dos

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Jeongin a duras penas se levantó de la mesa en la que estaba sentado, cerrando su libro y guardandolo en su mochila. En el camino arrojó en el bote de la basura el cartón de la leche que estaba bebiendo, su doctora le había recetado más calcio por sus dolores recientes de espalda.
Con los pies arrastrando en el suelo se dirigió al invernadero en el patio de la escuela, donde allí se encontraban sus únicas amigas, las flores y plantas. El plantel era su "Lugar Feliz" hacía que su estrés y ansiedad bajara con tan sólo cuidar de las flores.
Jeongin desde que tiene memoria adora la floricultura, el aroma de cada flor era como dulce miel para su sentido del olfato. A decir verdad, Jeongin era muy sensible a los olores.

Fue con cautelo al lugar, tenía unos pocos minutos antes de volver a entrar a su salón. Cerró la puerta tratando de hacer el mínimo sonido y se adentró entre el verde plantel.
Abrió su mochila, sacando una botella de agua, para regar su flor favorita, una rosa.

"Tranquilo Jeongin, debes arrojar el agua sin salpicar una gota fuera de la maceta, porque sino, sería un desastre, y a ti, no te gustan los desastres."

Su plan salió tal cual lo había pensado, ni una gota se derramó y la bella rosa obtuvo su dosis diaria de agua que Jeongin le daba cada día de la semana, exceptuando los fines de semanas.
Tocó uno de sus finos y rojos pétalos, disfrutando el suave tacto, era simplemente magnífica aquella flor ante sus pequeños y rasgados ojos.
Estuvo un rato más paseándose entre las plantas, pellizcando sus dedos nuevamente. Soltó un quejido.
Jeongin se acercó a una enredadera para tocarla, pero no tuvo en cuenta que esta tenía espinas y se hizo un leve corte en la palma de su mano. Apretó sus ojos por el punzante dolor.
La sangre brotaba por doquier, y no tuvo otra opción que salir de su "Lugar Feliz" para ir hacia el baño a limpiarse.

Empujó la puerta con todas sus fuerzas y corrió hacia el grifo abriendolo.
El agua cayó sobre la mano de Jeongin, mezclándose con el líquido rojizo que causó aquella enredadera.
Cuando el corte ya estaba algo desinfectado, el joven abrió su mochila para sacar banditas, siempre llevaba consigo de todo por si algo llegaba a pasarle, era muy precavido.
El dolor cesó un poco, su receso estaba por terminar y debía dirigirse a su otra clase, no quería llegar tarde, pero el choque con una persona se lo impidió, haciendo que él caiga al suelo.

-¿Qué no te fijas por donde vas? - se escuchó una voz ronca - ¿Te encuentras bien?

La persona extendió su mano frente a él. Jeongin levantó su vista encontrándose con un muchacho ojos avellana, cabello recogido en una coleta, labios realmente voluptuosos, y la camisa con algunos botones desabotonados, dejando ver un poco de su piel canela, parecía sacado de una revista, como las que él leía cuando esperaba su cita con el terapeuta. Efectivamente era el chico nuevo, ¿Cuál era su nombre? ¿Kang Huijun? No lo recordaba, no le tomó mucha atención.
Sus miradas se conectaron por tan sólo unos milisegundos, pero para Jeongin duraron años.
La mano del joven seguía extendida, pero Jeongin no la tomó y decidió levantarse por su propia cuenta. Hizo una reverencia.

-Estoy bien. Ahora debo irme.

Y salió casi como un rayo del baño, apretando las correas de su mochila, lo cual siempre hacía cuando estaba nervioso.

"¿Por qué mi corazón late tan rápido? Mis manos están sudando."

El color carmesí fue subiendo por las mejillas del menor, aquel encuentro había sido algo nuevo para él, pero entró en pánico que lo único que pudo hacer fue irse casi corriendo.
Genial, ahora estaba sonrojado, y completamente avergonzado.

Llegó a su salón antes que todos sus compañeros y que el profesor. Otra vez hizo lo mismo que en las anteriores clases.

"Lápiz a la izquierda. Borrador abajo. Bolígrafos a la derecha. Cuaderno en el medio. Libros debajo del banco."

𝐀𝐍𝐗𝐈𝐄𝐓𝐘 ✗ hhjn + ygjnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora