Frenesí

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Advertencia: Capítulo con contenido adulto, lee bajo tu propia responsabilidad, sin más que decir, ¡disfrútenlo!

Las estrellas lucían increíblemente bellas, aquellas constelaciones que han acompañado a la humanidad desde que pisaron esta tierra, y guiaron a los exploradores a descubrir nuevos territorios, los acompañaban en su trayecto al destino que compartían en común, ya era oficialmente un año nuevo, lleno de proyectos personales y en pareja, Milo y Camus ya amaban su tiempo juntos y a solas, mientras conducía, el médico tocaba ligeramente la mano de su francés, y con el dedo pulgar le acariciaba la blanca piel del torso de sus dedos, sugerente, invitante e inquietante, haciendo que ligeras descargas eléctricas viajaran desde su espina dorsal a todo lo largo de sus brazos, sólo se requería un poco más, para que el aquamarina le pidiera que detuviera en ese mismo sitio el auto para que lo tomara ahí, pero por el momento se contentaba con grabar en su memoria ese perfil, literalmente griego, que lo llevaba a las nubes.

Milo sentía que su corazón se incendiaba nuevamente, sin embargo ya no como antes, esta vez, ese calor era la más primitiva fuente de vida, tal como las llamas del sol hacen posible que las especies proliferen por todos los continentes y lecho marino, y era extraño decirlo, pero era la más pura de las afirmaciones decir que el frío de Camus quemaba en él, lo marcaba, y lo reclamaba como suyo.

Antes de irse a la cabaña privada de los padres de Milo, decidieron pasar al departamento que el profesor compartía con su hermano, para recoger algunas cosas de uso personal, como su cepillo de dientes y el de cabello, sus vitaminas, un cambio de ropa y su pijama, aunque el guapo peliazul, ya en el marco de la puerta le insistía a su novio en que eso último no lo llevara, porque no lo dejaría en paz hasta que durmiera desnudo con él.

-Milo, estoy a punto de abrir esta puerta, y me dejarás tomar prendas que me permitan descansar mejor.

-Cammie, no, no es necesario, verás que es mejor sentir el tacto natural conmigo, así, entre las sábanas.

-No insistas, es algo que necesito para estar cómodo, en ese aspecto no soy como tú.

-¡Ay por Zeus!, no le puedo negar nada a mi cubito de hielo, adelante tómala, así me retas a convencerte a base de mi encanto.

-Sigue intentándolo, ya dormí contigo así una vez, pero fue efecto del vino.

-Si claro amor, del vino, intenta convencerte de eso.

La sonrisa más coqueta del mundo se reveló en los labios de Milo, su Cammie era una persona muy terca para aceptar lo que realmente quería, o para dejar atrás su rutina y su serie de prejuicios, de igual forma, a él eso le fascinaba, era sumamente tentador pensar en pervertir a alguien tan correcto, sacarlo de sus casillas, y llevarlo al límite de la cordura.

Ambos hombres entraron rápidamente al lugar, y en menos de diez segundos ya estaban dentro de la habitación de Camus, el Doctor se quedó un largo tiempo prestando atención a los detalles de esas cuatro paredes, más temprano, cuando fue por su bello chico, no tuvo la oportunidad de estar ahí, ya que su Cammie tenía todas sus cosas en la sala, miró con detenimiento todos los diplomas colgados en elegantes cuadros, que daban crédito de que la persona que se los ganó era un erudito en toda la extensión de la palabra, sus ojos azules se dirigieron después al mueble repleto de libros, que más bien parecía una mini biblioteca, repasó los títulos uno por uno, su asombro se acentuó al notar como el clóset de su querido galo era la perfección del orden, todo el ambiente en ese lugar derrochaba inteligencia.

-Cammie, ¿por qué no me dijiste que eras tan inteligente?

-¿De qué hablas?, por cierto, ya casi termino, nada más déjame traer una camisa más casual, no llevaré lo mismo que uso para ir a dar clases.

Mi amado Doctor (MiloXCamus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora