Final.

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Julieta Cazzuchelli [12/03/2021]

Abrí mis ojos, una sonrisa se formó en mi rostro. Por fin había llegado el día. Un año, presa. Nunca conté el porqué. En realidad, no fue porqué le disparé a a Tomás. Fue porque después de él, tuve que robar para sobrevivir y darle una buena vida a Manuel, pero en uno de esos robos, me atraparon.

Mateo, está con Manuel, me dijó que vendría a buscarme, pero Julia acaba de avisarme que no.

Yo solo quería salir desde el momento en que entré para volver a ver a Manuel y darle la vida que se merece. Una de verdad. Sin robos de por medio. Empezar de cero, como dice una canción que algún día escribí y deje plasmada en papel. En la nada.

En estas hojas dejo la historia de mi vida. Tal vez algún día se haga novela, o se publiquen fragmentos de papel en páginas de internet. Solo quiero dejar en claro, que hay diferentes tipos de amores. No todos son iguales. De algunos, la gente no habla. Los llama amores tóxicos, sin saber que hay distintas formas de amar.

Tomás me amó y yo lo amé, todavía lo hago al día de hoy. A veces la vida puede cambiar en un segundo y hacer que hagamos cosas inesperadas. Él no pudo cambiar, nadie lo ayudó a hacerlo, me pidió perdón por no poder. No quería estar solo y yo estuve con él hasta el final.

Como él siempre me llamó, Tomás también fue mi Nadir.

Después de leer esto, van a decir que estoy enferma por volver una y mil veces con la persona que tanto daño me hizo. Tal vez tienen razón, estoy enferma. Enferma de amor. Él necesito ayuda y nadie se la dio. Yo tampoco pude porque en ese momento no sabía como hacerlo. Hoy sé que puedo. Pero hoy él, ya no está. Siempre me voy a culpar por no haberle enseñado amar. Por no haberlo salvado a tiempo.

Sé que muchas veces escribí que arruinó mi vida, le eché la culpa a él porque fue más fácil que echarmela a mí. Tomás me dió el mejor regalo que pudo haberme dado. Manuel. Él se fue. Pero me dejó una parte de él para siempre.

Una chica que alguna vez amó.
Emilia, 2021.

— ¿lista?

Me preguntó Julia cuando entró a mi habitación. Asentí con mi cabeza. Salí de la habitación y dejé el cuaderno debajo de la cama. Una cama que próximamente ocupará otra presa. Opté por cambiar los nombres de la historia. Mi nombre fue el de Emilia, el de Tomás, Manuel y mi hijo, Nadir.

Me acerqué a la puerta después de colgarme la mochila en los hombros y salí de la cárcel. Por fin, pude respirar aire fresco.

— ¡mamá!

Escuché la voz de Manuel y voltee a ver. Mi hijo corrió hacia mi y saltó hacia mis brazos. Lo abracé con fuerza. Cerré mis ojos y al abrirlos, no pude creer lo que vi.

— mamá... — volvió a hablar Manuel cuando lo dejé en el suelo y tragué saliva — mamá, es papá.

— ¿Tomás? — pregunté sin poder creerlo y una sonrisa de oreja a oreja se formó en mi rostro después de que este se llenase de lágrimas. — ¿sos vos?

— ¿no me vas a abrazar después de estar un año sin verme?

Mostré todos mis dientes, como si me hubiese olvidado de todo lo que paso. De todo lo que me hizo. De que yo le dispare. De como nos arruinamos. Impacte su cuerpo contra el mío y hundi mi rostro en su pecho. Creí que no iba a sentirme en casa nunca más. Pero, mi hogar había venido a buscarme.

— no te perdono por haberme pegado un tiro, pero...

— no te perdono por haber matado a mi hermano.

— pero vos y yo, siempre vamos a ser vos y yo, nadir.

Fin.

Sepan entender que a veces, por más que uno quiera alejarse de una persona no puede. Entiendo su incomprensión hacia Julieta, pero como ella escribió, hay amores distintos. Algunos tóxicos. A veces para no dejarlos, uno elige hundirse con ellos.
Si alguna de ustedes está en una relación de este estilo. Busquén ayuda profesional. Ellos no tuvieron la oportunidad.
Gracias por leer.

Nadir | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora