XXVIII - Problemas.

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Caí desplomado al suelo. Ese hijo de puta había dejado inconsciente a Elena y se le había llevado en mis propias narices. Era una mierda de novio. No la había salvado. Las lagrimas comenzarón a caer por mis mejillas y me pusé a llorar delante de todos, cosa, que jamás había hecho. Todos se sorprendieron al escucharme llorando, gritando, expresando el dolor, la rabia y la presión en el pecho que me estaban invadiendo. 

- Cas... Sé... Sé que la quieres, ¿vale? Y se como te sientes ahora mismo, creo que todos nos sentimos un poco así. Todos lo hemos presenciado y, ninguno hemos sido capaces de evitarlo.- Levanté levemente la mirada, todos habían agachado la cabeza en señal de que, la culpabilidad los comía por no haberse movido ante tal escena.

- Es cierto Castiel, además... El objetivo de Jonathan, no es Elena... Él os quiere a vosotros.- Dijo Rosalya con voz quebrada. Podía escucharse como se le escapaban sin control las lágrimas, ppodía sentir como al igual que yo, tenía la presión en el pecho que no la dejaba respirar bien.

- Es cierto nenaza.- Era Nathaniel, se había levantado y se le veía con mejor aspecto.- Ninguno hemos hecho nada, pero aqui estamos, ¿no? Tenemos que luchar. Por ella, por nosotros, estamos aquí y tenemos que darlo todo hasta el final.

Me levanté secandome las lagrimas. Tenían razón, quedarme aquí no iba a solucionar nada. Les sonreí y todos asentimos. Cogimos las armas y la munición y nos dispusimos avanzar en busca de dónde se había escondido Jonathan. Fuimos habitación por habitación, no había ni rastro de ellos, no entendiamos dónde podían encontrarse. Estaba empezando a fallar mis esperanzas cuando todo escuchamos algo que nos sobresaltó.

- ¡AYUDA!- Era la voz de Elena. Sin dudarlo ni un solo segundo salí corriendo a la dirección de la que provenia. Todos me siguieron, no era el más rapido ni mucho menos corriendo, pero esa llamada de auxilio por parte de elena había hecho que sacase fuerzas que ni yo mismo sabía que tenía. Llegué a una gran habitación, no había muebles, solo estaba ella en medio de todo aquel vacio, atada y amordazada con la la cara totalmente llena de lágrimas. Sin dudarlo ni un solo segundo salí corriendo hacia ella. 

- ¡Castiel! ¡Detente! ¡Debe de ser una trampa!- Pero hice caso omiso a las advertencias de mis compañeros. Llegué hasta ella sin dudarlo y en ese momento, supe que mis compañeros tenían razón.

Libré a Elena de sus ataduras y la abracé con todas mis fuerzas. Había sentido tanto miedo que el volver a tenerla entre mis brazos era un total sueño. En ese momento un gran estruendo retumbo en toda la sala. Me dí la vuelta y lo ví. La apuerta había sido bloqueada con una especie de placa de metal de seguridad, al igual que las ventanas. 

- Castiel, escuchame, los techos de esta sala son muy altos, a simple vista no se ve pero tiene una especie de palco que rodea toda la estacia y Jonathan...

Elena no pudo terminar cuando se escucho una profunda risa que nos puso a todos la piel de gallina. Comenzmos a revisar nuestro alrededor, no sabiamos de dónde procedia debido al eco y en el momento menos previsto, se dejó ver. Estaba en la parte superior riedose mientras nos miraba. Me sentía como un circo romano, sentía que en cualquier momento, el peligro se acercaría a mi. Nos acercamos a el resto y seguimos mirando atonitamente a Jonathan, cuando este, comenzó a hablar.

- Vosotros tres... Sucios desagradecidos, no erais nada ni nadie, y yo os di la oportunidad, la oportunidad de ser eternos, de tener lo quisierais en vuestras manos, y os revelais contra mi...y tú, Castiel - clavó una mirada de desprecio en mi- Con esta sucia humana... He de reconocer que tiene un aroma... peculiar. No entiendo que tengas un interes más alla de que te sirva de almuerzo.

- Tú nunca has sabido lo que es querer y jamás lo sabras- La sangre me estaba hirviendo, no aguantaba más.- Tu vida se ha basado en creerte una especie de dios que todo lo controla, que tenías derecho a decidir quien vivía que no y que nos intentaba inculcar valores totalmente antieticos y ¿somos nosotros los malos? ¿Somos nosotros revelarnos contra una persona que nos enseña que los sentimientos son algo malo o que los humanos no sirven para nada? Lo siento pero no, mi ética y mi moral me impide quedarme de brazos cruzados con un ser repugnante como tú en mi faz. - Sentí como que todo lo que llevaba callandome todo este tiempo, al salir, había sido como quitarme un peso de encima. Durante mi discurso, Elena me había tomado fuerte de la mano, como dandome fuerzas con lo que estaba haciendo.

- Que gracia me haces pequeño- Jonathan estaba riendose con esa estruendosa risa que nos ponía a todos los pelos de punta.- Habrá que empezar con la diversión.

Todos nos miramos con los ojos totalmente abiertos, no teniamos ni idea de la que se nos venía encima.

Vuelta a la ciudad // CDM // CastielxSucretteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora