| C A P Í T U L O 11 |

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¿Qué hacía uno cuando se sentía engañado o traicionado? Diré la respuesta: se encerraba en su cuarto y tomaba litro de ron, vodka y tequila como si fuesen agua

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¿Qué hacía uno cuando se sentía engañado o traicionado? Diré la respuesta: se encerraba en su cuarto y tomaba litro de ron, vodka y tequila como si fuesen agua. El truco para no terminar en un coma alcohólico era tomar un vaso de agua entre tragos y comer papas fritas, después de eso, llegado a cierto punto ya no sentías el sabor, solo el mareo.

Así había pasado los últimos tres días, encerrada en mi habitación, bebiéndome la vida en alcohol, sin saber qué hacer o cómo seguir viviendo. Supe que tenía que parar, pero ¿podía? Si dejaba de tomar volvería a pensar en la oscura realidad de que no era dueña de mi propia vida y que todo había sido nada más que una fea fantasía.

Un golpe en la puerta me desconcertó.

-¡Hey chibi! ¿Estás allí? -llamó Nico.

Cerré mis ojos, tratando de someter el dolor de cabeza que había comenzado a formarse por culpa del idiota detrás de mi puerta. Suspiré, ¿era necesario levantarme y abrirle la puerta?

Los golpes insistentes en la puerta no me dejaron opción.

Tropezando, me levanté de la cama y me acerqué a la puerta, pero no la abrí. Incluso ebria, sabía que nadie debía verme en tal estado. Respiré hondamente, tratando de quitarme de encima el mareo y la neblina que el alcohol me había obsequiado los pasados tres días. Tenía que actuar sobria y normal, ser la Princesa de Hielo.

Puedo hacerlo, repetí en mi mente tratando de darme fuerzas.

-Qué quieres. -Nunca había escuchado mi voz tan ronca como en ese momento.

-Tu voz suena extraña.

Mierda.

-Qué mierda quieres Nico -exclamé en respuesta, casi gritando.

Con cada respiración que hacía, la neblina se desvanecía y la claridad aumentaba en mi mente. Estaba recuperando el control, a pesar de querer lo contrario. ¿Estaría mal perder el control? ¿Qué tenía por perder si lo hacía?

-Tenemos una misión -dijo al fin.

-¿Encontraron algo? -pregunté curiosa, había abandonado mis responsabilidades sin importarme un carajo. Algo inusual en mí, y extrañamente Don no había venido a arrastrarme fuera del dormitorio. Debía de estar demasiado ocupado si no había notado mi ausencia.

-Se podría decir, localizamos el lugar donde se escondieron algunos de los bastardos. ¿Vienes?

-Déjame bañarme y me encontraré contigo en la entrada -comenté.

Escuché un suspiro detrás de la puerta.

-Tienes una hora.

Me despegué de la puerta y corrí -más bien me balanceé- hacia el baño. Abrí la ducha y con velocidad pasé la esponja con jabón por todo mi cuerpo, refregándolo fuertemente, quitándome el olor a alcohol.

Breaking The Chains Of Cruel Fate [+18] (BREAKING #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora