VIGÉSIMOPRIMERA PARTE - 08:17 h.

3.5K 153 8
                                    

08:17h.

Por alguna razón, Flavio no escuchó las infernales alarmas que les ponían para despertarles.

No sabía si se debía al sueño y cansancio mental acumulado, si podía ser por haberse dormido muy tarde la noche anterior como cada noche después de una gala, o por el dolor de cabeza que le había acompañado a la cama pese a haberse tomado el paracetamol después de cenar.

Fuera por lo que fuese, cuando abrió primero un ojo con toda la parsimonia del mundo, y después él otro, de manera sobresaltada, cayó en la cuenta de que no era el único. Un simple y borroso barrido visual por el dormitorio le valió para comprobar que sus compañeros aún seguían dormidos, todos, sin excepción.

Se frotó los ojos, intentando al mismo tiempo sacar el brazo izquierdo de debajo de la cabeza de Samantha porque lo sentía dormido y hormigueante, y necesitaba comprobar la hora. Como no quiso despertarla, alargó ese momento lo máximo posible tratando de guiarse por la luz que entraba por la ventana.

En su casa, en Murcia, era capaz de ello, de adivinar qué hora era por el color de la luz y por la inclinación de los rayos de sol que entraban a través de las rendijas de la persiana. Algunas veces incluso se demoraba un par de minutos antes de levantarse para competir consigo mismo y comprobar si acertaba. Obviamente nunca ajustaba los minutos, pero de las ocasiones en que lo hacía, rara era la vez que no acertaba.

Sin embargo, en aquella ocasión, le daba la sensación de que se le habían pegado las sábanas y llegaban tarde a la entrevista con los medios. El hecho de que todos sus compañeros estuvieran también durmiendo no ayudaba: podían estar muertos, o peor, podían haberse retrasado todos.

Samantha se movió y se volteó hacia él, apoyándose en su hombro y buscándole en duermevela para rozar su nariz contra su cuello. Flavio la miró en silencio y desistió en el propósito de comprobar la hora.

Y la miró y pensó en la noche anterior sin poder comprender todavía, tantas horas después, cómo era posible que la chica no hubiera ganado el concurso y que, para más inri, él mismo hubiera quedado en un puesto más elevado que ella. Jamás lo iba a comprender.

Pero ahora le preocupaba más otra cosa.

- Samanthii.

La chica no le escuchó, y el suave tono de voz que usó para despertarla no causó ningún efecto en ella, que dormía plácidamente recostada sobre él.

- Samanthaaaa.

Optó por acariciar suavemente su mejilla y poco a poco fue obteniendo respuesta, pero muy poco a poco. Le sirvió para liberar lo suficiente el brazo izquierdo y para poder echarle un ojo a su reloj digital y comprobar que eran las ocho y diecisiete de la mañana. Respiró tranquilo. No había ignorado el despertador, es que no había sonado aún, por eso sus compañeros estaban todavía en los brazos de Morfeo también.

El cuerpo de Samantha sufrió un brusco espasmo, acompañado de un ronquido ni suave ni femenino, y se despertó a sí misma. Flavio aguantó una risa. Cuando sus ojos conectaron, los de ella aún cubiertos por la neblina del sueño recién roto, cayeron en la cuenta de que aquel era su último amanecer juntos allí dentro y en mucho tiempo.

- Buenos días, bebé - le dijo, con la voz todavía dormida.

Se frotó los ojos como una niña pequeña y se acurrucó todavía más contra él, pasándole una pierna por encima y colgándose de su cuello como si fuera un koala pero en versión horizontal. Él se dejó, y dejó que le besara el cuello y que le olisqueara como si fuera un perro y buscó su boca para darle los buenos días como Dios manda. Ella se apartó.

Only love can hurt like this - [ Flamantha ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora