Descubrimientos

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Huir de lo que te asusta, escapar de lo que no sabes qué es, alejarte de lo que te pone en una situación de peligro, incontrolable, eso era lo que sentía Milo en el camino a su departamento, salió del hospital tan rápido como se lo prometió a si mismo, solamente se despidió de June en recepción, comunicando que regresaría a las 8:00 pm a cubrir nuevamente su guardia, tuvo mucha suerte al no encontrarse a ninguno de sus amigos, en especial a Aioria, puesto que ya se imaginaba el interrogatorio que sería sometido por parte del "felino", al cubrirlo con tal facilidad, tendría que pensar en lo que le diría, ni siquiera podía engañarse, él había permanecido esa noche en el "Santuario" por nadie más que Camus de L'eau, aquí la duda que le carcomía de ansiedad era el por qué, estaba actuando imprudentemente, esa cercanía al cambiarle el vendaje, y tocar su tersa tez, aún provocaba ardor en su ser.

El aire de la mañana alborotaba su cabello, helando la temperatura de su piel, en algún momento dejó de correr, alentó su caminar, imaginando que sus piernas estaban conectadas con su intranquilo espíritu, y así pudiera volver a un ritmo normal sus latidos del corazón, mientras atravesaba un pequeño parque, cubierto de árboles con frondosas ramas, escuchaba a los pájaros cantar, a los niños reír, a las personas charlar, se sentía ajeno a todo ese mundo, sin una guía, recordando que ese mismo sitio fue testigo de su primer beso con Shoko, una lágrima salió de sus ojos azules, quizá era eso a lo que las personas más sabias como su jefe Dohko o Shaka llamaban el vivir por vivir. 

Miró en dirección al cielo, las nubes grises cubrían el paisaje, parecía que sería un día típico invernal, desde hacía tanto en su mente se manifestaba un espectáculo similar, las dudas, los recuerdos, el dolor, estaban bloqueando la luz que necesitaba en su existencia, poco a poco su vitalidad se estaba consumiendo, y tenía la seguridad del por qué, no había razón en negar lo evidente, el amante en su piel, se estaba consumiendo de un amor que no podía expresar, sus labios tenían tantos besos guardados, que podía escribir en el aire toda la pasión contenida que lo tenía al borde del estallo.

La melancolía lo estaba dominando, no encontraba forma de liberarse, le urgía tanto romper las cadenas del pasado, pero ¿cómo hacerlo?, si aquello era lo más dulce que le había acontecido en sus 27 años de esta vida, vinieron a su mente detalles inolvidables de su amada, cuando la conoció, su amistad, sus pláticas, la forma tan protectora en la que sujetaba sus hombros en la calle, todas las películas que vieron juntos, la primera y última vez que le hizo el amor... bajó nuevamente su vista, y se detuvo un momento a respirar con profundidad, como si estuviera tratando de ahogar un suspiro que acontece al llanto, no, no, ya había llorado tanto, que temía quebrar su alma.

-"¿Por qué no hay medicinas para el espíritu?, mataría por un sedante para este tipo de dolor" .- Los pensamientos del griego ya no eran secreto para nadie (salvo para su nuevo interés y tormento Camus), sin embargo, se estaban haciendo incontrolables, ese francés estaba abriendo sin querer una caja de Pandora, que Milo pretendía haber cerrado con candado y tirado la llave, pero esos ojos, ese rostro, esa voz, le estaban enloqueciendo, si no fuera porque ya era un adulto, con complejos y problemas más profundos, le habría llamado amor a primera vista, sonrió ante eso, si fuera tan simple...

Por fin pudo llegar al inmueble donde se ubicaba su hogar, un moderno complejo habitacional que albergaba inquilinos sumamente prestigiosos, después de todo la herencia de sus padres que se dedicaban a los bienes raíces le había servido mucho, además, ganaba bastante bien como médico, no podía quejarse, al menos no tenía problemas de dinero, si fuera así, ya estaría listo para arrojarse del primer barranco que se le atravesara.

Se dirigió al elevador, observando a algunas de sus vecinas poner una cara coqueta al verlo, tenía ese efecto, ser sexy y atractivo era algo que aun no perdía, pero para lo que le servía, a veces ya de nada valía, la mujer que le interesaba yacía tres metros bajo tierra, y el hombre que le provocó los primeros escalofríos eróticos en años era su paciente, que al parecer tenía una odiosa novia, quizá si era mejor que se lo tragara la tierra.

Mi amado Doctor (MiloXCamus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora