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Julieta Cazzuchelli [07/05/2013] 

Unos brazos rodearon mi cintura y supe que se trataba de él. El chico al que veía como mi príncipe azul y lo era. Nunca creí que en algún momento alguien me iba a gustar, al menos no así. No con mi estomago revolviéndose de nervios cada vez que estoy con él, no con mis ojos que brillaban apenas lo veía, no con mis labios deseando saborear los suyos todo el tiempo, no conmigo queriéndolo tanto que sentía a mi corazón latir más rápido al estar cerca de él.

Voltee en la cama y me encontré con un Tomás en cuero, tercer fin de semana que dormíamos juntos. Él sonrió con sus ojos cerrados y a mí se me estrujo el corazón de amor. 

Al abrir los ojos se encontró con los míos, los cuales despedían un brillo por tan solo tenerlo frente a mí. 

Mis manos se posaron en su rostro y lo atraje un poco hacía mí, me sentía lista. Después de tres fin de semanas durmiendo juntos y casi dos meses de conocerlo, estaba lista. Por más que parezca poco tiempo para entregarse a una persona, yo sentía que a Tomás lo conocía de toda la vida. Entre nosotros, había una conexión inexplicable. Con tan solo mirarnos, nos entendíamos y por más que no conozcamos muy a fondo la vida del otro, nos bastaba con tan solo tenernos cerca. Tomás me entendía. Era la única persona que lo hacía y que a pesar de conocer mi historia, y mi vida de pobre, se había quedado. Nunca me había juzgado. Quiso conocerme, descubrirme e intentó tenerme y también quererme. Pero al igual que leí alguna vez, no es el tiempo que pasas con una persona, sino la persona en sí y él, ya me había desvestido mucho antes, pero mentalmente. Porque sí, había conquistado mi mente, corazón y alma. 

Después de observarnos por unos segundos, decidí capturar sus labios. Las mariposas revolotearon en mi estomago y me impulse a obligarlo a que posicione su cuerpo sobre mí. Intensifiqué el beso y fui yo quien sacó mi remera. Él sonrió de oreja a oreja y pasó sus besos a mi cuello. Dejando pequeñas marcas en este. Sus manos se deslizaron por mi abdomen llegando hasta mi short — el cual, era de él al igual que la remera que tenía puesta anteriormente, por cierto — y al empezar a bajarlo poco a poco, mi piel se erizo.

— ¿estás segura, reina? 

Asentí con mi cabeza y terminó de sacar mi ropa interior. Pasó su lengua por mi zona y yo tire mi cabeza para atrás al sentir como me humedecía de a poco. Pasó un rato hasta que subió su lengua hacía mis pechos y otro rato para volver a besar mis labios. 

— dame las manos. — dijo, alejando un poco su rostro de mí para mirarme a los ojos, lo obedecí y al darle las manos, el las estiró colocandolas detrás del cabezal de la cama y por fin, las sujetó — esto, te va a doler pero te prometo, que con el tiempo te va a gustar, mi nadir.

Le regalé una sonrisa y volvió a poseer mis labios. Acomodó su cuerpo sobre el mío, dejando caer la mitad de su peso en mi. Y soltó una de mis manos, para depositar su miembro en mi entrada e introducirlo lentamente en mí. Pegué un fuerte grito el cual ahogué entre besos. Volvió a sostener mi mano y me calmé. 

Sus movimientos fueron en aumentos y también mis gritos, hasta que dejó un beso sobre mi frente y ahí me dejó de doler. El dolor se volvía amor. Se volvía placer y yo sentía como si todo estaba bien. Como si hubiese llegado a la cima de una montaña. Por primera vez, sentía felicidad. Él era ahora mi felicidad. Tomás, mi primer amor y ojala sea el último.

— te quiero, Tomás.

[30/09/2020] 

Completamente inocente. Una pre—adolescente de catorce años, que creía estar haciendo el amor con su amado y tenía razón. Lo hicimos. Un sabio, dijo una vez que la primera vez nunca se olvida y por supuesto que no, tampoco el primer te quiero. Uno que en ese momento, él no respondió. Quería que sea mi primer y último amor, y así fue y es. Porque después de Tomás Campos, no me atrevo amar a nadie más. Me dejo tantas heridas imposibles de cicatrizar, me destruyó tanto el corazón, que ya nadie iba a poder juntar los pedazos. Porque, ni siquiera estos existían.

Te odio Tomás Campos, te odio y te amo a la vez. 

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Las cosas en esta historia pasarán rápido porque tienen mucho pasado. Y planeo no hacerla tan larga.
Gracias por leer.

Nadir | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora