Tarrasa - 8:30h.
A pesar de todo, Sam se durmió anoche con una canción en la cabeza, y como suele ocurrirle en ese tipo de ocasiones, se le repite por los conductos imaginarios de su cerebro, pero algunas partes están algo difusas y otras han desaparecido por completo.
Algo que llevan muy mal todos, por extraño que parezca, es el escaso acceso que tienen a la música. En situaciones como esa, lo más habitual sería coger el teléfono, entrar en Youtube, y escuchar la canción entera para rellenar las partes que tu cerebro ha eliminado sin querer. Pero en la academia no se puede. Sí es cierto que tienen un buen banco musical cargado en los ordenadores de los boxes, en la sala del piano y en la sala de ensayo, pero también es cierto que es limitado.
Así que, aunque les abrieran la puerta de la habitación a las 22:30h de la noche, y apagaran las luces a las 00:00h, lo cual les deja sus buenas ocho horas y media de sueño reparador, a Flavio y Samantha el insomnio se les fue un poco de las manos.
Desde hace semanas ya sólo usan una cama, y es sobre todo por un sentido práctico. ¿Para qué van a deshacer las dos, hacer el paripé de cada uno dormir en la suya, y a la mañana siguiente tener que arreglar dos camas distintas cuando ya es vox populi y todos sus compañeros saben el estado de las cosas? Sentido práctico o desidia, la cuestión es que sólo se usa la de Flavio, y aunque las luces se apaguen a su hora, ellos se duermen cuando quieren.
Y no es necesariamente que se queden de cháchara hasta las tantas de la noche, porque una por grave y otra por aguda, sus voces no son voces que se puedan silenciar cómodamente en una habitación llena de gente. De hecho, hablar es lo que menos hacen. Y cuando les apagan las luces ni siquiera se ven, pero se sienten. Y después de estar expuestos veinticuatro horas, poder simplemente respirar y cerrar los ojos sin que te vean se convierte en un lujo. Y acariciarse, y enterrar tu nariz en el cuello de la otra persona y oler todavía el olor del suavizante del pelo, o sentir esa rugosidad en su barbilla hasta que vuelva a afeitarse al día siguiente por la mañana.
Hay que estar en esas pequeñas cosas. Flavio no era un gran hablador, pero sí un buen pensador, y aunque no pudiera verlo ni escucharlo, Sam lo sentía, lo notaba todo, más de lo que él podía imaginarse. La oscuridad te da cierta ventaja en según qué aspectos, y ese era uno de ellos: cuando estaban así, dos personas que sobrepasan el metro setenta de estatura, en una cama de 90cm pegada contra una pared, las posturas son escasas, y dentro de ese abanico tan pequeño, encontraron la favorita para ambos, que ponía a Sam en una posición privilegiada. No se acurrucaban en cóncavo y convexo, sino que Sam le daba la espalda a la pared, casi apoyada contra ella, y Flavio se la daba al resto de la habitación, al resto del mundo. Y entre medias quedaba un espacio muy pequeñito, cubierto por las sábanas, en el que la mano derecha de Sam era la primera en extenderse siempre, y esperar abierta sobre el colchón a que la derecha de Flavio llegara y se entrelazara con ella. Cada día se hacía menos de rogar. Y así, con las piernas también entrelazadas porque el espacio no daba para más, y con ambos pulgares acariciando el pequeño espacio de piel que quedaba a mano, Sam podía verlo todo aun con la luz apagada.
Flavio es siempre el primero en cerrar los ojos, en ponerse el dedo índice de la mano izquierda sobre los labios para pedirle silencio a Sam por respeto al resto, y en dar el beso de buenas noches.
Un beso que nunca es el último.
Flavio le habló a lo largo del día de algunas canciones que le gustaban, practicando un poco con el piano de Manu, e intentó tocar algunas partes que recordaba de oídas, inventándose otras tantas con lo que le parecía a él que quedaría bien.
Sam recuerda haber querido besarlo en ese momento.
También recuerda la risa de él en el instante en que le preguntó algo que ella no escuchó no por su sordera, sino porque se había distraído pensando en qué pasaría si lo hiciera.
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Only love can hurt like this - [ Flamantha ]
FanfictionSamantha descubre que de la noche a la mañana puede leerle el pensamiento a Flavio. No sabe cómo, ni sabe por qué, pero puede. Historia concluida.