TERCERA PARTE - 11:00h.

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11:00h.

Mamen llegó justo a su hora, y cuando saludó a Sam con un abrazo suave, le vio en la cara que algo no iba bien.

- No, no es por la canción - le dijo, mientras esperaban a que llegaran los demás.- Es que llevo todo el día escuchando cosas raras.

- ¿Todo el día? Pero si sólo son las once de la mañana...

- Bueno, pero todo el día. Me he puesto mal los sonotone esta mañana y no sé si se me han roto pero oigo cosas. Y lo que es más raro, oigo cosas que no oyen mis compañeros, cuando lo normal es que sea al revés.

Mamen la miró. Mai también estaba ya en clase e intercambiaron una mirada profesora y alumna. Mai ahogó una risa. Samantha no era muy normal, nunca lo había sido, y esto era algo que si le tenía que pasar a alguien, iba a ser a ella.

- ¿Qué cosas?- preguntó Mamen sin saber si quería meterse en ese jardín.

- Pues para empezar, me he despertado pensando en una canción de una señora que no sé ni quién es y me está rayando todo el día porque no puedo buscarla en ningún sitio. Luego, vale, yo no oigo bien, pero este oído - se señaló el derecho - lo tengo mal, bueno tengo mal los dos, vale, pero quiero decir que no sé si se me habrá mojado el audífono pero parece como si tuviera agua dentro, como cuando se te mete agua en la piscina en los oídos, ¿sabes? Pero es que este otro, es como si el aparato estuviera roto y escucho cosas por detrás de mi cabeza. No como si alguien hablara a mi espalda, sino como si estuviera pillando ondas de alguna radio, como si hubiera interferencias con otros micrófonos o algo por el estilo.

Mai dejó salir la risa que venía aguantándose.

- Qué guay. ¿Me dejas que me los ponga después?

Mamen saludó a Gérard, que entraba acompañado de Nia en ese momento en la sala de ensayo.

- ¿Qué pasa?- preguntó el ceutí.

- Samantha oye cosas - resumió Maialen.

- ¡Enhorabuena! Sólo has tardado 26 años - bromeó Gérard.

- ¿Has pedido que te revisen los aparatos? - sugirió Nia- Llevas así todo el día.

Sam asintió.

- ¿Ahora escuchas algo? - quiso saber Mamen.

Las cinco personas que había allí se quedaron en silencio y Sam comprobó que no oía nada, nada que no debiera estar oyendo.

- Me estoy volviendo loca - les dijo, con las manos en las sienes, en el tono dramático que la caracterizaba. - Antes incluso sin los sonotone escuchaba a alguien cantar y nadie más escuchaba nada, y ahora sólo oigo lo normal.

Mientras esperaban que llegaran Anaju y Flavio, fueron distribuyendo las pelotas de pilates para seguir practicando los ejercicios de técnica vocal.

Y cuando llegaron los demás, Sam volvió a escuchar esas interferencias. El sonido era similar a cuando alguien está canturreando en una biblioteca en completo silencio: no es estridente, pero es molesto. Además cuando lo escuchaba, era algo constante, como un hilo sin pausa alguna. Había ratos en que escuchaba tarareos, después farfulleos inconexos y completamente ininteligibles.

Flavio se colocó a su lado como hacían siempre desde hacía un par de semanas y realizaron los ejercicios en pareja.

A decir verdad, cuando se concentraba en algún ejercicio, ese murmullo que no terminaba de entender, parecía callarse por unos momentos, pero si decidía prestarle atención, seguía sin entender nada y además perdía el hilo de la clase. Sobre todo las de Mamen, eran muy técnicas y requerían de mucha concentración, e igual que en la de Cesc, sentía que no estaba dando pie con bola.

Only love can hurt like this - [ Flamantha ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora