| C A P Í T U L O 3 |

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Me tiré en mi cama sin saber qué hacer

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Me tiré en mi cama sin saber qué hacer.

Mi mente no paraba de repetir lo mismo <<su hijo, es su hijo>> como si todavía no lo aceptara.

—Es su maldito hijo —dije en voz alta.

Nada tenía sentido. El hombre que siempre había amado era el sucesor de uno de los mafiosos más poderosos y temidos de Italia.

¡Mierda!

Cuando estábamos juntos siempre imaginé a un padre normal con un trabajo decente. Mi mente revivió todos los momentos que estuve con Dante. Su comportamiento, la forma en que siempre evitaba hablar de su trabajo, sus desapariciones, los lugares a donde íbamos, la forma en la que siempre miraba sobre su hombro... Cerré los ojos, la realidad me golpeó. La verdad había estado frente a mis ojos y nunca la vi.

Me mintió desde el principio.

Ira.

Eso es lo que sentí, ese sentimiento emergió de mí como si nada y gritaba ser liberado. Tenía, no, necesitaba y quería exponerlo. Si algo odiaba más que a mi padre y mi vida era la traición. Salté de mi cama y cambié mi uniforme por un short y un top deportivo. La mejor manera de expulsar esta ira era yendo al gimnasio. Golpear a alguien o algo serviría.

Bajé las escaleras y fui al ascensor que me llevaría al sótano. Mientras bajaba mi mente comenzó a dar vueltas y cuestionar todo lo que sabía. ¿Su padre había sabido de mi existencia? ¿Supo que solía estar con su hijo? ¿Dante le había hablado de mí? Las malditas preguntas no paraban de resonar en mi cabeza. Necesitaba golpear algo y pronto, sino perdería el poco control que me quedaba. El ascensor abrió sus puertas revelando el gimnasio. La gente dejó de hacer lo que estaba haciendo y me miraron. El silencio reinó el lugar, las máquinas habían dejado de funcionar. Siempre pasaba lo mismo cada vez que un miembro de la unidad fantasma aparecía.

Odiaba ser el centro de atención, siempre lo hice, es algo que nunca cambiaría. Todos me miraron con miedo, pero a la vez respeto. Sabían que si no fuera por mi unidad hubiésemos tenido muchos problemas. Nosotros nos encargábamos de lo que nadie más pudo hacer, de las misiones más difíciles. Pero eso no significaba que no nos debían temer, éramos letales, yo era letal. Todos me llamaban "Princesa de Hielo" porque el jefe me trataba como su hija y porque nunca expresaba mis emociones, mi rostro siempre estaba en blanco sin revelar nada. Decían que fue debido a mi entrenamiento que me volví una persona sin emociones, pero era todo lo contrario, sentía tantas emociones abrumadoras que no sabía como expresarlas.

«Ahora que él ha vuelto no lo vas a poder evitar. Te tiene en la palma de su mano.», susurró una voz en mi mente.

¡Cállate!

Salí y caminé lo más rápido que pude, aparentando estar calmada, hasta la zona de boxeo donde habían sacos colgando listos para ser golpeados por mis puños. Me acerqué a uno y comencé a golpear y sacar todas mis frustraciones y sentimientos.

Breaking The Chains Of Cruel Fate [+18] (BREAKING #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora