Día ³º

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«Día ³º: Algo subidito de tono»

[💫]

Zim seguía clavado en la idea de su noche de bodas, investigó más y conoció escenarios típicos del acto, tomando notas e inclusive planificó cambiar su sala para poder recibir a su invitado.

Movió su sillón en medio de la sala, asemejando lo más posible a una cama, colocó miles de velas — bueno, no tantas —, cerró las ventanas y las cubrió con oscuras cortinas, dejando que las velas hicieran su trabajo, después de investigar su significado, acomodó varios ramos de rosas rojas al rededor de la habitación y sirvió jugo de uva simulando vino (aunque su copa fue jugo de manzana)

— ¡Listo amo! — Llegó Gir volando saludando militarmente

— ¿Seguro que lo recibió?

— ¡Si!

— ¡Bien hecho Gir! Ahora, sal y no regreses hasta tarde.

— Pero. . . ¡mire una ardilla! — Salió disparado por la puerta que por alguna razón se encontraba abierta

Zim posaba dramáticamente frente a la puerta, sin saber sí aparecer con o sin disfraz, qué decir, o cómo actuar, sin embargo el destino caprichoso, presentó a Dib frente a su puerta rápidamente, y a fin de cuentas salió disfrazado

— Hola Zim, ¿para qué me necesitabas? — Pausó — Y gracias por la rosa — Mencionó mirando la flor en sus manos con cierta extrañeza

Zim lo tomó del cuello de su gabardina obligándolo a entrar, el de cabellos negros cerró la puerta tras suyo

— Supongo que conoces el significado de las rosas, Dib. — Éste entendió al instante y comenzó a sudar preso de los nervios

— S-si

— ¿Y qué me dices? —

— Eh. . . Zim — Lo arrinconó ante la puerta, la cual cerró toda luz que se había colado, siendo las encargadas de alumbrar un poco las velas

— ¡Me dirás que si porque te comprometiste a ello! — Dib se arrepentía de no haberle explicado que se trataba de un juego lo de casarse, sin embargo Zim ya estaba muy comprometido y no podría decirle que no, aunque tampoco planeaba a casi perder su virginidad a esa edad y en esas extrañamente planeadas circunstancias.

Zim lo dejó sin escapatoria y se apegó mucho a su cuerpo, tensándolo. El más bajo le tomó de la nuca, efectuando el inminente beso, frotó su pierna con la cintura de Dib, intentando provocarlo, lo cual consiguió con el tiempo; Dib lo tomó entre sus manos, y se encargó de llevarlo hasta el sillón, Zim dio un leve salto cuando notó que lo estrujaban, en su mente pensó que él mandaría en la totalidad. El humano retiró la peluca y lentes de Zim con desespero.

Dib se posicionaba encima del contrario, quien no se iba a conformar ni planeaba desempeñar el rol de una hembra, intentando ser él el que sometiera al contrario, aunque en realidad ninguno lo hizo, ni uno de los dos se sumían ante el otro, pero tampoco se imponían.

Se besaban y acariciaban por igual, solamente que Zim quiso hacer lo más apegado a una noche de bodas, y ya que su anatomía no se lo permitía, quería hacerlo por su novio, y empezó a frotarse con más intensidad, en donde más sentiría el contrario, el más bajo se asombró al sentir la reacción biológica del humano entre sus piernas, soltando un leve jadeo, aunque no fue el primero.

A Dib se le hizo un nudo en la garganta y Zim se sintió glorioso, triunfante, dominante, y  por consecuente continuaba besándolo con la misma (o inclusive más) pasión, siendo lo que más gozaba con mayor intensidad.

Dib entre jadeos y súplicas le pidió que parara, porque no sabía qué podía llegar a hacer con Zim con tal de satisfacerse en una totalidad, y era mejor no descubrirlo, todo hombre tiene un punto de locura, y Dib no quería conocer el suyo en ese momento. Zim tardó en obedecerlo, notando que realmente estaba gozando cada segundo en que continuaba en su labor, inclusive aumentó su ritmo, contrario a la petición de su pareja, aunque al final acató sus órdenes, en parte porque Dib lo tomó de las caderas con fuerza, obligándolo a detenerse.

Eso no detuvo a Zim a continuar besándolo con pasión y de vez en cuando éste mismo comenzaba de nuevo una felación, totalmente seductor, sin embargo Dib lo detenía de inmediato

— ¡Declaro el matrimonio consumado! — Contestó Zim sentado a lado de Dib con su disfraz puesto, saboreando chocolates, al tiempo que alimentaba al humano con éstos, intentando en veces seducirlo de alguna forma — ¡Y exijo repetirlo en algún momento! — Dib enrojeció grandemente, teniendo una sonrisa nerviosa, respondió. . .

— Ya veremos

Y realmente estaban un poco impacientes por ello.

³º días- ZaDrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora