Día ¹

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«Día ¹: Agarrados de la mano»
[✨]

Zim estaba en el bosque experimentando con los árboles, como siempre siendo acosado; como siempre, se trataba de la única persona que le prestaba atención, Dib.

Zim probaba toxicidades en las plantas, ya que su siguiente plan era que éstas hicieran mal a la humanidad, repartiendo cualquier cosa menos oxígeno, ya que, había descubierto que en eso se basaba toda la vida en la Tierra, sí desaparecía — lo cual los humanos ya estaban contribuyendo, pero no lo “suficiente”— haría que toda forma de vida muriera. Pero primero necesitaba saber como cambiar la biología de los árboles, por eso probaba en pequeños arboles, y solamente conseguía que murieran, su muerte no se propagaba ni menos lograba lo que él deseaba.

Frustrado pateó la primera cosa que estaba frente a él, lo cual era un “árbol”, muy pequeño y mal acomodado comparado con los otros de su misma especie. Le pareció menos doloroso patearlo de lo que esperaba de la fuerte corteza de un árbol, ¡inclusive le causó dolor a la planta!, ya que ésta emitió un quejido de dolor, hasta retrocedió.

— Mh. . . que rara planta. Bueno, ¡hay que probar esto con toda clase! — Exclamó acercando un tubo de ensayo con la sustancia a la planta. Se echó a correr lejos del invasor, el cual le persiguió — ¡Planta inmunda! ¡Deberías agradecer que Zim te tiene en consideración para sus planes!

Finalmente, saltó sobre el árbol para al fin alcanzarlo. . . inevitablemente se le cayó el disfraz a Dib. Al notar que compartía el espacio personal, Zim se alejó, notando que realmente ya ni tenía el tubo de ensayo en la mano.

— ¡No te dejaré de te salgas con la tuya Zim! — Exclamó Dib

— ¡Humano tonto! ¡Ya erradique gran parte de las sucias plantas que necesita tu especie para vivir! — Se echó a reír, cuando sólo mató pequeños brotes de árbol

— Um. . . en realidad no has matado la gran cosa. . .

— ¡Mientes! — Dijo chillón — ¡Mientes! ¡Mientes! ¡Mienteeees! — Repetía molesto.

Dib recordó a qué iba (además de verlo, eso ya se había hecho una costumbre que disfrutaba).

Sacó un artefacto de su gabardina y lo acercó a los ojos de Zim, emitió un ruido casi inaudible y un destello rápido. Le causaba una amnesia temporal a aquel que que lo viera.

En realidad no le iba a hacer algún daño grave, solamente quería verlo desorientado, y tal vez hacer que se descubriera él solo (no recordaría que no poseía su disfraz), así ni tendría que mover casi ni un dedo — a pesar de que ya le había costado que lo correteara—

Zim se quedó inmóvil sentado en el pasto, viendo a todas partes con desconfianza, más al individuo que tenía en frente, algo asustado.

— Eh. . . ¿q-quién eres? — Preguntó como un niño pequeño

— ¡Ajajaja! ¡Si! ¡No recuerdas nada! — Celebró confundiendo al pequeño extraterrestre.

— ¿Quién eres? — Preguntó vulnerable, parecía como si quisiese llorar — Y. . . ¿dónde estoy? ¿qué hago aquí? No. . . no estoy feliz — Exclamó tomando su cabeza en sus manos, derramando pequeñas lágrimas, que no le lastimaban, puesto que no eran exactamente agua, finalmente se hizo bolita en frente de Dib

Ya comenzaba a oscurecer, y ahora Dib no sabía que hacer; Zim no se movería de ahí, al no recordar nada no había razón para ser presumido y pretencioso, mostrando que en realidad era muy vulnerable y aunque costase aceptar, era muy tierno.

Le sintió mucha lastima, y realmente no quería dejarlo ahí, el efecto no se iría hasta después de varias horas, y el pronóstico del clima había previsto lluvias a horas de la noche, no podría dejarlo allí tan inocente

Exhaló frustrado, rodó los ojos, sin creer lo que haría. Le ofreció su mano, Zim la vio, y no la tomó, por miedo. Después, Dib sumergió su mano entre el cuerpo compactado de Zim buscando su mano, y se lo llevó a la fuerza.

Zim temía por su vida, pero al final no tuvo elección, ahora su problema era que el más bajo no poseía disfraz, se quitó la gabardina y se la puso encima, haciendo que el alienígena se estremeciera, pero no resopló.

Se lo llevó algo enojado hasta su casa, le explicó a Gir la situación, y le ordenó que lo cuidara hasta que se le pasara. . . realmente no entendió mucho, pero fue al fin que su amo jugó con él, puesto que no tenía qué hacer y eran como un par de niños.

³º días- ZaDrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora