Día ⒙

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«Día ⒙: Haciendo algo juntos »

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Ambos paseaban en una tarde un poco más cálida que las de el resto del mes que ya habían estado sufriendo. Había menos personas, la mayoría (al igual que ellos) eran parejas que disfrutaban del ambiente.

Ese parque se había vuelto algo especial para ambos, no solo los pequeños momentos que habían vivido, sino que tenía algo que les decía que ahí se podrían amar.

Zim pisó hojas secas, desde hace unos meses no pisaba ese césped, y por consecuente no había oído el característico crujir de la muerte temporal de los árboles.

Le parecía algo vacío, intentaba ver lo bello del planeta para superar con más facilidad su abandono a su civilización, y ciertamente le encontraba un arte a todas esas hojas, sin embargo no uno muy amoroso.

Parecía como si las hojas supieran que morirían, dispuestas a eso para dar lugar a la libertad del árbol, y a otras hojas, es decir, a reemplazos.

Parecía un sacrificio muy generoso, sin embargo sin gracia, ¿de qué les servía? Otras hojas lo habían hecho por ellas, para nada, para caer y ser pisoteadas. Zim recogió la próxima en su camino, y su acompañante le vio con dulzura, sin conocer la razón de acoger al pétalo, pero le parecía lindo que su pareja tomara algo de su planeta y lo analizara como si fuera la primera vez que lo viera, y que no lo despreciara, al contrario, quisiera amarlo y cuidarlo, lo cual se encontraba pasando, lograba ver lo lindo que era todo, comparaba, en su planeta nunca vio algo parecido, algo natural, y poco a poco a todos los habitantes les dio igual su pasado, Zim no sabía sí Irk tuvo etapas de belleza natural y tuvo organismos vivos además de ellos, si tuvo a pequeños alienígenas que quisieron pelear por conservarlo (y obviamente hubiesen perdido), ¿cómo había personas que se lucraban y veían el proceso de destrucción sin sentir nada? El pelearía por ese parque sí se lo intentaran arrebatar, comprendía totalmente el odio de los humanos por ellos mismos, no sólo por ser "inferiores" a muchas cosas, sino por ser malditamente destructivo, igual su especie. . . por eso pudo convivir con humanos, le costó admitir, se parecían mucho ambas especies, sin embargo, al menos los Irken sabían de lealtad, ellos se matarían entre sí en el mismo espacio.

Dib notó que Zim se sumía mucho, comprendía que trataba de entender el planeta, sin embargo le empezó a asustar que estuvieran bien.

— Zim — Solamente lo llamó, lo devolvió a la realidad, Zim volteó a verlo con duda y éste beso la enguantada mano de el más chico, igual la hoja que mantenía en su mano — ¿Quieres que la guarde? — Zim la vio con detenimiento, y se la entregó, con sumo cuidado la guardó en su gabardina y continuaron caminando.

— Este planeta es realmente fascinante. —

— Lo sé, es muy lindo. — Concordó Dib tomando en manos el último pétalo de un árbol que curiosamente cayó a sus manos.

— Y. . . lo destruyen constantemente — Soltó de golpe, Dib supo de Zim comprendió la naturaleza humana, algo que quiso evitar lo más posible

— Se supone que es para un bien mayor. — Dejó caer la hoja — ¿Pero qué bien sería mejor que mantener nuestro hogar?

—. . . Y los Irken hicimos lo mismo — Lamentó cubriendo su rostro con sus manos, comenzando a llorar.

Asustó a Dib, quien lo llevó a un árbol sin hojas, lo sentó en el regazo de éste y se posicionó a su lado abrazándolo por la espalda

³º días- ZaDrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora