Día ²⁸

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«Día ²⁸: Haciendo algo ridículo»

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— ¿Qué demonios estás haciendo, Zim? — Preguntó confundido en la puerta de la base de del último mencionado

— ¡Visto un traje de oso! — Presumió con la prenda puesta.

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Zim comenzó a interesarse por la biología del planeta, y comenzó a pensar en que sí seguiría su vida en la Tierra, necesitaría parecer más normal, empezando a considerar con más interese lo que podía y no consumir, tocar y siquiera estar cerca de ciertas cosas, conociendo a las frutas.

Gir le hizo el favor de conseguirle variadas frutas, mientras él crearía muchas vacunas anti-alergía por si le pasaba algo mientras las consumía. El pequeño robot llegó con bolsas llenas de frutos, dando comienzo a la prueba

La fresa, le resecó la lengua, casi quemándola; la sandía lo quemó, después de todo se conformaba casi en su totalidad de agua; el plátano le supo bien (después de todo era dulce); la naranja lo calcinó al instante, era como poner alcohol en una herida; y la manzana, lo embriagó.

Comió la manzana y le fascinó, le causaba una sensación expectante, de relajación y diversión, anhelando cada vez más esa fruta, mandó a Gir por más y ordenó que se deshiciera de lo demás.

Salió volando por el fruto, mientras Zim saboreaba éste, inclusive pensando en llamar a su pareja a que le acompañara, aunque se le ocurrió una mejor idea.

— ¡Debo llamarle a los más altos!

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Zim volvía a reconectar las transmisiones con los más altos muy torpemente, Gir ya había llegado con cajas enteras llenas de manzanas de toda formas y tamaños, notando que las de color rojo le daban una mejor sensación, y que en realidad con una sola manzana ya podría estar casi desmayado, por lo que comía pequeños mordiscos y de manera lenta

— Señor, eso podría hacerlo yo — Sugirió la computadora, al notar que Zim hacía más un desastre con los cables.

— ¿Insinúas que Zim no puede? — Preguntó indignado, la computadora suspiró

— No señor, continúe.

— Así me gusta

Tardó hora en poder conectar lo suficientemente bien, volviendo arriba mareado y tambaleándose.

— ¡Computadora!

— ¿Si?

— ¡Comunicame. . .— Pausó dando un mordisco — con lo más altos!

— ¿Cree que se encuentra en condiciones para hacerlo? Podría hacerlo después amo — Sugirió intentando persuadirlo, conociendo que haría una completa idiotez.

— Tienes razón. . . ¡me hace falta algo! ¡Gir! ¡Trae mi traje de oso! Después de tanto tiempo debo impresionarlos. . .— El robot obedeció y Zim se alistó para la llamada — ¡Listo! ¡Comunicame con los más altos!

Parecía como sí la computadora lo lamentaba con todos sus. . . ¿cables?

En lo que la señal llegaba a La Inmensa, Zim mordió grandemente la manzana, era como si se hubiera acabado media botella de vino de una sentada

³º días- ZaDrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora