Amor con sabor a vino (parte II)

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Advertencia: Capítulo con contenido adulto, lee bajo tu propia responsabilidad, sin más que decir, disfruta mucho de tu lectura, no olvides regalar una estrellita si es de tu agrado.

Era extraño, pensar que estuvo a punto de perder su vida a su lado, le atemorizaba que algo igual volviera a ocurrir, y ahora estaba dispuesto a defender su amor de lo que sea, el destino les puso una prueba complicada, que estaban en el umbral de superar, y es que así son las relaciones, apostar por un camino del que se desconocen todos los infortunios, luchando por construir la felicidad, se hace un salto al vacío con la seguridad de que tu pareja te atrapará. Ternura, confianza, camaradería, complicidad, amistad, hermandad, pasión, deseo, lujuria, todo ello giraba en torno a lo que sentía profundamente por su adorado Cammie.

Aunque siguieran atados de las manos, las cuales estaban detrás de su espalda, se sentía inmensamente afortunado por estar encerrado con él, cualquier prisión o castigo, a su lado no era nada, siempre y cuando pudiera contemplar sus delicadas facciones, y escucharlo decir su nombre con su peculiar y bella manera de hablar, cada vez que lo miraba se perdía, vagaba por las dimensiones desconocidas por el hombre que no se a enamorado, lúcida para los que si se atreven a convertirse en amantes entregados.

Quizá estaba poetizando la situación, ¡pero es que no podía hacer otra cosa!, así se sentía, como si una energía tibia lo cubriera, y le diera el poder de ser alguien diferente, con él siempre sería diferente. Hasta hace un momento, le abrió su corazón para pedirle nuevamente disculpas por comportarse como un idiota, y su lindo aquamarina aceptó, por fin, escuchar su versión de la historia, aparentemente, ese encierro si era la mejor de todas las locas ideas que se le había ocurrido a Kardia, porque aunque conocía poco a Dégel, ese plan pintaba la marca de autoría de su hermano por todos lados, después le agradecería muy a su manera.

-¿Dónde dijeron que estaban las tijeras Milo?

El aludido regresó a la realidad, después de divagar en sus propios pensamientos, cierto, tenían que liberarse, el dulce acento de su extranjero favorito le erizó cada poro de su piel, de verdad lo había extrañado tanto, y lo hizo feliz, compartir ese instante, aunque fuera raro, con él, le sonrió, como solamente él sabía hacerlo, provocando que Camus se sonrojara y ladeara su cara avergonzado, delatando lo mucho que le gustaba.

-Están en la mesa de centro, ahí por el sillón de tapiz turco.

-Me es difícil moverme así, vamos, tendremos que cortar las cuerdas, tal vez debamos colocarnos frente al espejo de cuerpo completo, porque uno de nosotros se aventurará a usar las tijeras con la visión limitada.

-¡¿Qué?!

-Como escuchaste, nos colocaremos de espaldas, y como podamos, cortaremos las cuerdas así.

-Pero Cam, nos podemos lastimar, debe haber otra manera, yo me pondría muy nervioso al pensar en hacerle un corte a tus blancas y bonitas manos.

-Milo, por Zeus, eres un cirujano, te ganas la vida metiéndoles bisturís a todos los pacientes que operas, debes ser muy habilidoso con tus dedos.

-Claro que lo soy Cammie, tú ya lo sabes, mejor que nadie...

-¿Te estás insinuando?

-Claro que si, pero comprende, tenerte lejos de mi me hizo mucho mal.

-Yo hablaba de tus dotes médicos, ¿por qué siempre le das a las cosas una connotación sexual?

-Sólo es contigo, lindo francés.

-Debo reconocer, que extrañaba tus ocurrencias, sin embargo, céntrate, serás tú el que use esas tijeras, mis talentos son otros.

Mi amado Doctor (MiloXCamus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora