Un aura de paz reinaba en su cuerpo, como si estuviera volando, deslizándose hábilmente entre las nubes, cada centímetro de su piel, clamaba el nombre de una sola persona, del hombre que le devolvió la esperanza de vivir, de aquel que le arrebató su existencia a la nada que significaba la muerte, encontrarse entre sus brazos era el cielo, respirar su aroma era igual a estar en un éxtasis perpetuo, Camus aseguraría con creces, que esa, era la mejor noche de su vida hasta entonces.
Su descanso fue igual de placentero, el tiempo fue relativo, y se rió consigo mismo de utilizar una frase de uno de los científicos que más admiraba, en el plano de una relación sentimental, aunque para él, significaba mucho más que eso, parecía que su corazón aguardaba por Milo desde tiempos que no podía rememorar, quizá el destino si existía, tal vez los lazos mágicos los unían más allá de lo que ambos podían comprender, de igual forma, no le interesaba entenderlo, no deseaba explicárselo, estar con él era más que suficiente, lo admiraba desde lo más profundo de su ser, lo respetaba, le gustaba, le encantaba, y sobre todo, le debía el seguir respirando, aquí, en este bello mundo, y eso, jamás tendría con qué pagárselo.
Despertó con lentitud, la claridad ya se asomaba por las blancas cortinas de la habitación, estiró sus brazos un poco, y al hacerlo se encontró con que estaba solo, su Doctor no estaba con él, miles de ideas recorrieron su mente a una velocidad altamente peligrosa, ¿por qué no estaba?, ¿ya se había arrepentido?, no tenían como tal una relación formal, pero creía que ya habían acordado tenerse más confianza, y darle una oportunidad a lo que expresaban con algo más que palabras.
Su semblante ensombreció, hasta que observó una receta que no estaba ahí el día anterior, abajo de sus libros, todas las indicaciones médicas se encontraban en otra mesa del cuarto, al lado de todos sus medicamentos y materiales de curación, la tomó con esperanza, y no se equivocó, el francés se sobresaltó en la cama, tomó sus lentes de lectura, mientras sus ojos irradiaban dicha al leer que su preciado médico ya no podía alejarse de él, memorizó al instante su número de teléfono, gracias a su inteligencia prodigiosa, ¡claro que lo llamaría!, estaba impaciente, sin embargo, estaba consciente de que en menos de media hora saldría del hospital, vería a Dégel, a sus amigos, incluso a su alumno estrella Hyoga, que le tenían listo un rico desayuno en su casa, pensó un momento en el té verde que le preparaba su hermano, también extrañaba su ambiente, y ahora con Milo se vería enriquecido en gran medida, no podía esperar a volver a verlo, en cuanto estuviera fuera del recinto médico, se comunicaría con su lindo dios griego.
Emocionado, se preparó y cambió de ropa, tenía muchas cosas que vivir al lado de su amado Doctor, ¿estaría bien que lo nombrara así?, porque ciertamente ya lo sentía como una parte muy suya, estaba dentro de su ser y sus pensamientos, se detuvo a meditar unos instantes, en que sería una posibilidad el que no se hubiera enamorado antes, porque de alguna forma lo estaba esperando, y eso necesitaba averiguarlo.
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Kardia salió en su automóvil color rojo, del condominio donde vivían Milo y él, estaba cansado de escuchar a su madre lamentándose por no tener a su hermano menor en la cena de Noche Buena, por su bien y paz mental, iría a sacarlo a la fuerza de ese maldito hospital, es cierto que a él tampoco le agradaban mucho las fiestas navideñas, pero no era justo que solamente le tocara a él el papel de hijo responsable, aquí ambos debían cumplir con los deberes familiares, además, aunque le costara bastante admitirlo, lo había extrañado, la casa donde crecieron juntos, no era lo mismo sin ese pequeño alacrán corriendo y causando alboroto por doquier, y en cierto modo, esas experiencias eran algo que le hacían falta.
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Mi amado Doctor (MiloXCamus)
RomantizmMilo es un médico que sólo vive por su trabajo, desde que su amada Shoko murió, no tiene pasión por nada más, Camus es un profesor que no cree en el amor; Un día por culpa de un accidente, sus destinos se cruzan, ¿podrán descubrir en el otro el sent...