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Julieta Cazzuchelli [24/07/2014]

— ¡Tomás, corre!

Grité; Como nunca. Horas antes, habíamos entrado a robar, nosotros dos solos la caja de un restaurante y fuimos tan poco inteligentes, que no pudimos darnos cuenta que la camarera, había llamado a la policía. Ahora, esta nos estaba persiguiendo, mientras nosotros corríamos a toda velocidad.

Tropecé, con una piedra en el camino y me caí al suelo. Tomás siguió corriendo, a pesar de que le pedí ayuda, no volteó a verme. Y mi corazón, después de meses de estar bien, se volvió a romper. Después de creer que había cambiado. Me daba cuenta, que para nada lo había hecho.

La policía me agarró, me esposo y me metió dentro del auto patrullero. Cerré mis ojos, permitiendo nuevas lágrimas salir y empecé a temblar. Mi amor, me había abandonado. Me había dejado completamente sola y asustada, en manos del enemigo: la yuta.

Me bajaron del auto como si fuera un animal y me metieron en la única celda de la comisaría, donde dentro había tres personas más, claramente con más años que yo, que tan solo tengo quince años.

— pendeja ¿tenes a alguien a quien llamar? — asentí con mi cabeza y me dió un teléfono para que marqué un número — ¿te doy un consejo? — volví a mirar a la policía, que me observaba llena de lástima —  no lo llames a él, te dejó morir, llama a alguien que tengas la certeza que te va a venir a buscar, él no va a venir a buscarte. — apreté mis ojos, y una vez más derramaba lágrimas, no estaba aplicando la frase de Tomás, "nunca dejes ver que podes ser débil" y no es que podía ser débil, era débil — y cuando salgas de acá, déjalo, sos una nena para estar tras las rejas, él no vale eso.

Terminó de decir y me dejó a solas con el teléfono. Miré con miedo a los demás delincuentes, que tenían su vista puesta en mí y marqué un número que a estas alturas ya me sabía de memoria.

— ¿tenes plata? — pregunté y me sentí aliviada después de que responda que sí — estoy detenida en la comisaría quinta ¿me podes venir a buscar?

La policía volvió a aparecer y colgué el teléfono. Se lo devolví y estuve una hora entera pensando en las palabras de la comisaria; "Te dejó morir, sos una nena para estar trás las rejas, él no vale eso" ¿Y si, sí? ¿Y si, el amor de Tomás no era nada comparado con esto? ¿Y si, estar detenida era tan solo un precio más que barato que pagaba porque él me amé a mí? ¿Y si, no era amor?

— nena, te vinieron a buscar.

Suspire. La policía abrió la puerta de la celda y me dejó pasar. Muy en el fondo tenía la esperanza de que él esté parado, esperando por mí. "Él no te va a  venir a buscar" y no lo hizo. Mató mi esperanza y parecía que también estaba tratando de matar el amor que le tenía yo a él.

— ¿qué mierda hiciste para terminar en la comisaría, pendeja? — me preguntó Mateo quien caminaba detrás mío ya que yo estaba prácticamente corriendo hacía la casa de Lucas, quien vivía a pocas cuadras y de seguro mi novio iba a estar ahí — ¡¿lo estás yendo a buscar?! — exclamó y me agarró fuertemente del brazo para que voltee a verlo — ¡¿me estás jodiendo, Julieta?!

— ¡no sé que hacer Mateo! — grité yo, esta vez, una vez más me mostraba débil al largarme a llorar frente a mi mejor amigo — siento que me queda muy grande todo esto, yo no era así.

— ese gil, te convirtió en esto, esta' perdida corazón. — acarició mi rostro con ambas manos y yo por mi parte, quebré en llanto —  déjalo. — negué con mi cabeza y me alejé lentamente de su agarre — déjalo, por tu bien. — repitió — tenes quince años para pasar por toda esta mierda ¿qué te queda a los veinte? — mencionó su edad, intentando hacerme reflexionar — te lo dice alguien que ya no puede salir.

— me dejó sola Mateo, completamente sola.

— no estás sola, yo estoy y siempre voy a estar, te quiero Julieta.

[02/10/2020]

Una sonrisa se formó en mi rostro al recordar cuando Mateo me dijó que me quería por primera vez. Él único que al parecer lo hizo y lo hace, de verdad. En cambio Tomás..., él sí que no aprendió lo que significa querer. Nunca lo leyó en el diccionario. No supo como querer. Su manera de hacerlo..., no era como la de los demás. Eso no era amor. O al menos hoy creo que no lo era. Un amor no te deja sola, mucho menos en la cárcel cuando él fue quien te metió en eso. En el robo.

Ese día me tropecé con una piedra, pero, nunca me di cuenta que en realidad, la piedra en mi vida, fue Tomás Campos, quien me arruinó completamente la vida.

Ojalá, la vida me hubiese hecho tropezar primero con Mateo y así enamorarme de este, pero no, me tuvo que cruzar con Tomás y hacerme caer perdidamente enamorada de él.

Nadir | cro y cazzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora