18. Déjate Querer

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No me digas que necesitas

No sonrías de más

Pero nunca de menos

Da igual que no pidas ayuda

Déjame regalarte esta caricia

Da igual que caigas alguna vez

Déjate querer

Déjate llevar


LUIS

26 de JUNIO

Aitana había sufrido unos altibajo de ánimo digno de record, salió empoderada del examen con el firme convencimiento de que iba a sacar esa receta fuera como fuera en el registro, de tal modo que quizás bebió de más en el coctel que había allí mismo y se tradujo en que en apenas cuarenta minutos Euge se la tuvo que llevar a su piso.

El sábado pasó al pánico por perder el trabajo con el que apenas se mantenía porque Euge no le cobraba alquiler y comía en el trabajo casi siempre, de modo que de limpio se quedaba ella todo para gastos hasta ahora.

Ese día trabajaba y yo esperé paciente a que saliera, al ver que María José no estaba y una aparente normalidad se mantenía eso le dio algo de tranquilidad, sin embargo parecía decaída y la tarde del sábado se pasó rápido entre verla desde la distancia preparar el salón y tentempiés de la graduación, evento al que llegó arrebatadoramente sencilla con un traje de chaqueta y pantalón amarillo con un top negro y el pelo sin mayor atención que su pelo suelto y largo, estaba preciosa y no dejé de repetírselo mientras le robaba besos cada vez que nos escabullíamos fuera de los ojos de Euge o María José, aunque fue Euge la que me invitó al evento al verme en la entrega del trabajo final, al igual que a Diego, pues era en el hotel escuela, y presumir de sus dominios era lo que más le gustaba a ella y María José.

Veo como ya aplauden todos ante la presentación de los platos, aunque intentase ser positivo veía que la cara de Aitana reflejaba que el menú no le había salido como quería, y tampoco hacía falta ser un genio para comprobar que el último plato que se servía era el postre, y ella no presentaba la tarta de papaya como deseaba, sino esa panna cotta de la que me habló por la mañana.

Los aplausos cesan cuando los chefs se acercan a probar los mismos, curiosamente a Aitana la evalúa una chef canaria, la cual se presentó al inicio del examen, que más que eso parecía una exhibición.

María José, al ser vocal pero sin voto se quedaba en la mesa examinadora y juraría que estaba preocupada. Mis puños se cierran sobre si mismos canalizando la rabia de verla impune ahí, mirando como Aitana era evaluada por otra persona que esperaba si fuese profesional, y que la segunda mejor opción para esa mujer fuese la mejor opción simplemente para dar broche de oro al menú de Aitana.

El ruido en la sala era continuo bajo, como si realmente por susurrar no se apreciase que estaban hablando, y entonces María José chistó para acallar las voces cuando todos volvieron a la mesa examinadora, tras probar todos, todos los postres.

-Bueno chicos, permitánme felicitarles, porque todos los menús han estado correctos, algunos incluso excelentes-dice la chef canaria-si tuviese que poner un pero sería que recurrir a platos base no siempre es una apuesta segura, porque pensamos que los dominamos, pero son platos tan habituales de nuestro día a día, que cada uno tenemos una manera ya asimilada de tomarlos, y en el fondo experimentar con el amplio abanico de posibilidades es la gracia de esta profesión-la mujer suspira.

En Los Mapas De Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora