Terrassa, 19:14h.
Lo más difícil de todo aquello, por encima de las exigencias que conllevaba una gala final que se retransmitiría en horario de máxima audiencia y que podría verse también en toda Latinoamérica a través del canal internacional, con la decena de miles de espectadores más que eso suponía, lo más difícil de todo era cenar sin mancharse.
Los cinco finalistas habían regresado a la academia con cuentagotas después de la sesión de maquillaje, peluquería y vestuario. El primero en volver había sido Gèrard porque no necesitaba mucho arreglo, y llevaba esperándolos desde las siete de la tarde para poder cenar todos al mismo tiempo. Era su última cena juntos en la academia, y querían hacerlo así como si fuera el preludio de una despedida que iba a durar toda la noche.
Después entraron Flavio y Maialen. Esperaron sentados en los sofás, en posturas bastante incómodas y ortopédicas sobre todo los chicos, para no arrugarse el traje, pero era misión imposible. Se observaron los unos a los otros, intentando no recaer en que eran sus últimos momentos juntos, y se halagaron y piropearon por lo guapos que les había dejado el equipo de maquillaje y vestuario.
Mientras esperaban a que llegaran Nia y Samantha, Flavio se revolvió porque le estaba dando urticaria la etiqueta de la camisa blanca que tenía que intentar por todos los medios no ensuciarse cenando. Ni la camisa ni el resto del traje, que le venía como un guante y además era de alquiler de una marca que no podía decir en público.
Las dos chicas que faltaban subieron a la vez con sendos vestidos y sendos maquillajes. Nia era una explosión de colores bien conjugados, en un vestido con una apertura de vértigo en la falda que dejaba a la vista su kilométrica pierna izquierda. Por su parte, Samantha iba enfundada en un vestido negro que se adaptaba a su cuerpo como si la hubieran envasado al vacío, colgado de sus hombros por dos finos tirantes de hilo.
Cuando Flavio la vio tan sencilla, tan bella con tan poco, no supo qué decirle. Trató de no levantarse inmediatamente del sofá y disimular un poco. Podía oír a Maialen de fondo gritarle a las dos que estaban preciosas como diosas caídas del Olimpo, y a Gèrard hacer alguna gracia sobre la raja de la falda de la canaria, pero no escuchó nada. Sólo pudo mirar a la valenciana, que comprobaba con cuidado que no se hubiera rozado el esmalte de las uñas con la tela del vestido y sonreía con soberbia porque sabía que estaba despampanante.
Se acercó a ella despacio, como siempre, y la miró de arriba abajo sin discreción. El vestido llegaba tan abajo que ni siquiera se le veían los pies, y entallaba sus caderas antes de abrirse en una cola de sirena. Después la miró a los ojos, y se encontró con ellos mirándole de golpe, observando todo lo que Flavio estaba observando. Durante unos segundos no se dijeron nada, y Flavio pensó que ojalá Samantha pudiera leerle la mente todavía, así no tendría que decirle en voz alta algo que no sabía cómo verbalizar porque le había dejado sin palabras.
Aquello no había vuelto a repetirse.
Aquella noche la valenciana le dijo que no sabía si quería dormir para no perder la magia que habían vivido aquel día, aunque no siempre les hubiera parecido algo ventajoso. Lo que no quería perder era la capacidad de escucharle pensar, pero la perdió. Pudieron comprobarlo a la mañana siguiente, antes incluso de salir de la cama: Flavio le dio los buenos días a través de su pensamiento y ella no pudo escuchar nada: fue como si aquella magia nunca hubiera existido.
Y trataron como pudieron de retenerla, o mejor dicho, de recuperarla. A lo largo del día, se pusieron a prueba el uno al otro, él hablándola sin vocalizar y ella apagando los audífonos para estar segura de que todo lo que escuchaba sería sólo a él. Pero no funcionó. Los dos se sintieron decepcionados. Se habían acostumbrado a ello muy tarde y lo habían perdido antes de poder disfrutarlo plenamente, y ya no sabían cómo volver a tenerlo.
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Only love can hurt like this - [ Flamantha ]
FanfictionSamantha descubre que de la noche a la mañana puede leerle el pensamiento a Flavio. No sabe cómo, ni sabe por qué, pero puede. Historia concluida.