³º días- ZaDr

Día ²⁵

«Día ²⁵: Mirándose a los ojos»

[Continuación del capítulo anterior]

[🌟]

Regresaron al planeta Tierra después de su visita lunar, y como Dib aún no quería ir a casa (y ciertamente Zim no quería que lo hiciera) fueron a la base de éste último. Encontraron a Gir viendo la televisión.

— Gir, no nos molestes, estaremos en el observatorio — Exclamó Zim llevándose a su novio abajo de la casa

— ¡Uuuuh! — Gritó Gir haciendo burla a la privacidad que tendrían, sonrojando a ambos

— ¡Cállate! — Ordenó el más pequeño

— ¡Suerte! — Deseó con tono picarón.

Zim se sentó en el inodoro, y Dib prefirió irse por el bote de basura, aunque al final el más bajo lo siguió por miedo a que se perdiera.

Llegaron al observatorio, que sólo constaba de un piso suspendido en el aire y el gran telescopio, casi igual al del reciente accidente.

— Zim. Estoy seguro de que la lluvia de estrellas ya acabó. ¿Qué más podremos hacer aquí?

— ¿Acaso no puedo ver el universo porque quiero? ¡Este telescopio tiene un rango de visión que ni siquiera puedes imaginar! Puedo ver a otros invasores desde aquí. — Exclamó presumido

— ¿En serio? Eso sí debe estar lejos. — Zim rió leve

— Claro. — Contestó vanidoso — ¿Qué quieres ver? Sí tengo suerte podré encontrar cualquier fenómeno en unos minutos.

— ¿Qué tal. . . tu planeta? — Sugirió, aunque el cuerpo de Zim reacciono de mala manera, recorriéndole un escalofrío por todo su cuerpo, no quería saber ya nada acerca de Irk.

— Eh. . . ¡Ni siquiera deben estar ahí! ¡Siguiente! — Demandó 

— Bien. . . tal vez ¿una enana blanca?

— ¿Es todo? ¿Una enana blanca? Sé la localización de una. — Zim comenzó a mover el telescopio por todos lados, y ante unos minutos de no obtener resultados, prefirió un camino más fácil — ¡Computadora! Muéstrame la enana blanca vista hace poco, y proyecta la imagen en la pantalla

— Si amo.

— ¿Lo ves? Todo manejado — Exclamó orgulloso y se sentó en el borde de la plataforma, invitando a Dib a su lado.

No tardó mucho hasta que se visualizó el acercamiento a lo que en un futuro se convertiría en una gran estrella, y después colisionaría como nova, o tal vez se hiciera un agujero negro, como sea, se convertiría en el mismo caos y demencia reencarnados.

La luz blanca resaltaba la brillantez de los globos oculares de Zim, teoría que resultó verdad, elaborada por Dib en unos segundos. Una enana blanca realmente no tenía nada en especial, y el humano lo sabía, sin embargo al combinarla con los ojos de su pareja, ¡crearía algo hermoso! ¡Y se estaba creando!

Inmediatamente, Dib alejó la vista de la pantalla y la dirigió hacia Zim, quien veía la imagen con simpleza y los ojos bien abiertos, totalmente conveniente.

No tardó en sentir la mirada del contrario, y sin miedo lo volteó a ver.

 Dib veía cada resplandor que surgía de los globos oculares de Zim, y éste observaba el reflejo de todo en sus lentes, de la imagen, de su base, de sí mismo, siendo encantado.

Se acercaron, como la típica imagen de una pareja enamorada que se sienta unos centímetros más cerca del otro, hasta quedar totalmente juntos, juntando sus frentes y sin separar sus vistas.

Odiaban cuando parpadeaban, cada segundo era valioso en cuanto verse refería, aunque era un regalo cuando abrían los ojos de nuevo, era como ver un amanecer después de horas de oscuridad.

Zim no pudo aguantar y le dio un beso pequeño y rápido, para después repartir más así por toda su cara, aunque ocasionó que cayeran al vacío por unos momentos, se sujetó con sus patas arácnidas y Dib le pidió que lo dejara así unos segundos, sentía que volaba (aunque siempre se sentía así junto a su pareja)

Al final Zim lo llevó a su casa, en la que nadie notó su ausencia, y nunca estuvo más feliz de que así fuera.