44. Verde

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Si tus ojos hablaran

No serían luceros sino sinceros

Si el azul los guiase nos tragaría el oleaje

Quizás el marrón de mis ojos nos aferre a la tierra

Pero tu color nos eleva

El verde los inunda

Como la esperanza

Que nunca muere

Verde

CEPEDA

31 DE JULIO

Todos asociamos a los colores cosas, como el rojo matemáticas y lengua azul, aunque para otros el rojo sería lengua y matemáticas azul, quizás ni uno ni otro, pero si en algo está de acuerdo la gente es que el verde es naturaleza, por ello para mí siempre me ha transmitido tranquilidad, me ha hecho sentir en casa, nací rodeado de más verde que nada, puesto que mi madre se puso de parto en medio de una caminata cerca de la finca de mi abuelo en Noguerosa, por las Fragas, mi madre aseguraba que desde pequeño era tan cabezota que no pude esperar a llegar a un hospital para nacer, si algo lo quiero ya y ahora no solía tener paciencia para esperar y eso lo demostré naciendo en el jardín de casa de mis abuelos, llegando a por el coche para ir al hospital, donde si bien fugura que nací, la realidad es que allí sólo cortaron el cordón umbilical.

EL verde era necesario para sentirme en paz, aunque viviese fuera de Galicia no podía sentir paz hasta que llegaba a un remanso verde, y en Canarias ese verde lo encontraba en sus cumbres, aunque si era sincero no vi un verde que transmitiera tanta tranquilidad como en los ojos de Aitana, ese verde era un cable a tierra, una invitación a la paz, era como sentirse hipnotizado y relajado, entrar en un estado de duermevela cuando conectaba con ellos, que me adormitaba y a la vez me hacía sentir vivo, mientras sólo sentía ganas de quedarme recostado observándolos.

Sin embargo la tranquilidad es algo que me esquivaba cuando entraba a trabajar en el despacho, el caos y los gritos de Don Tomás no eran para nada relajantes, y el verde que necesitaba era el de la esperanza, dicen que el verde es el color de dicha inclinación a la utopía, pues la esperanza en cierto modo es confiar en que algo lejano e irreal va a suceder o puede ser, una utopía…

El verde era el color de la carpeta donde se decidía el futuro de mi abuelo también, quedaba apenas una semana para presentar el recurso al ayuntamiento de A Coruña para evitar que le quitasen la finca a mi abuelo, y ese verde era también esperanza, esperanza de lograr que mi abuelo al fin encontrase paz, por ello esa carpeta que iba y venía dentro del despacho, pasando de mano en mano era el color  que ocupaba mi mente, y sólo podía relajarme cuando pensaba en que el verde era también esa mirada que deseaba pronto ver para comprobar que quizás las cosas no habían cambiado tanto, pues cuando mirara sus ojos podría entender si seguía habiendo esperanza para nosotros…

El verde, un color que representaba mi estado de ánimo estos día, verde como sus ojos, verde como Galicia, verde como esa carpeta que ahora descansaba en las manos de Don Tomás dentro de su Despacho, encerrado entre montones de papeles, ignorando esa carpeta haciéndome enfurecer… Quizás necesitase un segundo, pues el silencio da un suspiro para detenerse y esperar a algo nuevo, a la esperanza verde, pues momentos antes me decía que estaba todo casi listo, que a las nueve, hora de apertura al público del despacho en Barcelona llamase al abogado asignado al caso para los últimos retoques, que no era otro que Diego….

Diego, ese Diego que quería seguir pensando que era mi amigo, ese Diego que estaba ausente, necesitaba hablar con él, y lo había pospuesto , hasta que ahora me encontraba que tenía que llamarle para hablar de lo de mi abuelo , me resultaba triste llamarle por trabajo, a él; a mi amigo, y dudaba que me contestase, dudaba de marcarle desde el número de la empresa por si me colgaba.

En Los Mapas De Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora