VII - Un mal sueño.

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Salimos del departamento de Nath y en el momento en el que entramos en el ascensor, pulsé el botón de stop y miré a Cass.

- Pero que cojones Elen...

No le dejé terminar y el alcohol se hizo dueño de mi cuerpo. Me abalance a sus labios dandole un pasional beso, a lo que él me agarro de la cadera. Los besos subian en intensidad mientras que mis manos se perdían entre su pelo y las suyas en mis caderas. Pequeños suspiros que delataban mi estado escapaban de mi boca cada vez que sus labios rozaban mi cuello. Despues de un tiempo así, nos separamos.

- No puedo negar que no me guste, pero como sigamos así acabaremos montando un escandalo público- Dijo Cas entre risas.

- Venga, vamos anda- Bese levemente sus labios y mordí con delicadeza su labio inferior.

Cogidos de la mano caminamos hasta mi apartamento. Cuando entramos yo pretendía retomar lo que tiempo antes habiamos dejado al bajar del ascensor. Él me frenó, no entiendo que pasaba.

-Elena, es obvio las ganas que tengo de comerte a besos pero, estamos los dos borrachos, prefiero que eso ocurra cuando los dos estemos totalmente conscientes.

Le sonreí, he de admitir que le tenía muchas ganas, pero que Castiel se pusiera tan tierno conmigo... Me recordó a esos años que estuve junto a él. Subimos a mi cuarto, me pusé una vieja camiseta de él que aun conservaba como pijama mientras que entraba a su lado en la cama. Él la reconoció al instante y sonrió, creo que nunca se le habria pasado por la cabeza que siguiese conservando esa camiseta....

Me tumbé a su lado, y el me rodeó entre sus brazos.

- No sabes como echaba esto de menos Elena... Puede que hayan pasado chicas por mi vida después de ti, pero siempre lo tuve claro, que tu eras el amor de mi vida, y mi mayor miedo, era no poder algo tan simple como dormir a tu lado nunca más.

Ante estas palabras se me escapó una lagrima, cosa de la que Castiel se percató y me la quitó con un beso que posó en mi mejilla. Sus brazos me transmitian calided y seguridad, era como volver a casa. Cuando dormí abrazada a Nath, creía que habia sentido lo que sentia cuando estaba con Cas, pero en ese momento, en el que sus brazos me rodeaban y yo hundía mi cabeza en su pecho me dí cuenta de que era imposible que nadie me hiciese sentir como me hacía sentir Cassy.

- Te amo Elena- Me susurró mientras me abrazaba más fuerte.

- Y yo a ti Cassy....

Cuando quise percatarme ambos habíamos caido en los brazos de morfeo. Todo era perfecto. Todo parecía... ¿Un sueño?

En ese momento abrí los ojos. Me cago en la puta. Todo había sido un sueño. Estaba en el departamento de mi madre, mañana me mudaba... Supongo que todos los sentimientos me habían pasado una mala pasada. Seguí durmiendo y a la mañana siguiente me mudé a la antigua casa que poseiamos allí. Acomodé todo y ese sueño seguía en mi cabeza, no tenía seguro si todo había sido un sueño o una realidad pero ahora estaba en la vida real, y era momento de afrontar todo.

En mi sueño había avisado de mi llegada a Nath, pero en la realidad no. Teniamos un grupo común todos los viejos estudiantes del Sweet Armoris. He de decir que yo, a diferencia del sueño, en el que todo el mundo me reconoció, había cambiado mucho desde que cualquiera de ellos me viese por ultima vez. Anteriormente era una chica de poco mas de metro y medio, pelo negro y corto, sin pecho ni nalgas y que vestía en su mayoría con ropa ancha. Ahora mismo medía metro setenta, mi cara al igual que mi cuerpo había cambiado y tenia el cabello gris hasta la cintura y tenía los brazos completos llenos de tatuajes. Había cambiado la ropa ancha por los pantalones ajustados, y las botas militares. Llevaban días hablando por el grupo, mencionando una discoteca y como ese sábaod iban a reunirse. Yo iba a ir, pero obviamente, no iba a avisar a nadie y en parte, rezaba por que no me reconociesen. No tenía ganas ni animos de afrontar a Castiel y mucho menos despues de lo que había soñado. Parecía tan real.... Pero bueno, me quité aquella idea de la cabeza y decidí entrar a la ducha para refrescar mi mente. Me duché, sequé y planché el pelo y tras eso, comencé a maquillarme. Me puse mis botas militares, con unos pantalones de cuero que tenian los lados abiertos y juntos por unas cuerdas que formaban "x" a lo largo de mi pierna, un corset negro y una chaqueta de cuero roja. Desde que lo dejé con Castiel siempre la llevaba, era como un recuerdo latente de él de el cual no podía deshacerme. Una vez arreglada y lista, me puse el casco, me dirigí a mi moto y me puse en marcha al club.

Vuelta a la ciudad // CDM // CastielxSucretteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora