Las escaleras le parecían interminables, eternas, ¿es qué momento se le había ocurrido tomar ese camino, en lugar del acostumbrado elevador?, quería despejarse o quizá era que se encontraba dentro de una ensoñación, ese hombre, lo tenía literalmente en las nubes, que casi choca su automóvil por encontrarse pensando en su hipnótica mirada, y su sutil voz masculina, Kardia perdía el control de sus actos, y el pecho le ardía.
Iba de regreso a su departamento después de pasar dos maravillosas horas al lado de su francés soñado, hablaron largamente sobre cómo ayudar a Milo y Camus a que por lo menos se encontraran un momento a solas, lo único que se les corrió fue que si no fluían las cosas por su propio pie, tendrían que obligarlos a llevarlos engañados a un lugar donde pudieran encerrarlos, sin posibilidad de escapatoria, si, tal vez podría decirse que el plan era desesperado y hasta sádico, pero con la terquedad de sus hermanos pequeños nada era demasiado descabellado, si no aclaraban sus diferencias, su amor corría un gran peligro, ninguno de los dos mayores podía permitir eso, porque les interesaba profundamente la felicidad de sus más cercanos y queridos familiares, además el biólogo envidiaba un poco a su tonto hermanito, porque ya había experimentado lo que es tener el cariño de la persona que más deseaba.
Bueno, por lo menos le consolaba pensar que la misma carga genética de su familia, ya había intimado con la de los de L'eau, y de una manera nada inocente, si no profunda, apasionada, y ardiente, lo que deseaba explicar era que si Milo consiguió conquistar a Camus, él podría hacerlo con Dégel, aunque nunca antes alguien le pareció tan inalcanzable, ¿por qué rayos evitaba hasta mirarlo?, ¿qué lo llevaba a alejar su mano, cuando rozaba con la suya?, ¿es que acaso no le parecía lo suficientemente atrayente?, ¿había tenido mejores amantes?, ¡¿QUÉ ERA?!
Con sus pensamientos hechos un torbellino, se detuvo en el piso donde vivía Milo, le haría una visita, después de dejarlo con su madre, le mandó un mensaje de texto para comunicarle que quería ayudarlo, o por lo menos escucharlo, a lo que el Doctor no se negó, debía de estar hundido en un pozo de tristeza para acceder a algo así.
Por primera vez en muchos años, o en toda la vida, tocó al timbre de la puerta, lo último que esperaba era incomodar todavía más al pequeño bicho, no esperó más de 30 segundos, porque Milo le abrió enseguida y se hizo a un lado para que pasara directo a la sala. Lo notó sumamente apagado y arrepentido, en sus ojos azules, se notaba una clara muestra del llanto que salió sin que nadie pudiera detenerlo. Caminaron y se sentaron en los sillones cubiertos de tapiz negro de cuero, frente a una mesa de centro de fino cristal que conservaba en su interior una escultura de un escorpión celeste, junto a un pequeño jarrón con flores de magnolia.
-¿Qué te sucede Milo?, es obvio que ya lo sé, pero lo que me interesa es saber cómo vas a proceder.
-No sé Kardia, ya me di cuenta que tenías razón, y que me odio por tener este carácter tan impulsivo, me dejé llevar por todo el enojo que sentía.
Milo cubrió con ambas manos su cara, y dejó salir un sonido de frustración, su camisa estaba abierta de los tres primeros botones y su cabello más despeinado que de costumbre, en resumen, era un desastre, por dentro y por fuera, y aunque no lo pareciera, a su hermano mayor, eso pasó a preocuparle todavía más.
-Escucha, tonto, pequeño imbécil, sé que no suelo decir esto muy a menudo, pero lo importante es que ya reconociste tu error, y mira que eso para los Antares nos resulta extremadamente difícil, lo que deberías hacer es tratar de suplicar el perdón de tu querido galo.
-No me escuchará, lo lastimé tanto...
-Si no lo intentas su amor morirá...
-¡No! yo no puedo dejar que se aparte de mi lado, ¿qué hago?
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Mi amado Doctor (MiloXCamus)
RomanceMilo es un médico que sólo vive por su trabajo, desde que su amada Shoko murió, no tiene pasión por nada más, Camus es un profesor que no cree en el amor; Un día por culpa de un accidente, sus destinos se cruzan, ¿podrán descubrir en el otro el sent...