51. Recuérdame

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Cultivar

Crear vida

Plantar alegría

Regar con encuentros

Arrancar malas hierbas

Arrimar buenos momentos

Y no olvidar recoger la cosecha

Recordar cada parte del proceso

No olvidar cómo me hiciste sonreír un día

Y así

Recuérdame


CEPEDA

6 DE AGOSTO

Dicen que somos lo que se recuerda de nosotros.

Lo que conseguimos recordar...

Recordar...

Rememorar esos sucesos que vivimos, que a veces pasaron volando, otros que sufrimos y otros que disfrutamos plenamente.

Recordar, esa acción necesaria para no cometer los mismos errores que antaño, pero también para saber que sí repetir, así como para honrar lo que ya no está y merece la pena recordar.

Recordar, esa acción que hacemos a menudo, porque la vida se pasa mientras recordamos lo que vivimos, como cuando das el primer beso y al instante de darlo ya lo estás recordando, anhelando repetirlo.

Recordar, ese verbo sencillo que engloba una acción que inunda nuestro cerebro y nuestros sentimientos.

Albergar, crear y conservar recuerdos que es lo que hacía en ese instante, en el hogar que nací, brindando con esa botella de albariño en un día de verano rodeado de mis padres, mi abuelo y ella, esa persona que entraba en mi vida y mis días para crear recuerdos nuevos, como sentimientos nuevos que si no fuera por ella, no habría experimentado, y ojalá seguir descubriendo sentimientos a su lado y cultivas momentos que recordar.

Y ahora tocaba grabar en mi memoria cómo la luz de media tarde ilumina sus ojos verdes por las ocurrencias de mi abuelo y mi padre, que acaban con nuestras copas brindando, y sonrisas tibias por doquier.

-Se ha acabado la botella, no sé si habrá más en la cuevita-dice mi padre con la sonrisa tibia recordando esa parte que quedo excavada en la roca en el lateral de la casa que coincide con la zona de la cocina y permite conservar fresco los vinos.

-Luis ¿más?-pregunta mi madre.

-Muller es domingo y tenemos visita-expone como excusa a mi madre.

-La neniña es como si fuera de la casa, no me cuentes milongas, y veo el corcho y el abridor botados -dice mirando.

-Si quiere yo lo recojo Encarna-se ofrece Aitana levantándose de la mesa.

-No filla que para eso sí eres visita-dice mi padre ganándose una mirada asesina de mi padre que hace carcajear a mi abuelo saboreando su copa de vino.

-Bueno, yo voy a preparar la masa de las filloas pal café y pasar el piso de la cocina, si queréis ayudarme quedáos aquí para no pisarme lo fregado-dice mi madre sonriendo y dejando una leve caricia en el hombro de Aitana y luego mío.

-Entonces yo escapo al sofá para descansar la vista-dice mi abuelo mientras río al ver cómo sale veloz hacia el salón.

-¿No vas a ver el tiempo hoy Luis?-pregunta a mi padre mi madre caminando ya hacia la cocina, aludiendo a una de sus costumbres inamovibles a menos que haya fiesta, poner la televisión a medio día para ver si al días siguiente cuán alejada estará la temperatura de 20 grados , que según él es la que debía haber siempre, cosa que sólo se conseguía de forma más o menos estable.

En Los Mapas De Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora