En Los Mapas De Tu Piel

22. Ego

Ego llama a la puerta

Ego se responde

Ego se escucha

Porque ego es todo ego

Pero recuerda Ego

Que existe Karma.

AITANA

27 DE JUNIO

Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Dicen que todos vemos la bondad en donde deseamos encontrarla y que todos queremos creer en la humanidad. Dicen que el ego quema esperanzas y bondades, y que cuando juegas con él también quemas tu karma.

No me gusta pensar mal de la gente, me hace sentir mal así, me hace pensar que si yo desconfío de los demás, los demás también pueden desconfiar de mis buenas intenciones, y eso es algo que siempre me ha perturbado.

Mi padre siempre me ha inculcado que no haga lo que no me gustaría que me hicieran, que fuera siempre consecuente con cómo me comportaba, siendo sincera en lo que sentía, pero nunca cruel, sin tacto, ni malvada.

Qué guardara el ego en un lugar muy alejado y apartado de mí, que simplemente tuviera respeto hacia mí misma, eso sí, pero alejando lo malo, porque ni el ego es bueno en muchas circunstancias.

Ahora mismo por esos mismos consejos resonando en mi conciencia me sentía fatal, me sentía temblar y dudar hasta de mi sombra, me sentía sumamente mal mirar a los ojos a María José y simplemente pensar cuál será su siguiente paso como si fuera una contrincante, dudando de sus intenciones, de porqué trae a mis padres, si acaso lo hace para cerrar mi boca, callar mis pensamientos o dejar por delante su ego...

Muchas veces me habían explicado que había personas a las que podías querer, adorar, incluso admirar a ciegas hasta que un día abrías los ojos, era como quitarte un velo, y todo lo que antes admirabas ahora ves fallo en ello.

Quizás parecía exagerado, pero eso me ocurría con María José, ahora sus ojos no me parecían sinceros, sus palabras me parecían mentiras y sus abrazos veneno.

Ella, que me había dado un abanico de oportunidades y que había sido un punto de inflexión en mi vida, había sigo mi estela a seguir, mi referente, y ahora se caía esa estrella...

Mi padre también me enseñó a ser agradecida y es por ello que cuando estoy en el hotel con mis padres y ella, suspiro, razono y esbozo amablemente un agradecimiento a María José por haber traído a mis padres por mi cumpleaños.

-Gracias-susurro con la voz seria en medio de mis padres.

María José me envuelve entre sus brazos y me siento como una presa entre los 1000 tentáculos de un pulpo, sintiendo como amenaza con soltar ventosa por ventosa veneno, o tal vez como si una víbora estrujase mi cuerpo entre la extensión de su peligroso cuerpo.

Mientras mis padres sonríen complacidos con ella, alabando su gesto para conmigo, y mi mente desconecta, porque no puedo parar de pensar que ese gesto no es gratuito. ¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar para conservar su ego? ¿Hasta dónde por no verse expuesta por mí ante sus colegas de profesión? ¿Qué ocurriría si se enterasen de que ha estado usando como propia una receta de una alumna que no lleva ni tres años estudiando cocina? Saldría muy dañado su ego, eso seguro, y ese era un rasgo de ella que ahora veía inseparable de su persona.

Miro su sonrisa esbozada de forma matemática como le enseñó a Euge, y ahora me irrita, entiendo un poco a Luis cuando muestra su desánimo en cuanto a Euge, tal vez siente esa falsedad en Euge que yo siento ahora en María José, aunque Euge simplemente la esboza para proteger a su hija y su marchito corazón, María José en cambio empezaba a intuir que lo hacía en beneficio de su ego, el cual no puede dejar en evidencia delante del mundo culinario, donde ella quiere reinar cueste lo que cueste...