Matriarcado

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Al octavo día me desperté a las 2 de la mañana. Ya había descansado las 4 horas que me tocaban, así que me levanté, me duché, me peiné, cené y bajé a vigilar rehenes. Allí estaba Berlín, vigilando. También estaba Río, atado con los rehenes. Berlín lo había atado para que no diera problemas, pero yo creo que daría más problemas así.

Tendría que estar hasta las 8:00 con Berlín vigilando a unas personas que estaban durmiendo felices. Llevaba la máscara puesta, así que si algún rehén se despertaba, no habrían problemas.

La madrugada pasó muy lentamente. Hacia las 4 de la mañana Berlín se cambió por Nairobi. Eso fué bueno, ya que así no me sentía tan sola. Pero no podíamos hablar muy fuerte, ya que no queríamos despertar a los rehenes.

Me alegré al ver, que hacia las 7 de la mañana, entraba luz por las grandes ventanas del edificio. Los rehenes aún dormía y a mí solo me quedaba 1 hora para irme a descansar.

Esa última hora pasó rápido y, a las 8:00, apareció Denver para sustituirme. Me fuí a la habitación de las chicas y me tumbé en la cama.

Me quedé dormida en seguida. Me despertaron unos suaves golpecitos en el hombro.

Abrí los ojos, era Nairobi. Al verla, sonreí.

Buenos días. - Me dijo.

Buenos días. - Contesté. - ¿Ya son las 12:00?

Sí. - Me dijo. - Tendrías que ir a trabajar.

¿Tendría? - Le pregunté.

Me vas a ayudar con algo. - Me contestó.

La interrogué con la mirada y lo notó.

Ahora te lo cuento. - Me dijo.

Me levanté, me limpié la cara, me peiné y cogí unas galletas.

¿Qué vamos a hacer? - Le pregunté.

Se me acercó y me susurró a la oreja su plan.

¿Vamos? - Me preguntó. - Ya le he contado su parte a Denver.

Vamos. - Le contesté, dejando el paquete vacío de galletas en la mesa.

Nos fuimos hacia el despacho de Berlín, y Denver ya estaba allí.

¿Preparados? - Nos preguntó Nairobi.

Asentimos, dispuestos a seguir el plan. El plan de Nairobi era muy simple: Aprovechar que Helsinki estaba abajo con los rehenes y por tanto Berlín estaba solo, para que Nairobi le quitara el puesto de jefe. Yo tendría que ir a Berlín y distraerlo, Nairobi y Denver irían por sus espaldas y Nairobi le quitaría el mando.

Y así fué. Yo entré al despacho pero Berlín estaba hablando por teléfono con el Profesor, así que ya estaba distraído. Le hice un gesto a Nairobi para que entrara, mientras yo me ponía de cara a Berlín. Él me hizo un gesto para que me callara, para no interrumpir la llamada.

Pero Nairobi apareció por detrás y le dió en la cabeza con su rifle.

¿Berlín? - Escuché la voz del Profesor por el teléfono.

Hola Profesor, soy Nairobi. - Dijo Nairobi, y me miró a mí. - Berlín no está en condiciones.

Sonreí por ese comentario.

Así que ahora estoy al mando yo. - Siguió Nairobi.

Me sonrió.

Empieza el matriarcado. - Finalizó Nairobi.

Y antes que el Profesor pudiera responder, Nairobi ya nos estaba dando órdenes.

Denver y Roma, creo que os toca vigilar rehenes. - Nos dijo Nairobi. - Llamad a Helsinki, esta herida se tiene que curar.

Roma ~ La Casa de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora