7. No Te Pido Que Vuelvas

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Cuando no te esperaba

Cuando no había nada

Cogiste mi vida

Le diste la vuelta

No te pido que vuelvas

Porque se que aparecerás

No te pido razones

No juguemos más a las batallas

No me pidas que todas esas palabras que sentí se queden calladas


LUIS

14 DE JUNIO

Como todas las batallas de infantes inocentes el silencio no muerde, porque hay ruido, mucho ruido, porque los niños elevan las voces para callar al que se cree el rey del juego, levantando la voz para hacerse oír sin escuchar al otro hasta que avisan que el juego se acaba y empiezan otro juego hasta que sus padres los llaman.

Algo parecido ocurría con las discusiones de los adultos, porque cuando crecemos se supone que debemos saber cuándo callar y empezar a negociar de otra forma, como si fuese otro juego nuevo, aunque a veces no sepamos hacerlo.

Sin embargo creía que con 32 años era tiempo de asumir que debía actuar como un adulto y ceder ante mi abuelo cuando molesto había discutido conmigo por la forma en la que había hablado a Euge y sobre todo a Aitana, con las que me debatía en cómo darles una disculpa que de sobra sé que merecían. Referente a Euge era de una persona inteligente tener un plan B, aunque en el fondo la espinita del engaño seguía ahí. Sobre todo Aitana merecía una disculpa pues si era realista en la discusión había mezclado cosas que no debería y quizás había demostrado mis frustraciones.

Sin embargo es que llevaba muchas cosas guardadas con ella que quizás no había olvidado sino acallado y no podía negarme que verla hacía que quisiera sacar todo eso de nuevo, las canciones en mi cabeza se agolpaban, la pena era que mi guitarra no estaba aquí conmigo y tampoco podía dejar de olvidar que aunque no podía pedir razones de lo que no fue, las anhelaba conocer.

Suspiro bajo la ducha destrozando mi cabeza pensando en cómo pedirle disculpas pero de verdad y no dejarlo en la disculpa formal y vacía que di por igual ante Euge y Aitana al llegar a la reunión y antes de ver aparecer a su jefa.

Esa que impuso una atmósfera mucho más serena pero también más seca, pues la presencia de María José hacía que todos actuásemos como personas ajenas entre nosotros, como desconocidos que solo hablan de cifras y metros cuadrados, cuando la realidad es que en las reuniones anteriores a pesar de las voces siempre se había instalado un ambiente de familiaridad, incluso la perfecta y estudiada sonrisa de Euge parecía menos rígida cuando no estaba su tía, no como esta mañana en la reunión...


Euge entra con una sonrisa relajada al hall del buffet de abogados donde trabaja Diego seguida de una Aitana que se retrasa cerrando el bolso.

-Rapazas-dice mi abuelo recibiendo a Aitana y Euge abriendo loz brazos

-Don Arquímedes, que bien lo veo hoy, está regio con esa americana-dice Euge dando dos besos a mi abuelo y acariciando la solapa de su americana.

-Hay que venir elegante-dice estirando el cuello de su camisa almidonada sonriendo.

-Hola-susurra suavemente Aitana haciendo que mi cuerpo se tense ante su presencia.

En Los Mapas De Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora