DECIMOQUINTA PARTE - 22:21h.

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22:21h.

Al cruzar la pasarela, Flavio no pudo evitar pensar que esa había sido la última grupal junto a sus compañeros.

El aliento que les daba siempre el público era algo atronador, eran instantes mágicos para todos, había pocos momentos como ese en el que sintieran de una manera tan sincera el apoyo del público y, en el caso de Flavio, valoraba lo bonito de ese gesto porque era perfectamente consciente que esa fama que Operación Triunfo les había dado era efímera. Estaba convencido de que les duraría unos meses, a lo sumo un año, como ya habían visto con los concursantes de ediciones pasadas, y que poco a poco la gente empezaría a olvidarlos. Ese club de fans masivo iría menguando hasta que sólo quedaran los que estuvieran dispuestos a quedarse porque no sólo el artista, sino la persona detrás de ella, les hubiera cautivado por completo. Por eso Flavio apreciaba y agradecía esos momentos de sentirse una estrella del rock, porque sabía que tenían fecha de caducidad.

Cuando llegaron junto a Roberto, los cinco finalistas le saludaron de manera muy breve porque cada uno de ellos cinco estaba totalmente pendiente de poder abrazar a sus compañeros.

Como no podía ser menos, los sillones blancos estaban completos con la presencia de los ex concursantes del programa, para ellos, su familia. Fue como reencontrarse en una cena de Navidad con el primo al que quieres pero que no puedes ver tanto como te gustaría. Y eso que se habían visto durante esa semana dentro de la Academia porque, como cada año, habían permitido que entraran a ensayar al menos un par de veces la canción grupal que tendrían que presentar al final de la Gala todos juntos. Por supuesto, de la hora que habían pautado para que ensayaran, cuarenta minutos se les fueron en abrazos, llantos, risas, y en intentar ponerse al día y demostrarse cuánto se habían echado de menos los unos a los otros.

Ninguno de los cinco finalistas escuchaba cómo Roberto empezaba a introducir pinceladas para que los espectadores se hicieran una idea de cómo funcionaría la gala porque estaban muy ocupados abrazando, de nuevo, a aquellas personas cuya expulsión más les había dolido. Y no se trataba de discriminar a nadie, pero pasar mucho tiempo codo con codo con alguien hace mella, para bien y para mal. Por eso nadie pudo evitar que Samantha se tirara a los brazos de Eva y ambas empezaran a saltar con grandes sonrisas en sus rostros; o que Maialen se emocionara al volver a ver a Bruno; o que Flavio abriera los brazos en un gesto de bienvenida para que Anajú se colara entre ellos y le llenara la cara de besos y gritos de orgullo; o que Nia no soltara una lagrimita cuando Jesús, haciéndole cosquillas con los rizos en la cara, le dijera que era su ganadora; o que Gèrard tuviera ojos para nadie que no fuera Anne. Era totalmente inevitable.

Cuando pasaron esos momentos, que los espectadores aplaudieron, vitorearon y algunos hasta lloraron al ver, Roberto recuperó las riendas y les pidió que se sentaran en el primer sofá para tenerlos a mano. Les pidió concentración, lo cual les costó un rato conseguir, y poco a poco la gala pudo comenzar.

Después de presentar al jurado, la cámara se fijó en Roberto y Flavio tragó saliva porque sabía lo que venía, se lo habían advertido en el camerino.

La gala había empezado diecisiete minutos tarde y era necesario explicarle al público a qué se debía ese imprevisto, tanto al público presente como al que seguía la gala por televisión. Les habían pedido que se sentaran en el orden en que saldrían a actuar, por lo que Flavio, que casi dio gracias por ello, se encontraba entre Nia y Sam, y cuando Roberto comenzó a explicar el percance que el chico había tenido, él pudo escuchar simultáneamente a la valenciana hablándole a través del pensamiento.

Estate tranquilo, que Roberto es un tío elegante y le va a quitar hierro al asunto, y seguramente haga alguna broma para que no te sientas mal, confía en él.

Only love can hurt like this - [ Flamantha ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora