Me desperté. Miré el reloj: las 6:00 de la mañana. Ya había descansado las 4 horas que me tocaban, así que me levanté y me sorprendí al ver a Berlín.
¿Qué haces aquí? - Le pregunté. - Es la habitación de las chicas.
Me debes algo. - Me contestó.
¿El qué? - Le pregunté. - Ya te devolví la pistola.
Negó con la cabeza.
Mi linterna roja. - Me dijo.
Ah, vale. - Le contesté.
Me dirigí a una mesa llena de cosas y busqué la linterna.
Aquí está. - Le dije.
Y se la pasé.
Se quedó quieto.
Oye, si no te importa me tengo que duchar. - Le dije.
Asintió.
Estás muy callado. - Le dije, imitándolo.
No tengo nada qué decir. - Me contestó, imitándome él también.
Sonreí.
Oye, ¿qué tal estás? - Le pregunté. - Por lo que dijo la policía de tí.
Bueno, han arruinado el apellido y reputación de mi família pero bien. - Me contestó.
Oye, lo siento mucho. - Le dije.
No, no tranquila. - Me contestó. - No es tu culpa.
De repente paró. Se quedó pensativo.
No es tu culpa, - dijo casi susurrando - es culpa de Denver.
¿De quién? - Le pregunté.
Te dejo que te duches. - Me contestó. - Hasta luego, sobrinita.
Eso me pareció un poco extraño pero no pude procesarlo bien, ya que me acababa de despertar. Me duché, me vestí, no me peiné (para que me peinara Nairobi) y desayuné. Cuando acabé me dí cuenta de lo que Berlín quería decir con lo de "es culpa de Denver".
Me alarmé y fuí a buscar a la primera persona que me pasó por la cabeza: Nairobi.
Llegué a su sitio de siempre en menos de 2 minutos.
Berlín cree que es culpa de Denver que le hayan pillado el nombre. - Le dije a mi amiga, alarmada.
Nos pusimos las máscaras y bajamos al baño principal. Nos encontramos con lo que nos esperábamos: Berlín y Helsinki apuntando a Denver.
Nairobi entró y se sacó la pistola, apuntando a Berlín.
Suéltalo. - Le dijo Nairobi a Berlín.
Helsinki, - dijo Berlín - encárgate de ella.
Helsinki se acercó a Nairobi pero yo no le dejé.
Saqué mi pistola y apunté a Helsinki.
No te muevas. - Le pedí. - Por favor.
Él se asustó y paró.
Esto se está volviendo una costumbre. - Dijo Berlín.
¿No lo irás a matar, no? - Le pregunté a mi tío.
¡Me ha deshonrado! - Gritó. - ¡A mí y a mi família!
Y me apuntó con su pistola.
No me asusté, mantuve mi pistola apuntando a Helsinki quien, a su vez, apuntaba a Nairobi.
A ver, - dije - vamos a calmarnos. Bajaremos todos las pistolas y nos relajaremos.
Yo bajé mi pistola, mirando fijamente a Helsinki. Él bajó su M16, y Nairobi dejó de apuntar a Berlín.
Vamos, - dije a Berlín - no me irás a matar a mí ¿no?
Me miró, como si le costara reaccionar. Al fin, bajó su pistola.
Gracias a Dios, sonó el teléfono desde la planta de arriba.
Salvado por la campana. - Le dijo Berlín a Denver.
Berlín salió de la habitación, seguido de todos nosotros. Fuimos al despacho del director, donde estaba el teléfono.
Berlín lo cogió.
Dime. - Dijo Berlín.
Oye, Berlín lo siento mucho. - Se escuchó la voz del Profesor por el teléfono. - Por todo lo que han dicho de tí.
Ah, bueno no te preocupes. - Dijo Berlín. - No es tu culpa.
Sí lo es. - Contestó el Profesor.
¿Cómo? - Preguntó Berlín.
Yo puse el botón. - Contestó el Profesor. - Este es tu castigo. Pero no pensé que la policía mentiría y diría eso.
Berlín se quedó callado.
¿Qué botón? - Me preguntó Nairobi.
Ni idea. - Le contesté.
Oye, ¿otra vez despeinada? - Me preguntó. -Ven aquí.
Y me peinó.
Trae a Mónica. - Ordenó Berlín a Denver.
A los 5 minutos llegó Denver acompañado de Mónica.
¿Vés? - Preguntó Berlín por teléfono.
Ale, - me dijo Nairobi - peinada.
Le sonreí.
Está viva. - Siguió hablando Berlín.
Lo siento mucho. - Escuché al Profesor. - Pero lo hecho, hecho está. Y si está viva, dudo que sea gracias a tí.
Berlín colgó el teléfono y se dirigió a Mónica.
Gracias por venir, señorita Gaztambide. - Dijo Berlín, amablemente. - Denver, ya te la puedes llevar.
Denver se giró y se fué de la habitación.
Los demás, a trabajar. - Nos dijo Berlín. - Y quién tenga descanso, que descanse.
Bajé con Berlín a vigilar rehenes: Eso me tocaba ahora que habíamos encontrado tierra con Moscú.
Nos quedamos vigilando hasta las 9:00 de la mañana. A esa hora despertamos a los rehenes.
¡Buenos días señores y señoras! - Exclamó Berlín a las 9 clavadas. - ¡A despertar!
La gente se empezó a despertar y a guardar sacos.
Tengo buenas notícias. - Dijo Berlín a los rehenes. - Nuestro amigo, Arturito, ya se ha recuperado ys e integra a nosotros.
Apareció Arturo acompañado por Helsinki.
Un aplauso, por favor. - Dijo Berlín.
Los rehenes aplaudieron y Arturo se unió al grupo.
Y como las buenas noticias no vienen solas, - dijo Berlín cuando ya habían parado de aplaudir - tenemos una nueva incorporación. ¡Mónica Gaztambide!
Y Mónica apareció acompañada de Denver.
Esta vez, la gente aplaudió sin que nadie se lo pidiera. Estaban sorprendidos.
Yo también estoy sorprendido, amigos míos. Hace unas 24 horas que me he enterado que está viva. - Dijo Berlín, mirándonos a Denver y a mí.
Nosotros bajamos la mirada, como si no tuviera que ver con nosotros.
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Roma ~ La Casa de Papel
FanficQuién diría que de ser una chica a la que le gusta disfrazarse, pasaría a formar parte del atraco más grande de la historia. El Profesor había puesto 3 normas, pero las normas están para romperse, ¿verdad? ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~...