Halloween

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Me acuerdo que hace algunos años asistí a mi primera fiesta de Halloween. Nunca había celebrado Halloween, así que estaba muy emocionada. A mí me encantaba disfrazarme, así que estaba muy contenta. Iría con mi mejor (y única amiga) a pedir chuches al pueblo vecino, y nos lo pasaríamos muy bien. Tenía muchísimas ganas de ir, así que me puse enseguida con el disfraz. Mi cuidadora me ofreció ayuda, pero la rechacé. Yo era muy buena con los disfraces, así que no necesitaba ayuda. Yo era así: individualista, ambiciosa y egocéntrica.

Mis padres no me ofrecieron ayuda, ya que no los conocí. Todos los recuerdos que tengo son en el Orfanato Municipal de Barcelona, orfanato en el cual mis padres me dejaron nada más nacer. No les guardo rencor por abandonarme, ya que mi vida en el orfanato no fue infeliz, pero sí les guardo rencor por el hecho de no intentar encontrarme o contactarme. Yo siempre esperé una llamada, un mensaje o una visita. Pero no recibí nada.

La cuestión es que yo me había montado mi disfraz solita. Yo era muy cabezona, y no dejaba nada a medias. Me había disfrazado de astronauta. Me gustaba el espacio. Me gustaba imaginarme que flotaba en la luna, que descubría cosas nuevas. Tenía talento para los disfraces y para esconderme. Era muy sigilosa y callada.

Otra habilidad que tenía era que era muy astuta. Todo lo que hacía tenía un propósito final. Y nunca perdía una pelea. Siempre me salía con la mía.

La fiesta de Halloween fue perfecta. Todo el mundo me felicitaba por mi disfraz, y yo me sentía orgullosa. Me lo pasé muy bien.

Roma ~ La Casa de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora