22:30h.
A las 22:35h todavía no les habían abierto el dormitorio.
Samantha había vuelto al salón y perdía el tiempo hablando con Anajú de cómo creía que irían en ese preciso momento las votaciones de la nominación. La turolense no tenía miedo de irse, estaba contenta con el concurso que había hecho y satisfecha consigo misma pues había aprovechado al máximo las clases y exprimido al máximo el aprendizaje que les proporcionaban en ellas, pero sí que le daba pena. En una última semana no se perdería muchas clases, y siempre podía seguirlas por Internet en su casa, pero le daba pena no disfrutar de sus compañeros hasta el final.
- Ya, es que es una mierda - le dijo Samantha, ambas tomadas de la mano como en una noche de confidencias entre amigas. - Es que te vas y te vas a poner nostálgica y como nos vas a echar de menos, te vas a meter en el veinticuatro horas para vernos pero va a ser todavía peor porque es como estar aquí pero sin estar.
- Gracias, Sam - contestó Anajú, más hundida todavía. - Eso ayuda mucho.
- Que no estoy diciendo que te vayas a ir tú, si se va Maialen le va a pasar lo mismo, y si me fuera yo igual. Yo entraría en depresión.
- Tú no entrarías en depresión, Samantha.
- Pero os echaría un huevo de menos y me jodería ver que hacéis bromas en las que ya no puedo participar. Pero es que esto es así. Tú te sientes así hoy y la semana que viene nos sentiremos todos así porque a la siguiente ya no habrá más OT, y cada uno estaremos en nuestras casas a cientos de kilómetros de distancia. Y eso tenemos que asumirlo.
- Madre mía...
Gèrard apareció en ese momento por el salón, y se tumbó junto a Samantha en el sofá.
- ¿Qué, dando ánimos en tu línea, no?
El ceutí se rio y la valenciana se encogió de hombros, recostándose contra su hombro.
- Pero sabéis que tengo razón. Lo único que nos quedará será la gira, y volver a juntarnos todos. Y si nadie viene a los conciertos y hay que cancelarla, nos vamos de colonias a algún sitio abandonado en medio de la provincia de Soria si hace falta.
Ceutí y turolense se rieron por la elección de la provincia. Anajú besó a Samantha en la mejilla, porque aunque tuviera una manera muy brusca de decir las cosas, nunca le faltaba razón. Besó también a Gèrard como si se despidiera de él anticipadamente y se recostó de nuevo junto a Sam, que a su vez besó a Gèrard en la frente y le pidió disculpas.
- ¿A mí por qué?- preguntó él, totalmente desconcertado.
- Por hablarte mal en la merienda. - Flavio había conseguido hacerla sentir mal y no se le había olvidado.- Estaba muy nerviosa, psicológicamente esto nos está afectando a todos, a mi incluida. Lo siento.
- No pasa nada - la miró a los ojos y muy serio, le dijo - ¿Procreamos?
Las dos chicas se echaron a reír y lo máximo que consiguió Gèrard fue que Samantha le besara en los labios. El chico fingió que se desmayaba.
Eran las 22:43h cuando abrieron la puerta del dormitorio.
Las primeras en entrar fueron Maialen y Nia, aunque por tónica general, ya no alargaban tanto las noches como antes. Se notaba el cansancio, el desgaste físico y mental, y los nervios por la cercanía del final de todo. Pasaban menos tiempo frente a las cámaras y se metían antes al dormitorio para poder compartir los últimos momentos de confidencias. Pasar dos meses y medio allí dentro te hacía olvidarte en cierto modo de que te estaban observando casi las veinticuatro horas, y aunque ellos no sabían exactamente en qué momento se cortaba la retransmisión, cuando les apagaban las luces era como poder respirar aire puro y dejar de medir las palabras.
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Only love can hurt like this - [ Flamantha ]
FanfictionSamantha descubre que de la noche a la mañana puede leerle el pensamiento a Flavio. No sabe cómo, ni sabe por qué, pero puede. Historia concluida.