es noche de brujas así que habrá un concurso de disfraces...

Kai se encogió de hombros con una sonrisa más amplia.

—Gracias, pero con todo lo que ha sucedido no tengo ánimos de salir. — interrumpió Aiden con una ligera mueca. — lo que ha sucedido con Kalena ha sido devastador...

Kai pareció mirar de reojo a Cathrina, que aparentemente estaba concentrada en su teléfono, y rápidamente el joven asiático decidió volver la atención hacia Aiden.

—Quisza por ese motivo necesites salir, intentar renovar tus ánimos, tu no le has hecho daño.

<<Si supieras>>. Aiden arqueo una ceja pensativo antes de dar una respuesta.

—De acuerdo. — suspiró audible. — ¿Puedo asistir con alguien?

—Claro. — Kai frunció ligeramente el ceño. — ven con quien te plazca. — el joven asiático volvió a sonreír amplio antes de volver con Cathrina.

La chica de Sebastian Bissett, la hermana de Virginia, la única persona en el mundo que estaba tan cerca de averiguar algo y a la vez nada acerca de lo que sucedió en Paris.

La única chica que lograba erizarle la piel.

— ¿Estas bien? — la voz de Elise le susurro cerca mientras la chica posaba una mano sobre su hombro.

Aiden volteo por inercia y al encontrarse cara a cara con su compañera asintió intentando sonreír un poco. — sí, de hecho debo ver a Wesley, nos vemos a las siete en la residencia.

Elise puso la mirada en blanco con una sonrisa traviesa. — significa que yo puedo salir con Dante esta tarde...

Aiden bufó. — ¿Te gusta ese chico tan serio?

—Me acompañara a visitar a Kalena. — Elise le restó importancia. —tomaremos algo en el Starbucks que hay en recepción.

—De acuerdo. — Aiden recogio sus cosas. — te llamó si surge algún plan después de la hora...

Ambos se despidieron con un beso en la mejilla y con un amargo sabor de boca, Aiden se apresuró para llegar a casa de Wesley para contarle la verdad acerca del accidente.

Una parte suya deseaba aferrarse a Wesley como la única persona que lo hacía sentir seguro a pesar de todo lo que habían vivido desde Paris.

Por otro lado sentía culpa de tener sentimientos hacia el novio de su prima Irina, culpa de haber ayudado a Gia a lanzar un cadáver al Sena, y culpa de pensar que él era la razón por la que Kalena estaba en coma.

¿A cuántas personas estaba dispuesto a seguir lastimando?

Luego reparo en el daño que se hacía así mismo, y supo que si él era capaz de lastimarse, no le importaba realmente el daño que sufriera el resto de las personas que él decía apreciar.

El corazón de Aiden LeClair se había endurecido con el paso de los años, desde la muerte de su madre, la relación con sus hermanos y el resto de su familia.

Desde que la tía Florence lo llamó enfermo por ser homosexual, desde haber modelado en Saint-Clare y comenzar a restringir los alimentos que pasaban por su garganta.

Porque después de haberse convertido en todo lo que el mundo aplaudía logró sentirse indestructible, ignorando el hecho de que realmente se estaba pudriendo por dentro.

Las personas dicen que nos convertimos en el reflejo de los padres, pero realmente uno se convierte en las experiencias que dejan una marca significativa en nuestras vidas.

Y Aiden era un ídolo perturbado que no sabía cómo redimirse.

Apenas el taxista aparcó frente al edificio donde residían los Goldman, Aiden cruzo la recepción para tomar el ascensor, pero cuando las compuertas de acero se extendieron a los lados, Wesley e Irina lo miraron con un aire de desconcierto.

— ¿Por qué has venido? — la chica esbozó una notoria mueca de disgusto.

—Tranquila Irina, Aiden viene ocasionalmente a casa. — Wesley le dedicó una sonrisa al chico.

—Me uní al club de lectura de Charlotte. — Aiden mintió.

—Mi madre no tiene ningún club de lectura. — Wesley frunció el ceño.

— ¿No te dijo? Abriremos uno con Davina y sus otras amigas, creo que hare buenas amistades. — insistió Aiden antes de tomar el ascensor y despedirse con una sonrisa casi forzada en su semblante. No contaba con las repentinas y esporádicas visitas de su prima.

¿Es que acaso no le cansaba sostener una relación a distancia?

Si tan solo supiera que se besó con Wesley algunas veces, y que su amistad era más fuerte de lo que ambos eran capaces de aparentar.

Y no fue hasta que las puertas del ascensor volvieron a cerrarse que Aiden maldijo a regañadientes consiente de que por ahora no podría hablar con Wesley acerca de lo que realmente importaba.


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