Naciendo lloras
Creciendo caminas
Madurando aprendes
Y cuando creces quieres volar
O quieres viajar
Elige el tren
Súbete en el que te lleve más allá
Espera en ese andén
Espera esa compañía
Y conocerás el Edén
ARQUÍMEDES LUIS
20 DE JUNIO
Hay canciones de siempre que va bien cantar a veces…
Hay canciones que dicen que uno se cansa de que le manden…
Naces y sigues lo que te dicen los padres; vas a gatas.
Creces y haces lo que los amigos sugieren; vas en bicicleta.
Te casas y encuentras a alguien que te acompañe a caminar; y es que cogen el buen tren.
Y cuando pierdes a la única persona que te preguntaba qué hacer aparecen los hijo, quedándote en ese tren más concurrido.
Benditos hijos que están, pero vaya tocapelotas que pueden llegar a ser.
Mis hijos habían sido la luz de mi vida y sobre todo la de mi mujer, sin embargo siempre quise que luchasen por lo que quisiesen, desde el más mayor al más pequeño, sin embargo al quedarme viudo se convirtieron en unos miedosos por la ausencia de la mujer de nuestras vidas y sentí que volvía a tener diez años por como deseaban vigilarme.
EL consuelo era que al menos sólo tres de mis cinco hijos me daban la tabarra, pues la vida me había robado a uno de ellos con apenas un año de vida, el primogénito Eugenio, mellizo de mi hijo Luis, en conclusión el mayor, que estaba en Ourense siempre pendiente, del que me sentía orgulloso porque había recuperado nuestras raíces. El mediano, Xoan vivía en Ferrol y sólo bajaba en mi cumpleaños a verme, pues con diecisiete años se fue a trabajar como pescador y marisqueador a O Grove, donde se enamoró y hombre de pocas palabras nos enteramos a los años cuando vimos que se quedó por allí y de un año a otro apareció con la foto de un neno en su cartera. Luego estaban Aurora, que vivía a escasa media hora de mí en el término de A Coruña y Noguerosa, siempre vigilante, mientras su otra hermana Luz había decidido ser profesora y por trabajo se fue a Canarias, que su novio hiciese practicas militares en la isla vecina no sé si tuvo que ver, ella acabó en una isla más oriental que en la que había estado Luis y desde donde se preocupaba por mí.
Mis hijos eran mi tesoro, pero a veces también mi tormento, sobre todo Luis, pues era un poco más tradicional que el resto, o quizás más tranquilo y callado, en contra de lo asilvestrado que yo era y por eso muchas veces chocábamos, sin embargo su hijo, el cual era eminentemente callado tenía ese toque encabritado mío con las bromas jocosas que soltaba tras un largo silencio.
Luis me recordaba a mí antes de conocer a mi Eugenia, no sabía si andaba, gateaba o iba en bicicleta, lo que tenía claro es que no había subido al tren que me hiciese feliz, sino que andaba perdido en el andén viendo que no pasaban las horas, hasta que sí, pasa el tren, y ves la aguja del reloj y empieza a jugar con el tiempo porque ya disfrutas sobre ruedas en ese tren de la vida que formas cuando encuentras a la persona indicada.
Quizás vueles más si estás solo, pero si vas en tren puedes disfrutar del paisaje, ver lo ancha que es Castilla como dice esa vieja canción de Andrés Do Barro. Y es que viajar acompañado es mejor que viajar sólo por querer ir rápido.

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En Los Mapas De Tu Piel
Fiksi PenggemarA veces el camino si es el que pensábamos, a veces el camino es el que una vez soñamos, a veces nos sorprende la vuelta a caer en un precipicio donde zambullirnos de lleno en el agua, a veces, y sólo a veces nos volvemos a perder en los mapas de la...