| C A P Í T U L O 22 |

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—Su cuerpo sufrió mucho daño, necesita sanar

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—Su cuerpo sufrió mucho daño, necesita sanar.

—Dale tiempo, ya despertará —escuché decir a alguien.

Estaba en una biblioteca, no podía ver ni sentir nada a mi alrededor más allá de los libros que me rodeaban, como si estuviera en una burbuja que me protegía del exterior. Entendí que estaba en mi subconscientemente, protegiéndome del daño y dolor, estaba en mi lugar feliz.

Varias veces escuché a las mismas voces hablar a mi alrededor, pero seguía sin abrir mis ojos. Voces preocupadas por mí, rezando y esperando a que abriera los ojos. Con el tiempo las distinguí, Dante siempre me visitaba preocupado y hasta se quedaba dormido sosteniendo mi mano, de vez en cuando escuchaba a Marcos y Lorenzo; y, una noche, una voz desconocida, pero familiar a la vez, me susurró un "lo siento". Su disculpa, por alguna razón, me hizo sentir mal, pero a la vez aliviada. Como si inconscientemente supiera el por qué de su disculpa y la aceptara.

Pero a pesar de tener a aquellas personas esperando por mi regreso, sentí tanta paz en aquella burbuja que no quería abrir mis ojos. Quería quedarme allí, donde no sufriría, no sería el juguete, peón o mascota de alguien. No tendría preocupaciones, ni deberes. Podría ser yo, y ser libre.

—Ya ha pasado demasiado, ¿por qué demora tanto? —dijo Dante molesto.

—Solo nos queda esperar.

Seguí sin abrir mis ojos, seguí sin despertarme. Estar en mi biblioteca personal, con todos los libros que había leído en mi vida, se sentía bien, no había dolor, no había muerte, no sentí nada. Allí era libre.

¿Lo eres?, susurró una voz en mi oído, giré para ver quién estaba allí conmigo, pero no había nadie.

¿Era libre? Miré mis alrededores y no sentí nada, ni apego, ni cariño, nada. Estaba vacía. ¿Realmente quería este tipo de libertad? Mis memorias se activaron y vi, como si se tratase de una película, mi vida. Todo lo que había pasado, lo que había sufrido. Ni un detalle pasó por alto. Allí no había secretos, ni conmigo misma. El rostro de Dante apareció, y sentí una llama. Tenía que disculparme, por haberlo usado, por mentirle. Pero faltaba algo en mí, incluso si lo veía, no encontré motivo para volver a la realidad.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuánto había dormido? ¿Quise abrir mis ojos?, estos estaban pesados, se negaban a seguir mis órdenes. Estaba muy cansada, mi cuerpo se sentía pesado como un tanque completamente armado y mi lateral derecho ardía. Los recuerdos de mi infiltración, la pelea con Don, yo desangrándome esperando el golpe final, la intervención de Dante, Lorenzo y Marcos entrando, yo disparando. Todos los recuerdos llegaron a mi con tanta rapidez que mis ojos se abrieron como platos y el ritmo de mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente logrando que las máquinas conectadas a mi cuerpo, por medio de cables, reaccionasen, llamando la atención del personal. Una enfermera entró corriendo y al verme despierta se puso más frenética, llamó a gritos nombres que no reconocí y más gente entró. Un doctor, o al menos supuse que lo era, comenzó a hacerme preguntas de rutina mientras gritaba a la enfermera y las demás personas y me alumbraba los ojos con una linterna para confirmar mi estado de lucidez. El cuarto blanco y vacio de hospital donde estaba encamillada era puro caos, tanto que comencé a marearme. Por el rabillo del ojo vi que la misma enfermera que había entrado corriendo había inyectado algo en mi vía intravenosa, un tranquilizante. Pero nada de eso importó, había vuelto a la realidad, había encontrado un motivo por el cuál salir de mi subconsciente.

Breaking The Chains Of Cruel Fate [+18] (BREAKING #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora