| C A P Í T U L O 12 |

184 7 1
                                    

Una persona normal pensaría que no duele en absoluto caerse de las escaleras, pero créame, duele como una perra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Una persona normal pensaría que no duele en absoluto caerse de las escaleras, pero créame, duele como una perra.

Intenté levantarme, pero mi pierna estaba atascada entre escombros. Comencé a marearme y mi visión se puso peor. Debía de estar lastimada en algún lado. Tomé todo el aire que pude y abrí mis ojos para ver en qué situación de mierda me encontraba, las probabilidades de que fueran a ayudarme o rescatarme eran nulas. Si la explosión fue tan grande como me había parecido a mí, entonces aquellos hombres que habían llegado ya habrían llamado refuerzos. Todo a mi alrededor estaba negro, estaba en la oscuridad misma, pero podía sentir los escombros de las paredes y escaleras a mi alrededor.

—Mantén la calma —murmuré nerviosa.

La oscuridad nunca me había gustado, mucho menos desde mi secuestro.

Me repetí la misma frase una y otra vez, e hice el ejercicio de respiración que Lorenzo me había enseñado. Si enfocaba mi atención en mi respiración y no en el hecho de que mi fobia estaba convirtiéndose en realidad, entonces podría salir viva de aquella situación. Estar en la negrura y en un espacio reducido ciertamente trajo a mi mente recuerdos del pasado.

Concéntrate.

Inhalé y exhalé todas las veces que consideré necesarias. Acerqué mis manos hacia los pedazos de concreto que estaban sobre mi pierna e intenté levantarlas, por suerte no estaban aplastando mi pierna, percibía un solo rastro de sangre, pero no dolía. Había tenido suerte, no muchos sobrevivían a una caída como la mía.

—Vamos, muévete —murmuré mientras intentaba mover los pedazos, pero mi fuerza decaía cada vez más rápido—. Vamos... —expresé de nuevo en voz alta.

—Con que aquí estabas —Inmediatamente me tensé al escuchar el sonido de una voz masculina.

—Quién eres.

Mi mano se deslizó hacia un cuchillo que había guardado en mis pantalones, lentamente la saqué de su funda y me aferré a ella. No podría saber las intenciones de aquel hombre, era mejor estar preparada en caso de cualquier señal de peligro.

—Me entristece que no me reconozcas. —bromeó—. Te diré quien soy. Soy quién buscas, pero no encuentras. Soy quien irrita, pero no ironiza. ¿Quién soy?

Solo conocía a un hombre lo bastante irritable que hablaba en acertijos como Gandalf, el Gris del Señor de los Anillos.

El hombre poeta.

Pero ¿qué hacía aquí?

—Cómo has llegado aquí.

—Todo ha sido fríamente calculado —confesó—. ¿Sabes lo que significa?

Lo sabía, alguien nos había vendido, nos había traicionado, pero ¿quién? ¿De dónde había venido la información de este lugar? No supe si fueron mis sentimientos personales o qué, pero sospechaba que había sido la rubia estúpida.

Breaking The Chains Of Cruel Fate [+18] (BREAKING #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora